tag:blogger.com,1999:blog-64959327664434799812024-02-07T17:58:00.835-08:00el lenguaje y sus compinchesEl lenguaje me ha hecho, y yo hago lo que puedo con el lenguaje. Estos son mis poemas, mis crónicas de viajes, mis otros escritos: la vida del lenguaje, el lenguaje de la vida. (Si lo deseas, puedes dejar tus comentarios. Gracias.)
Copyright.© Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-24036394271411974102021-09-06T03:21:00.001-07:002021-09-06T03:21:10.657-07:00UN POCO DE AZUL EN EL PAISAJE, DE PIERRE BERGOUNIOUX. EDITORIAL MINÚSCULA<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: medium;">«En
la encrucijada de Rouffiat, hay un desgarrón en la luz, la sombra de una
desesperación. De la misma manera que no se tenía la posibilidad de proteger a
la infancia de la desgracia y del miedo, de los rigores del hielo, del lobo, de
la ignorancia, tampoco se podían tomar en consideración las implicaciones
personales, esas cosas inmateriales, pero en absoluto irreales, que se llaman
sentimientos. La tierra cruel, la precariedad de la vida material, la durísima
ley de las transmisiones no permitían que se siguiera el camino al que el gusto,
un día, empuja a cada cual. Marie V. era hermosa y buena. Sabía perfectamente,
a los veinte años, qué quería. Pero no fue a la derecha, en el cruce, hacia las
alturas donde vivía aquel a quien tenía en alta estima. Fue a la izquierda
hacia donde la arrastraron, pese a sus gritos y sus lloros, para casarla contra
su voluntad. Y cuando dijo no, delante del alcalde, las familias cómplices
ahogaron juntas a su voz, aseguraron, muy fuerte, que era sí lo que había dicho.»<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: medium;">Este
es un párrafo extraído de <i>Un poco de azul en el paisaje</i>, de Pierre
Bergounioux, en el capítulo “Millevaches”, publicado por la Editorial
Minúscula, número 49 de la colección Paisajes Narrados.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQynJMqq6-pmRcMRGTDegy8gBbyfpCBkzezLLnmUSJ8EM-j4XGytUFqe9iMdySGobYwUc5an8aNcJPj8zr3SAtrMJcP7W59enPqpFeaJFoG3oJ2pPkkE4n2OB9ZrhKEHC3RXZtyeuwyP86/s974/un+poco+de+azul+en+el+paisaje.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="974" data-original-width="703" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQynJMqq6-pmRcMRGTDegy8gBbyfpCBkzezLLnmUSJ8EM-j4XGytUFqe9iMdySGobYwUc5an8aNcJPj8zr3SAtrMJcP7W59enPqpFeaJFoG3oJ2pPkkE4n2OB9ZrhKEHC3RXZtyeuwyP86/w462-h640/un+poco+de+azul+en+el+paisaje.jpg" width="462" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: medium;">La
Corrèze, en el Lemosín, raíces, tocones y ramas de quienes no abandonaron estas
tierras cuyos ríos no conocen el Sena. Bergounioux retorna a su origen desde
ese viaje a la otra parte de la vida que siempre es París. No todas las
infancias son iguales, cada una tiene su adulto que la recuerda a su manera.
Años cincuenta del pasado siglo, tras la guerra ganada, en realidad perdida. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: medium;">Yo
he recorrido ya en este siglo XXI estas tierras de La Corrèze. El tiempo ha
suavizado lo salvaje, sin llegar a esa conjunción de pradera verde y bosque
breve, de desconfianza y <i>politesse</i> que algunos llaman la dulce Francia.
No he podido reconocer en la lectura esos paisajes lemosinos; yo no he vivido
allí la infancia, me falta ser su gente, su paisano. Para conocer un lugar no
basta visitarlo, hay que haber vivido su pasado, y un poco de presente al
menos. Cuando uno va a visitar un lugar siempre encuentra otro. Eso es lo que
me ha ocurrido con los paisajes y lugareños de <i>Un poco de azul en el paisaje</i>:
pero he revisitado La Corrèze con unos ojos que ahora ya son míos.</span><span style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-35441423092276771452021-06-22T05:23:00.005-07:002021-06-22T05:29:31.556-07:00NOTAS DE LECTURA: EL LAGO DE IMMEN (Y DOS RELATOS MÁS), DE THEODOR STORM<p> NOTAS DE LECTURA</p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">STORM,
THEODOR. EL LAGO DE IMMEN (Y DOS RELATOS MÁS)<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Calisto MT, serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><b>Colección Austral, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1948. Traducción de J. Quintana Barlart</b></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwMZrdu7ObrG5a4_MTnuRX6VDHsKOp-mHQNRABs2QReVWajEjIyI5gPODBf-py1bp7lrs50ZjHm8fkm7dGmywYe8qEHPZ9ngnz-GJrFEoyyyOiVO5UB2CWvhQxv5whEgw1S81hIxwS6iRA/s1067/theodorstorm103_v-contentxl.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="1067" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwMZrdu7ObrG5a4_MTnuRX6VDHsKOp-mHQNRABs2QReVWajEjIyI5gPODBf-py1bp7lrs50ZjHm8fkm7dGmywYe8qEHPZ9ngnz-GJrFEoyyyOiVO5UB2CWvhQxv5whEgw1S81hIxwS6iRA/s320/theodorstorm103_v-contentxl.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-size: medium;">Tras las guerras napoleónicas, la
pequeña burguesía alemana provinciana y rural vive en la confianza del
porvenir, en la templanza de una vida segura y rutinaria, en la nostalgia de lo
no vivido aún, en la melancolía de lo que no se pudo ni se puede ya vivir. Como si yo mismo fuera un alemán de esa época, buscando otro libro en mi biblioteca, topo con este de Theodor Storm. </span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">- </span><i style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"><b>El lago de Immen</b></i><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"> es un
relato de melancolía genuinamente alemana. Siempre lo que pudo ser y no fue,
aquello que se perdió incluso incomprensiblemente. Esos lirios del agua en
medio del lago Immen, a los que casi llega a tocar, pero que la atracción de las
profundidades ejerce su fuerza de arrastre para impedirlo.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Historia de amor imposible, cuando, sin embargo, todo era posible. Isabel y Reinhard, que buscaron de niños las fresas silvestres en el bosque, que conservan las flores de brezo ajadas en un álbum, entre canciones que ya no se deben cantar.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Reinhard quiso llegar hasta el blanco lirio del agua, resplandeciente en medio de las aguas sombrías del lago de Immen. Una noche se adentra desnudo en la aguas; nada y nada, alejándose de la orilla, pero los lirios del agua parecen alejarse de él. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">«</span><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Resistiéndose a abandonar la empresa, nadaba siempre con más brío en
la misma dirección. Por fin llegó tan cerca de la flor, que ya distinguía
claramente resplandecer a la luz de la luna sus hojas plateadas; pero al propio
tiempo se sentía como prendido en una red, pues los tersos tallos de las
plantas que había en el fondo alargábanse y se extendían sobre sus miembros
desnudos. Aquellas aguas desconocidas cerrábanse sombríamente en torno suyo. De
pronto, le asaltó en aquel extraño elemento un raro temor, y arrancándose con
violencia del espesor de las plantas acuáticas, emprendió, rápido y jadeante, el
retorno a la ribera. Cuando desde aquí miró nuevamente hacia el centro de las
aguas, volvió a ver, como antes, el lirio lejano y solitario en medio de la
sombría profundidad...»<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Porque
tal vez se pierde aquello que, estando al alcance de nuestras manos, nos
empeñamos en convertir en irreal, en deseo inalcanzable. ¿Qué sentido tiene esa
figura de mujer, blanca como el lirio, que Reinhard ve una noche? Esa figura
que recuerda el rayo de luna de nuestro Bécquer. </span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">«A medida que iba acercándose al llamado “banco del
atardecer” </span><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">pareció distinguir entre las ramas de un abedul una blanca
figura femenina. Estaba inmóvil y, según creyó a medida que se aproximaba,
vuelta hacia él. Parecía como si estuviera esperando a alguien. Creyó que era
Isabel. Pero al acelerar el paso para alcanzarla y poder regresar juntos a la
casa a través del jardín, volvióse ella pausadamente y desapareció por una de
las sombrías avenidas laterales.»<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKAJ2TK0URlJ4LDMRbC74GJ5Aom4nR5lBWc8q5uUk_QUmGQ4f4-f9mza4h2-u_0sZqDTDyrvy4fgVcFODEDsjxWXVIi9l8sdS4TXVMZaNdTDRS-GyiROAVnkFqkPrcWHt4aYUlRexQNb5Y/s499/51MsHZWaHFL._SX313_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="315" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKAJ2TK0URlJ4LDMRbC74GJ5Aom4nR5lBWc8q5uUk_QUmGQ4f4-f9mza4h2-u_0sZqDTDyrvy4fgVcFODEDsjxWXVIi9l8sdS4TXVMZaNdTDRS-GyiROAVnkFqkPrcWHt4aYUlRexQNb5Y/w253-h400/51MsHZWaHFL._SX313_BO1%252C204%252C203%252C200_.jpg" width="253" /></a></div><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Porque todo parece estar predeterminado
por la fatalidad, por la tragedia anunciada. La gitanilla que le toma la copa
al joven Reinhard y canta una cancioncilla que anticipa la fugacidad de la vida
y el amor, la soledad futura de Isabel y del propio muchacho. Muchos años
después, cuando la juventud ya ha pasado, y solo quedan la melancolía, la
nostalgia, la tristeza por la felicidad que pudo ser, la felicidad perdida…
vuelve a aparecer una muchacha mendiga que vuelve a cantar la cancioncilla “luego,
muy sola / debo morir…”.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Al
final, «el anciano continúa sentado en el sillón, con las manos cruzadas,
mirando delante de sí el vacío del aposento. A su alrededor va precisándose
poco a poco la sombría oscuridad en un lago ancho y profundo. Las negras y
dilatadas aguas se extienden a lo lejos, tan lejos que la mirada del anciano
apenas alcanza su límite. En medio de ellas flota, solitario, entre sus anchas
hojas, un blanco lirio de agua.»<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">El
blanco lirio del agua, la flor azul de Enrique de Ofterdingen… las flores que
brillan mientras nosotros nos ajamos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">-
En </span><i style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"><b>Viola tricolor</b></i><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"> se desarrolla la lucha entre la esposa y madre muerta (María)
con la nueva esposa y madre viva (Inés). La pugna entre los vivos y los
muertos. El retrato de la difunta María preside no sólo el despacho, la casa
entera. Y su hija Nesi llama mamá, pero no madre a su nueva madre. Es necesario
que Inés roce la muerte tras dar a luz a una nueva niña, para que comprenda que
los muertos no mueren nunca del todo mientras vivan sus vivos, y que se puede
convivir con ellos. Entonces lo comprende. Como Rodolfo, su marido, que le dice
a Inés, estrechándola contra su pecho:</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">«”Hagamos
lo mejor que el momento exige de nosotros. Este es el mejor ejemplo que un
hombre puede ofrecerse a sí mismo y a los demás”. “¿Y qué es?” “¡Vivir, Inés!
Vivir tan bien y tanto tiempo como nos sea permitido.”»<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVb09SvP9zGtRf4L_4vAAHchmrHL0VH85jI5GUeTeYmjpeA7dgLEZzCXFuKYDnUORhNoQhK0nbG3gmGKGjwmnuJ0wsZszqB4Do6zzL0kZhVSb5bppuxdbjhhTTQRIc-qwsOwzrmFLXD_37/s910/theodor-storm-house-husum-mecklenburg.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="618" data-original-width="910" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVb09SvP9zGtRf4L_4vAAHchmrHL0VH85jI5GUeTeYmjpeA7dgLEZzCXFuKYDnUORhNoQhK0nbG3gmGKGjwmnuJ0wsZszqB4Do6zzL0kZhVSb5bppuxdbjhhTTQRIc-qwsOwzrmFLXD_37/w400-h272/theodor-storm-house-husum-mecklenburg.jpg" width="400" /></a></div><br /><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"><span style="background-color: white; font-family: roboto, arial; font-size: 14px; text-align: center;">Theodor Storm House, Husum, Mecklemburgo</span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">-
En </span><i style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"><b>Mi primo Christian</b></i><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;"> todo es más amable. La lucha de los vivos con los
vivos se establece entre la vieja criada Carolina y la futura esposa del primo
Christian, Julia. Carolina es celosa de la soledad segura y cotidiana de
Christian, y recelosa ante la intrusa. Julia es inocente, sin doblez alguna;
Carolina inocente, pero desconfiada. Carolina no tiene el corazón sencillo de
la pobre Félicité de Flaubert. A falta del loro Lulú tiene a Christian. Y ella
misma tiene algo de ave rapaz cuando se la describe al comienzo, en las
palabras que la madre de Christian le dirige a su hijo antes de morir,
pidiéndole que mantenga a la sirvienta en casa: “Te diré que con sus ojos
redondos en el ancho rostro y con su nariz</span><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">
</span><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">curvada sobre la hendidura de la boca, más bien se me figura un viejo
búho y tú ya sabes que ese pajarraco ocupa un lugar nada secundario en el reino
animal”. El narrador, cuando la sirvienta Carolina pasa las noches en vela,
sospechando que la inocente Julia no lo sea tanto, la halla “acurrucada en el
extremo del lecho, como si fuera un mochuelo”; su propio “aposento más bien
parecía el nido de una lechuza, y las plumas de edredón esparcidas por el suelo
simulaban los restos de las aves devoradas.” Carolina, ave rapaz para Julia
Hennefeder. </span><i style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">Hennefeder</i><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">, que significa “pluma de gallinas”.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Christian, que no se da cuenta siquiera,
en medio de su vida rutinaria, de si debe casarse o no, recuerda a esos otros
personajes pequeño-burgueses provincianos como Tiburius Kneight, en </span><i><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">El sendero en el bosque</span></i><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";"> , de Adalbert Stifter, que leí
no hace mucho. No sé cuándo se escribió este relato de Storm, pero tiene el
mismo espíritu de época del relato de Stifter, escrito en 1845. <i>El lago de
Immen</i> apareció en 1850. Personajes que no ven más allá de sí mismos y de su
vida ordenada conforme a sus costumbres. Tiene que haber alguien, desde fuera,
que les desvíe de su inercia para que se den cuenta de que hay vida ahí afuera;
así el doctor un tanto extravagante de <i>El sendero</i>… y el tío senador en el
caso de <i>Mi primo Christian</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">La vieja Carolina, al fin y al cabo
fiel sirvienta, será nuevamente domesticada por el niño que nace de la feliz
pareja.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Bien
pudo el tío senador cantar la vieja canción en medio de la ebriedad de aquella fiesta
de compromiso: “¡Del alto Olimpo viene la alegría!”. Porque tal como luego escribió
Claudio Rodríguez, en su <i>Don de la ebriedad</i>, “Siempre la claridad viene
del cielo”.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEEuQ4L1FOHmk2yRcKi9S48nrD0wrCBKvlBACDF-SLqKnvKi5vYT2VClGenl10h7FfxtvCky8oscWed_BmaxD2MpcTLGdJ-G_lQDSH_-V9KIEuWuIbpYDWNq5yxno6By46f2ivf1L0HxMX/s800/800px-Hanerau-Hademarschen_Storm-Haus_01.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="633" data-original-width="800" height="506" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEEuQ4L1FOHmk2yRcKi9S48nrD0wrCBKvlBACDF-SLqKnvKi5vYT2VClGenl10h7FfxtvCky8oscWed_BmaxD2MpcTLGdJ-G_lQDSH_-V9KIEuWuIbpYDWNq5yxno6By46f2ivf1L0HxMX/w640-h506/800px-Hanerau-Hademarschen_Storm-Haus_01.jpg" width="640" /></a></div><br /><o:p></o:p><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 107%; margin-bottom: 8pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Cambria",serif; font-size: 14pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">Casa de Theodor Storm en Hademarschen. Grabado de Fürst</span></p>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-10294749242821437072020-12-07T04:28:00.002-08:002020-12-07T04:28:52.212-08:00ARPAS Y MANOS DE NIEVE<p> </p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt;">ARPAS
Y MANOS DE NIEVE<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt;">Proust es una magdalena. Una vez que lo has
leído, todo aquello que él recuperó en su busca del tiempo perdido, también lo
recuperas tú a través de él. Así, cuando yo <i>estaba</i> contemplando las
figuras todas del pórtico de la catedral, pronto reparaba en una de ellas y
entonces me decía: “esa posee la mano de nieve que despierta el arpa”. Y el
arpa era ya el arpa de Proust, porque aquella imagen maravillosa parecía
«despertar aquel canto con arpas que entonces se elevaba» sobre las
«conmovedoras efigies que ennoblecen para siempre la fachada venerable y
seductora de las catedrales», tal como lo escribiría Bergotte. Momentos en que «la
sensibilidad, que la dicha hizo callar como arpa ociosa, quiere una mano que la
haga resonar, aunque sea brutal, aunque la rompa» (1). Y asimismo el arpa de Proust
convertía a éste en un Lázaro que despertaba también el arpa de Bécquer, y la
mano que la hace resonar era la “mano de nieve” que arrancaba en mí notas nunca
oídas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><span style="font-family: "Calisto MT", serif; font-size: 14pt;">(1) <i>Por el camino de Swan</i></span></b><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt;">, Marcel Proust<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8RVzjjSIsVyxiSddbM8m5SuwM6NTr7LXznz0No3D3uY4Ui02NYSJSH6uYg9D8rB2WAouwfl6ZWhBsQvt1UzyoleQRWHlziOha5rJjbqHiedVDCRrEiZjmFl29OIKnrp5vaxzf4z7maHkx/s700/SantiagoPortico+G65.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="525" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8RVzjjSIsVyxiSddbM8m5SuwM6NTr7LXznz0No3D3uY4Ui02NYSJSH6uYg9D8rB2WAouwfl6ZWhBsQvt1UzyoleQRWHlziOha5rJjbqHiedVDCRrEiZjmFl29OIKnrp5vaxzf4z7maHkx/w480-h640/SantiagoPortico+G65.jpg" width="480" /></a></div><br /><span style="font-family: Calisto MT, serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">Con agradecimiento a www.romanicoaragones.com por la imagen</span></span><p></p>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-70864641907906669732020-08-09T02:56:00.001-07:002020-08-09T02:56:16.938-07:00LOS OBREROS DE LA TORRE DE BABEL<p> </p><p class="MsoNormal"></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">LOS
OBREROS DE LA TORRE DE BABEL<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Durante
años esperamos aquí arriba, ateridos, sedientos y hambrientos. Muy de vez en
cuando, cada vez más espaciadamente, llega algún portador con la vasija de agua
casi vacía, algún mendrugo duro como piedra, o alguno otro con una carga, si acaso,
de dos o tres ladrillos de adobe. Nos sorprendemos, porque apenas si entienden ya
lo que decimos, como si hablaran otras lenguas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><img src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/f/fc/Pieter_Bruegel_the_Elder_-_The_Tower_of_Babel_%28Vienna%29_-_Google_Art_Project_-_edited.jpg/800px-Pieter_Bruegel_the_Elder_-_The_Tower_of_Babel_%28Vienna%29_-_Google_Art_Project_-_edited.jpg" /></span></p>PIETER BRUEGEL EL VIEJO: LA TORRE DE BABEL<p></p>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-56856095132004208062020-08-06T03:53:00.003-07:002020-08-06T03:54:30.663-07:00TODA FICCIÓN SE INVENTA A SÍ MISMA<p class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><br /></p><p class="MsoNormal"><span style="font-size: 18pt;">Alonso Quijano, a partir de las
ficciones que lee, inventa una ficción (don Quijote). Esa ficción inventa un
narrador (Cide Hamete). Ese narrador inventa<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>un autor (Cervantes), que a su vez inventa otros narradores (que para
eso es autor), que inventan una narración que a su vez inventa unos lectores,
uno de los cuales inventa otro don Quijote, el cual inventa otro autor
(Avellaneda), quien a su vez inventa también otros lectores inventados por otro
autor (Cervantes) que han leído ese <i>Quijote</i> de Avellaneda y el otro <i>Quijote</i> de
Cervantes, lectores que a su vez son leídos por otros lectores que acaban
inventando todos los <i>Quijotes</i> apócrifos que leemos desde entonces. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 18pt;">Toda ficción se inventa a sí
misma. Porque la ficción siempre supera a la ficción.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><img alt="El Quijote: ¿La respuesta más genial de la historia de la ..." height="720" src="https://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/1920/1080/fit/quijote-gustavodore.jpg" width="557" /></p><br />Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-38583760534013664772020-08-01T05:16:00.004-07:002020-08-01T05:16:52.933-07:00LEOPOLDO LUGONES Y EL TALISMAN DE LA DICHA<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 16.0pt; line-height: 115%;">Hay un maravilloso —en todos
los sentidos—, un maravilloso relato de Leopoldo Lugones, “El talismán de la
dicha”, en un librito (un pequeño joyero) titulado <i>Filosofícula </i>(1). En ese
breve relato un príncipe mogrebino decide buscar el anillo de Salomón, el
talismán de la dicha. No contaré sus peripecias ni sus avatares, sólo citaré su
doble moraleja final, grabada en el reverso del pectoral de cobre que cubría la
momia de Salomón: «Para ser dichoso, no hay más que afrontar el secreto de la
muerte. Pídela si quieres.» Y a continuación se ofrece otra opción: «Mas, para no
ser desdichado, basta alcanzar con dificultad las satisfacciones de la vida.» El
príncipe mogrebino «decidió simplemente no ser desdichado…» <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 16.0pt; line-height: 115%;">Leopoldo Lugones, tras haber
optado por la primera al igual que el príncipe, el 18 de febrero de 1938, en
Tigre (Buenos Aires), decidió finalmente afrontar el secreto de la muerte. Como un
Sócrates moderno, ingirió whisky con cianuro.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Calisto MT", serif; line-height: 115%;">(1) Eneida, colección Confabulaciones, Madrid, 2013</span></p><br /><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_pYSiCy1SkVjtL0wCd49YlWd0AQzQINhW823JTi7Moptv3zwx5V2p_N7PLtGs33KOm8v_kqmjlS9eZurrertcYa1CAJ-VZq7b1saalTkJUpJEtDrWLsWwqU3bhLRu1_Vpla_o7klPlSJM/s1024/Leopoldo-Lugones-y-su-esposa-Juana-Agudelo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_pYSiCy1SkVjtL0wCd49YlWd0AQzQINhW823JTi7Moptv3zwx5V2p_N7PLtGs33KOm8v_kqmjlS9eZurrertcYa1CAJ-VZq7b1saalTkJUpJEtDrWLsWwqU3bhLRu1_Vpla_o7klPlSJM/s640/Leopoldo-Lugones-y-su-esposa-Juana-Agudelo.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Leopoldo Lugones junto a su esposa Juana Agudelo</div>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-33722647036122836782020-07-15T05:19:00.000-07:002020-07-15T05:19:10.836-07:00LA SÉPTIMA FUNCIÓN DEL LENGUAJE<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 18.0pt;">La séptima función del lenguaje
es lo que el lenguaje no pronuncia, pero se deja decir. Lo que infiere, lo que
sugiere, lo que difiere sin referir explícitamente. La séptima función del
lenguaje es el silencio, el silencio que habla, es lo que el lenguaje vierte en
el silencio, lo que dice el silencio del lenguaje.<o:p></o:p></span></p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglPkw-VyyouVqAiFgZZXpg7y1mZgUFakZBcl7lBZ6J7lalCMzvDRbaZdys9y1PsEHBhQj-aXDfDpJPqFLnDbb2jAF250GXRBzrxRVNEg5AIOlbWHtI2UhhsfhrEBRs9NSgo3-u2dx2WQwH/s2048/IMG_8483.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglPkw-VyyouVqAiFgZZXpg7y1mZgUFakZBcl7lBZ6J7lalCMzvDRbaZdys9y1PsEHBhQj-aXDfDpJPqFLnDbb2jAF250GXRBzrxRVNEg5AIOlbWHtI2UhhsfhrEBRs9NSgo3-u2dx2WQwH/w469-h625/IMG_8483.JPG" width="469" /></a></div>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-89037174622021882572020-05-03T02:33:00.001-07:002020-07-15T05:00:35.726-07:00DÍA DE LA MADRE<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<b><span lang="" style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%;">LA PALABRA<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<i><span lang="" style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%;"><span style="mso-tab-count: 2;"> </span>A
mi madre, Inés, in memoriam<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">He buscado, madre, la palabra más grande,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la palabra más limpia, la palabra más clara,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la que al pronunciarse crea lo que nombramos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">como siempre hacía el Dios de la infancia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">La palabra umbilical que nos da luz y vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">La que todo lo dice, la que todo lo calla,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la que expresa tan cálida el amor de la lumbre<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">en los días en que el viento flagela las ramas,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la palabra que es sombra cuando el sol nos derrite, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">el agua en la sed, el pan
que nos sacia,<o:p></o:p></span></div>
<span style="mso-bookmark: _Hlk39259183;"></span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la que enfría la frente en el ardor de la fiebre<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">y ahuyenta de la noche miedos y fantasmas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">La palabra de leche en los labios del niño<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">que calma su llanto con canciones de nana.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Siempre aquella que alivia el dolor y la pena<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">con antónimos que ocultan el temblor de su alma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">La que en mayo enciende el color de las rosas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">y en los pétalos del tiempo exhala fragancias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">La palabra que todo lo da a cambio de nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">He buscado, madre, la palabra perfecta,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la madre de todo, de todas las palabras,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">y ahora la he encontrado, ahora la pronuncio,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">te la digo de nuevo como recién creada,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 16pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">la primera, <i>madre</i>, la primera palabra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-25359155812406746782019-10-22T09:46:00.000-07:002019-10-22T09:49:00.334-07:00EN BUSCA DE "EL GRAN MAULNES", EN BUSCA DE ALAIN-FOURNIER<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Quien no haya leído <i>El gran Maulnes</i> de Alain-Fournier no puede hacerse una idea de cómo la realidad imita al arte. Habíamos partido de Bourges con un cielo totalmente despejado, un día azul y soleado. Pero según nos íbamos adentrando en la región boscosa cercana a <b>La Chapelle d’Angillon</b>,<b> </b>veíamos a lo lejos, al fondo de la carretera larga y recta, sobre la lejanía frondosa, una gran nube blanca y misteriosa. Al adentrarnos en ella, se convirtió en una niebla mágica e invernal, tal como si hubiéramos penetrado en otro reino y en otro tiempo. Poco a poco la niebla se fue tornando menos densa hasta deshacerse. De ambas orillas de la carretera partían de vez en cuando caminos blancos que luego a su vez se multiplicaban perpendicularmente en las entrañas del bosque interminable. Así es, y así se describe en la novela. ¿Cómo encontrar en ese inmenso bosque laberíntico el <i>dominio</i> fantástico en cuya mansión se celebra esa fiesta, mezcla de sueño y realidad, donde sin duda uno se enamoraría de Yvonne de Galais?<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9PwU1U4QkB3omU5Ypg_wx7UEU-FplRk7ZJc2hfELs9OCDpbdoFqvp6i4mW3hiJgV4r5tjCBCgGFRsy8x6PZyKTVdtqakbPCS8ftDZEz5NtAO39_BaDdFQP-N5hoXtl45eQuNXDQC4wXap/s1600/IMG_0724.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9PwU1U4QkB3omU5Ypg_wx7UEU-FplRk7ZJc2hfELs9OCDpbdoFqvp6i4mW3hiJgV4r5tjCBCgGFRsy8x6PZyKTVdtqakbPCS8ftDZEz5NtAO39_BaDdFQP-N5hoXtl45eQuNXDQC4wXap/s640/IMG_0724.JPG" width="640" /></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">La casa natal de Alain-Fournier se encuentra a las afueras de La Chapelle d’Angillon, en una breve hilera de viviendas paralela a la carretera. No se puede visitar, aún es propiedad privada de la familia del escritor, que sigue habitándola. Es una casa típica francesa con una primera planta cubierta por un pronunciado tejado de pizarra negra. Seis ventanas amplias se abren en la fachada ocre del primer piso, y en la planta baja se cuentan dos puertas centrales y dos ventanas laterales. Un gran portalón abierto a la izquierda da a un generoso patio interior.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgE4yUlinTWgQJ2-ndaeq4_vnIwDd9F26pyoWMmh7eo3A2ym2T_o6Sp7zAWP4KcB5vrbJMtsr8DXeAF_H1Ao1oEocRwhAj9iCb679ahbSoY2z4pdO3PO-49H0gf5Z0jXX4x6SuxWj1wtv5l/s1600/IMG_0729.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgE4yUlinTWgQJ2-ndaeq4_vnIwDd9F26pyoWMmh7eo3A2ym2T_o6Sp7zAWP4KcB5vrbJMtsr8DXeAF_H1Ao1oEocRwhAj9iCb679ahbSoY2z4pdO3PO-49H0gf5Z0jXX4x6SuxWj1wtv5l/s320/IMG_0729.JPG" width="320" /></a><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">El pueblo es pequeño. Pero cuenta al menos con un restaurante abierto, <i>Le Chêne Vert</i>, donde tomamos algo en amena conversación con el dueño, pues somos los únicos parroquianos.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><span style="font-family: "calisto mt", serif; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Visitamos luego a las afueras el castillo de Béthune, un respetable <i>château</i> con varios torreones cubiertos con chapiteles de pizarra. </span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: 14pt;">Dos grandes mastines, echados sobre el césped a la sombra de un gigantesco abeto, vigilan sin demasiado entusiasmo el patio exterior. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div>
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl_vWrXYSeRQuzLgXz30xuBv4EAFe6ak0HHo4qv6WRK9mRBoQPVMFDINu4Tk5WtKo6OBYjaW8MxYlemwBVTRfBWTOCIdK3_fpGROwJz3vjKEVW-tF8RHK-89R1TOTi9x07AOoqJU5ivL5I/s1600/IMG_0734.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhl_vWrXYSeRQuzLgXz30xuBv4EAFe6ak0HHo4qv6WRK9mRBoQPVMFDINu4Tk5WtKo6OBYjaW8MxYlemwBVTRfBWTOCIdK3_fpGROwJz3vjKEVW-tF8RHK-89R1TOTi9x07AOoqJU5ivL5I/s640/IMG_0734.JPG" width="640" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmbK0zAUIghCec7WN8Wjz3EsdUtPkpGPo0F0I-ZZYk9UZmihM5iXi3aedJU_dMpc5IRb1Mk2_vcYgB1OuQjN2wkXVe8jq2-lxHjaCWCiehzwrqsj7DcSYTx53rRJUNQ94NxPRAPtq3v_G0/s1600/IMG_0736.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmbK0zAUIghCec7WN8Wjz3EsdUtPkpGPo0F0I-ZZYk9UZmihM5iXi3aedJU_dMpc5IRb1Mk2_vcYgB1OuQjN2wkXVe8jq2-lxHjaCWCiehzwrqsj7DcSYTx53rRJUNQ94NxPRAPtq3v_G0/s320/IMG_0736.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: 14pt;">El encargado de las visitas es un hombre pelirrojo, con alguna discapacidad en un ojo; nos proporciona las entradas (con una cierta rebaja) y nos conduce pacientemente por las distintas dependencias visitables. Sólo nosotros dos formamos el grupo de visitantes. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">El sitio intenta ser un museo privado que, al mismo tiempo que homenajea a Alain-Fournier y a su amigo Jacques Rivière (quien acabaría siendo su cuñado), muestra el mobiliario y las pretensiones de una antigua y noble familia con <i>château</i>. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj66QCjcoGuwllMYgGVT6OvqkFYGSCHMIqg3cuhNq5h_OIh3uC0hs56FJ4tjOHLQAkOGTAKEOkkgEORSlyU0XAg0APwpEZRELhCbs0bmDgwyFOuvsQaaJ7IKVcBfiNu0YuaDgpXUNnDLdm/s1600/IMG_0753.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj66QCjcoGuwllMYgGVT6OvqkFYGSCHMIqg3cuhNq5h_OIh3uC0hs56FJ4tjOHLQAkOGTAKEOkkgEORSlyU0XAg0APwpEZRELhCbs0bmDgwyFOuvsQaaJ7IKVcBfiNu0YuaDgpXUNnDLdm/s400/IMG_0753.JPG" width="300" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgTFzIP0JVDc5rLlLffL6l9gvcNzSL8hf4drou_hurG71P0byQ_AW7OFlrMGdmcpQ_bg9dTjqpNypNZRFI6sfV88mHJHWeVsIETejJJdv2lbdZ2-zETlLrUDZpjSS4oCsc5S41s6yo4vEP/s1600/IMG_0749.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgTFzIP0JVDc5rLlLffL6l9gvcNzSL8hf4drou_hurG71P0byQ_AW7OFlrMGdmcpQ_bg9dTjqpNypNZRFI6sfV88mHJHWeVsIETejJJdv2lbdZ2-zETlLrUDZpjSS4oCsc5S41s6yo4vEP/s400/IMG_0749.JPG" width="300" /></a><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidzf7B3tyqgUQA3OUxhtJC7ipoHJp8P15jh2LVvvXu33IvhAYr6jmhvYva-_N6tiq4vYXcF-n6c0vnLVto12jxLb28UeidUxkpZo0omvkb9LK-8_6-04UZYy32BEe11b-sxYclYarqJudH/s1600/IMG_0740.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidzf7B3tyqgUQA3OUxhtJC7ipoHJp8P15jh2LVvvXu33IvhAYr6jmhvYva-_N6tiq4vYXcF-n6c0vnLVto12jxLb28UeidUxkpZo0omvkb9LK-8_6-04UZYy32BEe11b-sxYclYarqJudH/s320/IMG_0740.JPG" width="320" /></a><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Las habitaciones están abigarradas de objetos curiosos y de época, de cuadros y cerámicas, de fotografías del joven Henri Alban Fournier —verdadero nombre de Alain—, de Jacques y de otros escritores y artistas de la época. Por algunos de los salones nos deslizamos sobre unas enormes pantuflas con las cuales evitamos rayar el suelo de madera pulida al mismo tiempo que le sacamos brillo. </span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXyvsFRJmYZHvvSAGm8qRkNx4QRhlhxeY9CHb_HCzNLx1ZTrz8fssc7TWppy27JXHUlRv6ZLv3903wyN7Igaz5ejCtzfKio8Zf-t7AfB6AWYjhtrmnL-M85mcstndDIR75bASZhr_OOg-q/s1600/IMG_0745.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXyvsFRJmYZHvvSAGm8qRkNx4QRhlhxeY9CHb_HCzNLx1ZTrz8fssc7TWppy27JXHUlRv6ZLv3903wyN7Igaz5ejCtzfKio8Zf-t7AfB6AWYjhtrmnL-M85mcstndDIR75bASZhr_OOg-q/s320/IMG_0745.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFX0xkFDOiqbHgo9oPj44l3J8LpsAJk5duW0W5Zak0YbDhDatzEbxfUwTATLZ0jhAYj5KOt7i6pkxTidyRmcWlnqVFoQHpsSxeybbqTgG7hKZ_ekyctzsx4lVnB37RnwWMvS13nkgoYXJi/s1600/IMG_0744.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFX0xkFDOiqbHgo9oPj44l3J8LpsAJk5duW0W5Zak0YbDhDatzEbxfUwTATLZ0jhAYj5KOt7i6pkxTidyRmcWlnqVFoQHpsSxeybbqTgG7hKZ_ekyctzsx4lVnB37RnwWMvS13nkgoYXJi/s640/IMG_0744.JPG" width="640" /></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Por algunas ventanas de cristal hialino de las habitaciones más nobles, se ve el lago y más allá el bosque que bordea una de los laterales de la mansión. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGl5Z39pK4_Evs3iOYGywRZU3sxbGLdwOm4QCyG1ehMWDAimk42txVpBlVLpyQbCsZmASkjwB9RfjTf9Kw-rO6PC_b-DRsHkk29NulB1NxeJEkO9593Dwp-iJq1VVpVNlEnut9BN3_Kt_S/s1600/IMG_0748.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGl5Z39pK4_Evs3iOYGywRZU3sxbGLdwOm4QCyG1ehMWDAimk42txVpBlVLpyQbCsZmASkjwB9RfjTf9Kw-rO6PC_b-DRsHkk29NulB1NxeJEkO9593Dwp-iJq1VVpVNlEnut9BN3_Kt_S/s640/IMG_0748.JPG" width="640" /></a><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">En una sala, nuestro guía hace sentarse a Rosa al piano: toca sus teclas y suena una vieja canción; el instrumento dispone de cartones programados con piezas musicales diversas, tales como esos tradicionales organillos de palanca que hemos visto en las fiestas castizas de Madrid.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Antes de despedirnos de nuestro amable guía, éste nos dice que esperemos, que nos quiere ofrecer una pequeña sorpresa: un par de pósteres, cuyo detalle agradecemos de verdad. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8f0fJ1iMK8B1csH5BhH2eSOjVaawwEx2Y6CuJm_q9jJjaH9zq9O5g8O0hfggRkp3DdLsL-EK5wx2mbhnppEGXBpTOJNPYhAtrQbtgge8svX-hVgSHMOumXJPY_3vYplFZb8KibCecVC_G/s1600/IMG_0737.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8f0fJ1iMK8B1csH5BhH2eSOjVaawwEx2Y6CuJm_q9jJjaH9zq9O5g8O0hfggRkp3DdLsL-EK5wx2mbhnppEGXBpTOJNPYhAtrQbtgge8svX-hVgSHMOumXJPY_3vYplFZb8KibCecVC_G/s400/IMG_0737.JPG" width="400" /></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">En el patio interior del <i>château</i>, bajo la amplia arcada de una de las alas del edificio, unas cuantas personas trabajan con distintos objetos, seguramente en un proceso de restauración. Nuestro guía nos conduce hacia ellas y la más distinguida, un hombre más o menos de nuestra edad, se acerca a saludarnos y nos agradece la visita y la contribución al mantenimiento y propósito museístico del lugar. Nosotros también le mostramos nuestro reconocimiento por permitirnos visitar su castillo y por honrar a quienes contribuyen a la gloria literaria europea.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span><span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">Alain-Fournier murió a finales de septiembre de 1914 en acción de guerra, en Les Éparges, muy cerca de Verdún. Contaba 27 años. Un año antes había publicado <i>El gran Maulnes</i>. En 1991 se descubrió su cuerpo enterrado en una fosa común junto a soldados alemanes.<o:p></o:p></span><br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;">***</span><br />
<div>
<span style="font-family: "calisto mt" , "serif"; font-size: 14pt; line-height: 21.4667px;"><br /></span></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
</div>
</div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-52827657497621622292019-10-07T13:52:00.003-07:002019-10-07T13:52:57.372-07:00FLAUBERT: VISITA AL PABELLÓN DE CROISSET<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">24 de julio de 2011, domingo</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">Abandonamos Mont Saint-Michel, dejamos que se lo sigan disputando bretones y normandos. Quedamos para otro viaje la visita al cercano Cabourg (la Balbec de <i>En busca del tiempo perdido</i>). Ahora vamos en busca de Gustave Flaubert, a Croisset. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoQveEwXkuGB_qzue1fpa32GF5eioZ6Iy0wEEnm1SS_akbBHeqw1X_-XpmWIPDCjA5UzJQ0pBmCxW1p4TOEhE7S-wkX3ItFTmuhXBPbymqNy3G4MMloJrJNyYtOe_HVh7KPszaUrPsagOT/s1600/flaubert.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoQveEwXkuGB_qzue1fpa32GF5eioZ6Iy0wEEnm1SS_akbBHeqw1X_-XpmWIPDCjA5UzJQ0pBmCxW1p4TOEhE7S-wkX3ItFTmuhXBPbymqNy3G4MMloJrJNyYtOe_HVh7KPszaUrPsagOT/s1600/flaubert.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="font-size: 12.8px; text-align: center;"><i>Gustave Flaubert, normando</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">La parada en <b>Brionne</b>, en el Valle del Risle, nos dice que ya no estamos en Bretaña: el pueblo está algo descuidado, sin apenas flores, con cierta suciedad en las calles y hasta la gente parece más brusca. Hay un mercado donde todo se mezcla, la carne con la ropa, las ostras con las verduras... Y entre el gentío nos quedamos sorprendidos: ¡reconocemos el bigote de Flaubert, y aun su fisonomía, en bastantes parroquianos! Resulta que la imagen estereotipada de los normandos es verdadera. Gustave sigue aquí entre sus paisanos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">El paisaje se va haciendo llano, arisco, mesetario, muy castellano a veces.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">A <b>Croisset</b> llegamos a la hora de comer francesa. Actualmente es un barrio industrial al oeste de Ruán, y lo único que encontramos para matar el hambre es un búrguer. Logramos luego divisar la pequeña torre de una iglesia y hallamos cerca un bar-restaurante que se llama <i>Le Flaubert;</i> «ya descubrimos las primeras huellas que ha dejado nuestro escritor, no andará muy lejos», pensamos. Esto lo confirma el hecho de que también hemos llegado a la <i>Quai Gustave Flaubert</i>. Pero al cabo del rato, eso es todo cuanto nos indica que este lugar estuvo vinculado al autor de <i>Madame Bovary</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">Recorremos la avenida paralela al Sena —una carreterilla flanqueada en parte por una fila de arbolillos, bastante raquíticos para ser franceses— donde se supone que estuvo la casa de Gustave y no encontramos nada. Esta avenida se alarga entre la ladera abrupta de un monte de tierra blanca y el río. Sólo vemos alguna casa que pudiera ser al menos decimonónica, una de ellas una mansión bastante impresionante, pero nada que indique que pueda ser la que buscamos. Entre las casas de vez en cuando surge algún feo almacén, como uno que guarda un montón de camiones cisterna. A los pies del monte, se abren en la tierra blanca algunas oscuras cuevas. A la otra orilla del ancho Sena —como buen río francés— se divisan industrias humeantes y más almacenes y naves con fábricas y grúas portuarias. Preguntamos, pero las dos o tres personas con las que conseguimos topar ponen cara de no saber de qué estamos hablando. Andamos y desandamos la avenida y nada. Luego una pareja de ancianos nos manda otra vez en dirección al restaurante; creemos que Flaubert les suena por el nombre del local. Estamos dando vueltas a lo tonto. Parece que el viejo oso normando no es profeta en su tierra. Y eso que, en los últimos años de vida del novelista, cuando los barcos de pasajeros pasaban ante la casa del <i>ermitaño de Croisset</i> se la señalaba como una atracción turística. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">Al fin, un joven nos indica que sí, que hay un bapellón-museo Flaubert siguiendo la acera de nuevo en dirección contraria. Lo habíamos pasado antes y no habíamos visto la placa de chapa oscura que lo identifica, en la pared exterior del pequeño pabellón, bajo los dos ventanales con contraventanas azules que miran al Sena. Y sobre estos, en el centro, bajo el saliente del tejadillo, un alto y pequeño cartel difícil de leer, pero que reproduce palabras de su antiguo dueño sobre la antigua casa:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5KEuhb3P9oZ7nwCtY4GvYM0GE_cJzGC8dfZIMGYInBtnjTsS60zjPzP65KNBcuUyBlm0xhPqDCuanJaMcizSSjNqLgFTJsAzWh6Zfh_UowZpT3XO0VB6gx-pMEeFz919iV2hBXnO-mreq/s1600/60b.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5KEuhb3P9oZ7nwCtY4GvYM0GE_cJzGC8dfZIMGYInBtnjTsS60zjPzP65KNBcuUyBlm0xhPqDCuanJaMcizSSjNqLgFTJsAzWh6Zfh_UowZpT3XO0VB6gx-pMEeFz919iV2hBXnO-mreq/s1600/60b.png" width="640" /></a></div>
<span style="font-family: "garamond" , serif; font-size: 13pt;"><br /></span><span style="font-family: "garamond" , serif;">«J’ai quelque part une maison blanche... J’ai laissé le mur tapissé de roses et le pavillon au bord de l’eau. Un </span><span style="color: #330000; font-family: "garamond" , serif;">chèvrefeuille pousse sur le balcon de fer. A une heure du matin, en juillet, par le clair de lune. </span><span lang="EN-GB" style="color: #330000; font-family: "garamond" , serif;">Il y fait bon venir voir pêcher.... <i>Gustave Flaubert</i>»</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">La cancela de la puerta está abierta y penetramos en un jardín. Hay una casita a la derecha, con tejados salientes a dos aguas de un color rojizo desvaído ya en gris, rotos por dos ventanas abuhardilladas también con tejadillo circunflejo, al igual que el de la puerta de entrada que está bajo ellos. En su pared frontal la casita se asoma al río por un pequeño balconcillo de madera y, bajo éste, por una amplia ventana acristalada de medio punto. Una chica joven de aire tímido es la guía del museo. Pero esta casa, que habíamos creído la <i>maison</i> del escritor, es en realidad el refugio del guarda; la casa de Flaubert fue derruida y no queda nada de ella salvo el pabellón de lectura, que es lo que visitaremos. Se trata de la estancia donde Flaubert leía en voz alta el fruto de su escritura, para comprobar su eufonía y su ritmo. Ahí debió de leer, en 1849, <i>La tentación de San Antonio</i> a sus amigos Maxime Du Camp y Louis Bouilhet, durante varias largas jornadas, y ahí le sugerirían éstos que renunciase a <i>La tentación</i> y apostase, por ejemplo, por novelar el caso Delamare, de donde trascendería <i>Madame Bovary</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzvlJ0SMpje-qhS10xxKCWDCy6dvVnccjnq7fHi1tbgmkPSpXwgPkp7jue2IU2HifD_9g6AL-ihfD4Ps3EEox3TkpWIxDOMiy5PN4BitJLI2oSD92XEeWNV6zwlNwGKOksH3Y_99baZcZ0/s1600/61b.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzvlJ0SMpje-qhS10xxKCWDCy6dvVnccjnq7fHi1tbgmkPSpXwgPkp7jue2IU2HifD_9g6AL-ihfD4Ps3EEox3TkpWIxDOMiy5PN4BitJLI2oSD92XEeWNV6zwlNwGKOksH3Y_99baZcZ0/s1600/61b.png" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">El jardín se extiende sobre dos bancales; cada parterre está separado por un seto en demasía abigarrado de hierbas y flores, y ambos se comunican por una escalera central de unos pocos peldaños. El nivel superior frena la caída de la ladera del monte con una fila de árboles ante el muro de fondo; y otros árboles cobijan con su sombra algunos bancos dispersos, como en el nivel inferior cubierto de césped.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy4xFFnpFHQ1i8xpHPvWj7NB6m_pLNdjv9JnosAFQe_g08Tqp1l5oKzENawcz5h2Ix-yQBQS3upUtVoEcwLvpPOhQjSdoz1NxKQ4JmDArl9SESRKAstlKWBO9qW6Bqm-Wq-7jugcse_sYF/s1600/62b.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy4xFFnpFHQ1i8xpHPvWj7NB6m_pLNdjv9JnosAFQe_g08Tqp1l5oKzENawcz5h2Ix-yQBQS3upUtVoEcwLvpPOhQjSdoz1NxKQ4JmDArl9SESRKAstlKWBO9qW6Bqm-Wq-7jugcse_sYF/s1600/62b.png" width="320" /></a><span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">El pabellón es pequeño, una sola estancia cuadrada. A través de los dos ventanales frente a la puerta de entrada se observa cómo fluye el Sena y sobre el Sena los barcos, y se ve cómo el paso del tiempo ha hecho mella en la otra orilla, cambiando el paisaje bucólico que siempre imaginamos por almacenes e industrias. Flaubert se bañaba muchas mañanas en el río; hoy no creo que se atreviera. Otros ventanales a la izquierda miran al jardín y a la casita del guarda. Sobre la pared derecha, entre otras cosas, cuelga un cuadro de lo que fue la <i>maison</i> de tejados azules de Croisset (donde a su izquierda se adivina el pabellón superviviente) y, al imaginarlo, uno vierte el pasado sobre el presente como azúcar en el café. A su lado, también desde otro marco, Flaubert en persona parece mirarnos como intrusos con la cierta mala leche que le da su bigote normando. Las paredes libres de vanos, también apoyan alguna librería y estanterías en madera de roble con libros, bustos y estatuillas, y unas vitrinas con objetos de Flaubert o vinculados a él: manuscritos, varios utensilios cotidianos como su pipa, ceniceros, y alguno curioso como una rana o sapo de bronce que no sabría uno discernir si es pisapapeles o tintero. El centro de la habitación está presidida por la mesa de trabajo circular y su sillón, al parecer el mismo en que se sentaba nuestro escritor para hacer sus correcciones después de haber leído sus textos en voz alta dando vueltas por el pequeño habitáculo. En un libro de visitas sobre la mesa, dejo unas palabras escritas con la misma emoción que si supiera que Flaubert las leería en viva voz, corrigiéndolas tal vez.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcDmega04Cc0DFnWnlRCR9wdUaeTSgoPECYIeycyi0SwC3mxPQOxNBH26aBYOwPSqJyb797WWLgp5Zs4Q95-KFrGpOsonwdzsSN2iPYFiWoYMn60QGpzfhGG4SWCOqnNq-rp_AgmsdJt9A/s1600/63b.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcDmega04Cc0DFnWnlRCR9wdUaeTSgoPECYIeycyi0SwC3mxPQOxNBH26aBYOwPSqJyb797WWLgp5Zs4Q95-KFrGpOsonwdzsSN2iPYFiWoYMn60QGpzfhGG4SWCOqnNq-rp_AgmsdJt9A/s1600/63b.png" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;">Luego, cuando ya había abandonado Croisset, caeré en la cuenta de que no había visto el loro, el loro embalsamado de Flaubert. Y lo siento como un pecado por omisión. Rosa, en cambio, más observadora que su marido, sí que se había percatado. ¡Hay que estar al loro!<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14pt;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9t5EFg2-lpDOpXx5q-bTY8dLw-X4hH6uMh9ObT2kTDPyNQH3gucVvngCu1I4nIuy2FTZTCDrtF_6SZCbX0wI0KduiUbAgJi8yn8sQ6g-taT0Dl-MyzPVdAytKxK-7_GlS6VilWNy5W5pF/s1600/64b.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9t5EFg2-lpDOpXx5q-bTY8dLw-X4hH6uMh9ObT2kTDPyNQH3gucVvngCu1I4nIuy2FTZTCDrtF_6SZCbX0wI0KduiUbAgJi8yn8sQ6g-taT0Dl-MyzPVdAytKxK-7_GlS6VilWNy5W5pF/s1600/64b.png" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="font-size: 12.8px;"><i>Vista del Sena desde el pabellón de Flaubert en Croisset</i><br />
<div>
<i><br /></i></div>
</td></tr>
</tbody></table>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-42213087476025868622019-10-05T11:11:00.002-07:002019-10-08T09:27:25.234-07:00VICTOR HUGO: CASA NATAL<span style="font-size: large;">CASA NATAL DE VICTOR HUGO EN BESANZÓN </span><br />
<span style="font-size: large;">MAISON NATAL DE VICTOR HUGO (BESANÇON)</span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img height="313" src="https://lh3.googleusercontent.com/cbHR4SpvfYYjfIu-Hot3tFxUPfJ01RFIhVGhckjkRgpkw0wunop-6Zcuu1LNegd4-e1nxMWt6pVt3RiUtPChAueDGV-zmqnrTxnUh_SiVDoscZ0VCaO1JLqdEwze7Bh-qbLbMayMOZe8dmxIugc2DqhOI4N63Mehwdqp30IKXQAFZ94E-AcbRhovn2X0Gmle9I3ccPgCWxETFEZYcH5IFGNFmJhXZmAkQF6O7gLxtI-BJzRSDwvfVh_-yK2rMYsJeHJFsVjsWEhhCt66LOWWV-nkAA7dGhckmh-SxyE8CZel1IpAKZbSxPTYx_z6wDuOSVm3DUDOG4HoQrPUPm7rr4O6lDZgGoV7iXx7lXgJb_CBPsTPghrnkvj5KmKfcpbNL2vpwLDWOj_tiraRxjEa1u5Mvg0IeGGcuXFDqrOSzkpwIjs4_B6OPGXPNwwaPtkZ62O0wODaJKyildfUd-oGLtkJQdL72t4G8SC4rtRrJr3NV5ReN3sGihhjWOU0HGhLGA0GkYerQ7wGas_oPKRaFOCI9Rhv39rkrqr1B0cwXcqc0j8UzaVjsLDIDcVYijhMfw512qnV3QO4fEIdMqkbHKzlxK8AjcHcobI-juOIPI0jnMpGwaQOzL4rIvo6R4oAxNNkMIN359bECEdsR68yanNCkxQjuP8sHaza2dU7VBdxxG503NBfJw=w1233-h608-no" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="640" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Besanzón, en la época del nacimiento de Victor Hugo</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: large;">Decidimos
parar —por segunda vez— en Besanzón (<b>Besançon</b>) para ver la fortaleza y
la casa natal de Victor Hugo, pendientes de la última visita. La divisa oficial
del lugar es <i>Utinam</i>, que traducen los franceses como «Plût à
Dieu». </span><span style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">Porque sí, en esta apartada ciudad provinciana, tan lejana del gran París, nació el gran Victor Hugo: «Alors dans Besançon,
vieille ville espagnole […] Cet enfant que la vie effaçait de son livre, / Et
qui n'avait pas même un lendemain à vivre, / C'est moi.», al decir del propio escritor.
<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><img alt="Resultado de imagen de VICTOR HUGO" height="640" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e6/Victor_Hugo_by_%C3%89tienne_Carjat_1876_-_full.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="518" /></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; text-align: justify; text-indent: 18.9333px;">Victor Hugo, en su vejez</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;">Los
accesos al casco histórico de la ciudad </span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;">-</span><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;">una península circundada por el meandro del Doubs</span><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;">- </span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">estaban en obras, las calles levantadas como en una
revolución, cortadas unas, partidas otras, cerradas las más, desvíos y más
desvíos que dificultaban el dirigirse a lugares concretos. Cruzamos un puente. </span></span><span style="font-family: "Calisto MT", serif; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-size: large;">Las
calles no estaban ya tan solitarias como entonces, pero la urbe aún presenta
esa decorosa, impersonal e indiferente decadencia tan característica de algunas
ciudades francesas, donde los relojes se han quedado sin cuerda, con el tinte
de la grisura especial, ocre y azulada, que le confiere la piedra calcárea de
Chailluz.</span></span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Calisto MT",serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;"><br /></span></span>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPe9ZxeJnzDJ0aUeDqAgBOy6M08PDrGCflYmHHnZKFCUVeidilV1MhuyYeAUwfhNPVnBAjNgDCWg0QDKIM6S0Oxe5dCepYc71a9jzZyTJaUo9nRMQoIPBxUoo4-ihibXjJK-HOU0-0bSQS/s1600/IMG_3038.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPe9ZxeJnzDJ0aUeDqAgBOy6M08PDrGCflYmHHnZKFCUVeidilV1MhuyYeAUwfhNPVnBAjNgDCWg0QDKIM6S0Oxe5dCepYc71a9jzZyTJaUo9nRMQoIPBxUoo4-ihibXjJK-HOU0-0bSQS/s640/IMG_3038.JPG" width="640" /></a><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;">Besanzón guarda restos romanos, entre ellos, en un recoleto y escondido parquecillo, las ruinas de un teatro romano; </span><i style="font-family: Garamond, serif; text-indent: 18.9333px;">la Porte Noire</i><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;">, un arco del Triunfo romano (erigido en tiempos de Marco Aurelio) que abre la puerta a la apática catedral neoclásica de Saint-Jean (aunque se levantara primeramente como románica en el siglo XII sobre una construcción carolingia del IX). El templo no es gran cosa, pero al menos cuenta con dos órganos, un gran reloj astronómico y el altar circular de mármol blanco con la </span><i style="font-family: Garamond, serif; text-indent: 18.9333px;">Rosa de San Juan</i><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;"> (el monograma de Cristo con la inscripción, en latín, “Este signo da al pueblo el Reino de los Cielos”).</span></span><br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgL7gQ6Dr7jLUK63bDJYr1th3qXeN3n7jY5awOdt8Fa4gy9euSuLsN-kDGrfpb42gWrURvtmFJliqE4Ro4uBhB8b4QimsEf0lSpmchfbUXDRd4_hCkbKVqjFWt0IW4zgwb7-L0hYTWwPr1s/s1600/IMG_3044.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgL7gQ6Dr7jLUK63bDJYr1th3qXeN3n7jY5awOdt8Fa4gy9euSuLsN-kDGrfpb42gWrURvtmFJliqE4Ro4uBhB8b4QimsEf0lSpmchfbUXDRd4_hCkbKVqjFWt0IW4zgwb7-L0hYTWwPr1s/s400/IMG_3044.JPG" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">En aquella primera visita no nos habíamos percatado de la casa Baratte, que
así llamaban, por su muy antiguo propietario, al edificio donde naciera el autor de </span><i style="font-family: "calisto mt", serif; text-indent: 14.2pt;">Los miserables</i><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">. L</span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 18.9333px;">a <i>maison</i> natal de Victor Hugo, sita en la pequeña plaza que lleva hoy día su nombre, está a tiro de piedra y cuesta abajo de la catedral, y vecina de las ruinas románticas del teatro romano.</span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;"> </span></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><img alt="Resultado de imagen de maison natale victor hugo" height="640" src="https://www.litterature-lieux.com/images/photos/site-372-1.jpg" width="428" /></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"></span><br /></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;">
</div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif;"><span style="font-size: large;">En la fachada grisácea, la puerta está flanqueada por dos amplios portalones arqueados. Sobre esa planta baja se alzan dos plantas simétricas, con tres altas ventanas en cada una; y sobre ellas un techo abuhardillado, de teja plana roja, con las chimeneas proyectándose hacia el cielo. Un edificio muy, muy francés. </span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif;"><br /></span>
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnGxGvos4ag70wlvZeV9GQVPGsKJ5KTCmB3-IuJLNP0REyzmzH0qRjRlU2W-Dxmasc35j6rztOzHy3VjQkl2lGpsLvCYpyhVkuLQ6hscvDXT3VSlOH-D72UNL4sWPOKL7xcrmiKiMRrFNJ/s1600/lpdp_100148-28.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="345" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnGxGvos4ag70wlvZeV9GQVPGsKJ5KTCmB3-IuJLNP0REyzmzH0qRjRlU2W-Dxmasc35j6rztOzHy3VjQkl2lGpsLvCYpyhVkuLQ6hscvDXT3VSlOH-D72UNL4sWPOKL7xcrmiKiMRrFNJ/s400/lpdp_100148-28.jpg" width="275" /></span></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">En la
recepción nos atendieron muy amablemente, eso sí lo recuerdo bien; se nota que
estaban encantados de recibir visitantes. Quizá porque no eran demasiados. Nos
entregaron un folleto en español (algo raro en Francia), “Deje que le hable de
Victor Hugo”; aún lo conservo, con el cariño con el que resguardamos los momentos
gratos. El breve folleto contiene información bien seleccionada, interesante y
con muchas fotografías e imágenes ilustrativas (algunas de las cuales reproduzco
aquí). Este folleto, él solo, merecía más la pena que la mayoría de los paneles
informativos que rellenan la vivienda. Porque podríamos decir que la casa está,
Victor Hugo no. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtX6H-yrFALl75klooxELYIpAIarg_HkNNm3O2qQhRN65djpxg28sAwWXRCr42L9YErEOWS5nyP7uDql0gvEWMAqB46AIE4PcRe0TxqPXSpuuC5TB5IFHpwYcXz_XQYpT3E6iGv8VzI5xB/s1600/IMG_3029.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtX6H-yrFALl75klooxELYIpAIarg_HkNNm3O2qQhRN65djpxg28sAwWXRCr42L9YErEOWS5nyP7uDql0gvEWMAqB46AIE4PcRe0TxqPXSpuuC5TB5IFHpwYcXz_XQYpT3E6iGv8VzI5xB/s640/IMG_3029.JPG" width="640" /></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">No obstante, es meritorio el esfuerzo dedicado a recobrar la
figura de este hijo ilustre: había también grabados, cuadros, libros… que bien
merecían detenerse ante ellos. Recorrimos la exposición casi solitarios. </span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><br /></span>
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD2pCzjCpxWM3xSre6tWkGAxkAHKtbbzvvqV-hrV-MUZCLK0VVYxzn_QKLyWJsROEAYo9-SnSyBAmc5W04ccf2rV95mLy6EuBFQk-KHLPMipNomKtO7_A70oZK-6e0LIPDEFWxdllt8ehs/s1600/ill_3470952_1ad7_hugo-maison-natale-carte-postale.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="750" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD2pCzjCpxWM3xSre6tWkGAxkAHKtbbzvvqV-hrV-MUZCLK0VVYxzn_QKLyWJsROEAYo9-SnSyBAmc5W04ccf2rV95mLy6EuBFQk-KHLPMipNomKtO7_A70oZK-6e0LIPDEFWxdllt8ehs/s640/ill_3470952_1ad7_hugo-maison-natale-carte-postale.webp" width="640" /></span></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/p/AF1QipNqLCVDLpdHjWN3eWdZmCC7RiOC6s0iGqFMLNz6=w660-h440-c" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img alt="Resultado de imagen de maison natale victor hugo" border="0" height="266" src="https://lh3.googleusercontent.com/p/AF1QipNqLCVDLpdHjWN3eWdZmCC7RiOC6s0iGqFMLNz6=w660-h440-c" width="400" /></span></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">La vivienda,
tal como está <i>montada</i> en su interior, no revive a su personaje a
principios del siglo XIX; pero, a pesar de todo, sí despierta la curiosidad por
aquel que nació en este lugar. Bien es cierto que reproduce la antigua farmacia Baratte que existía ya en el siglo XVIII en la planta baja, y que alguna habitación guarda algo del mobiliario decimonónico y el dieciochesco papel pintado de las paredes. Pero casi todo se plantea como un centro de esos de
interpretación, donde lo que acabas de interpretar es que cualquier parecido
con lo que fue la casa del escritor es pura coincidencia. Mas en absoluto fue tiempo
perdido, a pesar de que cuando visito este tipo de montajes, paneles acá y
allá, me descentro totalmente y mi memoria tiende a la confusión y el
desvanecimiento. Ahora mismo, al cabo del tiempo, todo se me vuelve difuso. </span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMHCUXh9jOULx5T9yPSpV_XmoTJFh2V6bWqc6KKAjSw3SF43_n-qvt7Au6ns7mGi5TDuwrUUGhy0m2ueV755JpxPyYY2ois-ZNwlkSSLDPpllVsjdOcXD2b9IN95hVFEDEN4EnQCGh0O-I/s1600/IMG_3020.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMHCUXh9jOULx5T9yPSpV_XmoTJFh2V6bWqc6KKAjSw3SF43_n-qvt7Au6ns7mGi5TDuwrUUGhy0m2ueV755JpxPyYY2ois-ZNwlkSSLDPpllVsjdOcXD2b9IN95hVFEDEN4EnQCGh0O-I/s400/IMG_3020.JPG" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Manuscrito de Victor Hugo</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">Pero
hemos de ser comprensivos: si tenemos en cuenta que Hugo solo vivió poco más de
un par de meses en esta casa y en esta ciudad, el trabajo empleado en reforzar
su inmortalidad no es escaso ni es en balde. El jefe de batallón Léopold Hugo,
padre del escritor, fue destinado a la guarnición de Besanzón en el verano de
1801. El tercer hijo de Sophie Trébuchet, Victor, nació aquí el 26 de febrero
de 1802. En abril de ese mismo año, su padre fue enviado a Marsella, y con él
su familia. Ese niño ya nunca jamás volvería a Besanzón. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<a href="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/48/Maison_natale_Victor_Hugo_001.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-size: large;"><img alt="Resultado de imagen de maison natale victor hugo" border="0" height="240" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/48/Maison_natale_Victor_Hugo_001.JPG" width="320" /></span></a><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">¿Qué
podía quedar de </span><i style="font-family: "calisto mt", serif; text-indent: 14.2pt;">natal</i><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;"> en la casa? Incluso no estaba muy claro cuál era
realmente la casa Baratte, la verdadera casa donde vino al mundo el escritor. Al
parecer había otra en otro sector de la localidad, en la plaza Jean Cornet; y
también se hablaba del número 14 de la rue des Granges, donde vivía su madrina,
la señora Delelée. En 1845, Gustave Flaubert, el autor de </span><i style="font-family: "calisto mt", serif; text-indent: 14.2pt;">Madame Bovary</i><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">, decidió visitar la casa natal de
Hugo en Besanzón. Fue conducido allí por la misma señora Delelée (no lo
olvidemos, la madrina de Victor): Flaubert describió con claridad el número 140
de la Grand-Rue, este lugar, en esta plaza.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"></span></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYvG3rXZH-afRS5EBB6ct_KjrWVqgXSlqpImkQwEic2WU4R-1ld_szxNiVgXpAqp9M9zXAuXG-9e1eFIFjJsu_EVYdbPjuqx01dWKOoxBURZpRbDOVHgV2n7HyYlKHcnYAgZ5W1hhEqt6d/s1600/victor-hugo-chambre-alcove.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="1203" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYvG3rXZH-afRS5EBB6ct_KjrWVqgXSlqpImkQwEic2WU4R-1ld_szxNiVgXpAqp9M9zXAuXG-9e1eFIFjJsu_EVYdbPjuqx01dWKOoxBURZpRbDOVHgV2n7HyYlKHcnYAgZ5W1hhEqt6d/s400/victor-hugo-chambre-alcove.jpg" width="265" /></span></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; text-indent: 14.2pt;">El
ayuntamiento colocó en 1880 una placa conmemorativa en la fachada: VICTOR HUGO
/ 26 FEVRIER 1802. Dos siglos después de esta última fecha, el 26 de febrero de
2002, en el segundo centenario de su nacimiento, se ubicó en el edificio una nueva
placa de homenaje con la siguiente inscripción del escritor: «Quiero grandes a
los pueblos, quiero libres a los hombres.»</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2n-AYSX42MWHiFu1QTd31R9zhDcqd6fhXU_C_BNHVCkNRbmHxSMBh2FrHAEhagCMxnPJxT6tKD3HmZxWA-KK3p0YrdtdSF8m9sGbfBXEG5rDwCYOd9DwuWTcgUukAu9C74zr-DacPBWKS/s1600/IMG_3024.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2n-AYSX42MWHiFu1QTd31R9zhDcqd6fhXU_C_BNHVCkNRbmHxSMBh2FrHAEhagCMxnPJxT6tKD3HmZxWA-KK3p0YrdtdSF8m9sGbfBXEG5rDwCYOd9DwuWTcgUukAu9C74zr-DacPBWKS/s320/IMG_3024.JPG" width="240" /></a></div>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; text-indent: 14.2pt;">Son muchas
las frases célebres de Victor Hugo que me han dado que pensar: «Porque debéis
saber que la palabra es un ser vivo», «La poesía es todo lo que hay de íntimo
en todo», «Nada es más inminente que lo imposible»; pero hay una cita que me
gusta especialmente, tal vez porque carezco de ella: «Casi todo el secreto de
las almas grandes está en esta palabra: Perseverancia.»</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/ueiswgKCC0mf1GlGsNvbIt0mHEggWiLh0O1eqQKz36hKd2LRqwGNmSOzT2CFVO409rWrO6L1FDwCcuNBsI2spBaHZzm8JRhVqNhkT3Ujt_ZntCodjIki6y6tW29DH0MyOa7LMtTSVM8cXuYBOfb4Uev26vw932lF2p1tdfTeFuEs1FIAsZPr_6AFDTJyYN-v3KRFNZLg-sfeazaZkmh_At_KQnHpRdbNYRMYJB_XXukB0BL0P3aW3wDCOhOs-7C-qyKtjXicf67uICT3C9DcfMuJ5vZ2Poda7bmSSpLGkH9KqgWrEu7YxPOv0K2tnHdPHkCFgJ4_GLh_WXhfXBTOLYQevrE_QMeDhfX3gNeLoqYr3DslOvp9t8iHl1KKkVJWy_2c7Veh0uxEoX3-MLNKt075zYFj_Y6N-oJUQzKQBtwm4zD2RcLf2yFQQDpPkCx9cbg_UtFNnEGX8wN-MPlSue8_M53F2gh68WpkyLD8NKuMHwiPF5nZRAW0-8swn764UU6s9Kx46x2lkf2m2b5JWviqHG819ihgh8El4_cX3fwfLJKW-ohIaza2Qppy9N6rRfAgQSWc2OHurjHmBF_cuHQBYhrpU5OyGBVoAQRsfbaOr7DjOxh5uT0o5QkN_rOqqpHRB8013HtDHJCPFADcmwrPHeRSRRscLy4c2UUOvXV6Ws9zYRGGGQ=w417-h608-no" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-size: large;"><img border="0" height="320" src="https://lh3.googleusercontent.com/ueiswgKCC0mf1GlGsNvbIt0mHEggWiLh0O1eqQKz36hKd2LRqwGNmSOzT2CFVO409rWrO6L1FDwCcuNBsI2spBaHZzm8JRhVqNhkT3Ujt_ZntCodjIki6y6tW29DH0MyOa7LMtTSVM8cXuYBOfb4Uev26vw932lF2p1tdfTeFuEs1FIAsZPr_6AFDTJyYN-v3KRFNZLg-sfeazaZkmh_At_KQnHpRdbNYRMYJB_XXukB0BL0P3aW3wDCOhOs-7C-qyKtjXicf67uICT3C9DcfMuJ5vZ2Poda7bmSSpLGkH9KqgWrEu7YxPOv0K2tnHdPHkCFgJ4_GLh_WXhfXBTOLYQevrE_QMeDhfX3gNeLoqYr3DslOvp9t8iHl1KKkVJWy_2c7Veh0uxEoX3-MLNKt075zYFj_Y6N-oJUQzKQBtwm4zD2RcLf2yFQQDpPkCx9cbg_UtFNnEGX8wN-MPlSue8_M53F2gh68WpkyLD8NKuMHwiPF5nZRAW0-8swn764UU6s9Kx46x2lkf2m2b5JWviqHG819ihgh8El4_cX3fwfLJKW-ohIaza2Qppy9N6rRfAgQSWc2OHurjHmBF_cuHQBYhrpU5OyGBVoAQRsfbaOr7DjOxh5uT0o5QkN_rOqqpHRB8013HtDHJCPFADcmwrPHeRSRRscLy4c2UUOvXV6Ws9zYRGGGQ=w417-h608-no" width="218" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">ESTATUA DE VICTOR HUGO,</span><br />
<span style="font-size: x-small;"> POR JUST BECQUET,</span><br />
<span style="font-size: x-small;"> EN EL PASEO GRANVILLE</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: large; line-height: 115%;">Los bisontinos
sostienen en alto la memoria del gran escritor y gran hombre dando su nombre
a calles y plazas, institutos, erigiéndole estatuas, como la clasicista de Just
Becquet en el paseo Granville; o la romántica de Ousmane Sow, en la Explanade
des Droits de l’Homme, en 2 rue Mégevand, que lo representa con un reloj en la
mano (por algo Besanzón es llamada la <i>capital del Tiempo</i> y posee un Museo del Tiempo, consagrado a su pasado relojero). La Collections Bibliotethèques
de Beçanson contiene muchos y curiosos documentos, retratos, caricaturas… de Victor
Hugo. Y en el museo de Bellas Artes y Arqueología destaca su busto de bronce, por
Auguste Rodin.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"><br /></span>
</span><span style="clear: right; float: right; font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><img height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/tOywFEvfsbOzNlIIrcoq2XJAbcmqHxDLqrByOaH-1FoaTi5LctT-0lN-Q2NFV4mkDM5zlIiPv_KA2ci9mvPrfYprXDMgXqC3SiXFrVE-g1MjwDYfeTJUHoYS_zOCUv8DJlHAFiLQL16jmRrfRPayYARmRObC7F0EX79GDMhVDt5ht939CI0Bgqgp_ASdolmSZ8GjMBohPLguWs6aZgYLYvj6ru28rfQC3werzKpOz0VPgqXnernKQ2q_m7hNmCGlrjOXsyF5oT62sDSq7_lOyBCLYhbcJhoIIEWM1IQtTpqoA_iMZmLo3d8BzAVh2_CJpVnsHc1EHEzCWFZ60zF2RngcuByilBvau67_Yt2f_VYNo5UdUwvWrPhzWznkbNUAewcDr-yNUp5EJNmCdGmUWo8JSU0WPH8prT3sncxhGfRJRRXHc88qcPZ3VpGyTtsOPK6MIer2AVjY1PpjUFefR-hgFCy4vDujkyW-z3EP2AxOlVKYN6cxjTmAuBBA6TUFsU8Mz4IXpCQPY2gL6tgcRXF0r9hLw38C2dIasB-bFOdzh0NxqripjB2uyDKT1Kk-OqZTicVBIdR0oDB5HwH1Oc9vqSg-TEe8eLP1lZC4jDt_JaKbB-POw0aC2ZazTXjKMVAIyg9qdTyfUEcUwFsqbVUlLuB8285rHL4ACSDuLOFuUs7MbfSf0g=w591-h608-no" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="388" /></span></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: small;">Caricatura de Victor Hugo con su libro <i>Historia de un crimen</i> </span><br />
<span style="font-size: small;">(en español en editorial Hermida)</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; line-height: 115%;"></span><br /></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">Al
cabo de los años, he sabido que Charles Fourier, Pierre Joseph Proudhon y
Charles Nodier, </span><span style="font-family: "garamond" , serif; text-indent: 18.9333px;">Auguste y Louis Lumière,</span><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;"> también son hijos de esta ciudad. Si se conserva la casa natal
de Nodier, Besanzón bien merecerá una tercera visita. A pesar del
impertinente camarero de un restaurante (el <i>Granville, </i>en la misma place Granville donde escruta a sus paisanos, desde su estatua, la mirada de Hugo), que en el primer viaje se negó a cobrarnos la breve comida con tarjeta de crédito, por ser española. </span><i style="font-family: "calisto mt", serif; text-indent: 14.2pt;">Alors dans Besançon,
vieille ville espagnole</i><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;">.</span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "calisto mt" , serif; text-indent: 14.2pt;"><br /></span></span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;">
<b><span style="font-family: "calisto mt" , serif; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">28 de julio de 2017, viernes, visita a la maison natal de Victor Hugo<o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<span style="font-size: large;"></span>Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-58089850784548121102019-06-22T11:21:00.002-07:002019-06-22T11:27:59.645-07:00CIVILIZACIÓN Y BARBARIE, VALGA LA REDUNDANCIA<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "georgia" , serif;">«… la vida de Londres es una
rutina aburrida, pues al británico de buena salud le gusta divertirse
ilegalmente; y si no encuentra placer en ello, su única idea de lo alegre es
meterse en algún jaleo y todo lo que no sea esto no le producirá verdadera
satisfacción. Ahora bien, Inglaterra ofrece escasas oportunidades en este
terreno y el joven inglés que desee verse envuelto en un lío ha de hacer uso de
una enorme dosis de paciente insistencia.»</span></b><span style="font-family: "georgia" , serif;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif; font-size: large;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tres ingleses en
Alemania</i>, Jerome K. Jerome (Trad. De Ramón Casals)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif; font-size: large;">Sin
embargo, le basta abandonar las islas británicas para que el británico se
divierta de lo lindo en el extranjero, por supuesto, ilegalmente, y metiéndose
en los más tremebundos jaleos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif; font-size: large;">***</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJX8rY5Pv0d1HZ_JsWqGeZVDA-gnxBB7DADVNfqhx-ZG4V5vmfdgoGnoQaiwUgMuH6TJ50dBjHWi8285uDJ49Uha6hrIe8E8FrYDxHkkEgb_c1F3ifIX7VpwCbirGMcqBhHAzGjOiOF6Fr/s1600/decenas-hooligans-lanzan-botellas-sillas-contra-aficionados-rusos-policia-francesa-izquierda-detiene-seguidor-ayer-durante-los-enfrentamientos-puerto-viejo-marsella-antes-del-partido-entre-inglaterra-rusia-1465683071188.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-size: large;"></span></a><span style="font-family: "georgia" , serif;"><span style="font-size: large;">Bárbaros.
Bárbaros ingleses que en casa han alcanzado la suma civilización, el orden de
ajustarse a ritos, cual el del té, a la misma hora. Se autocontrolan, se
autodisciplinan incluso sádicamente como en sus colegios de élite. Pero el
bárbaro que llevan dentro lo liberan cuando abandonan Inglaterra y el instinto
de la tribu se impone. La salvajada del bárbaro supremacista, del pirata, les
domina entonces. Cuando fundan una colonia, fundan una nueva Inglaterra; pero
nunca pueden mestizarse, integrarse con los indígenas, pues ellos han de ser
una isla, la isla de Inglaterra, donde se sienten seguros en su dominio
civilizado. No pueden estar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fuera</i>,
porque entonces la barbarie de su raza se les impondría, la inclinación a la
conquista y la rapiña. Envidiables en su refinado país, los ingleses son odiosos
cuando dejan de ser un reino isleño y pasan a sentirse imperio.</span><o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , serif;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpYoSZdLyU1X_jHOsUzhe9GqeaVXss-ywuqQ6fEORf4l2X2g9KsZc4TQVYxMWstC8HynHn2cwL_GQZV6CJz81ZH6M4-im0oAoSpDns21RQIcphPVh7PxRx73_XEefDUWPAnwgDJMbgcceS/s1600/decenas-hooligans-lanzan-botellas-sillas-contra-aficionados-rusos-policia-francesa-izquierda-detiene-seguidor-ayer-durante-los-enfrentamientos-puerto-viejo-marsella-antes-del-partido-entre-inglaterra-rusia-1465683071188.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="791" data-original-width="1156" height="271" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpYoSZdLyU1X_jHOsUzhe9GqeaVXss-ywuqQ6fEORf4l2X2g9KsZc4TQVYxMWstC8HynHn2cwL_GQZV6CJz81ZH6M4-im0oAoSpDns21RQIcphPVh7PxRx73_XEefDUWPAnwgDJMbgcceS/s400/decenas-hooligans-lanzan-botellas-sillas-contra-aficionados-rusos-policia-francesa-izquierda-detiene-seguidor-ayer-durante-los-enfrentamientos-puerto-viejo-marsella-antes-del-partido-entre-inglaterra-rusia-1465683071188.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-family: "georgia" , serif;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span>
<span style="font-family: "georgia" , serif;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<br />Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-83938050910850729252019-06-14T10:24:00.003-07:002019-06-14T10:33:05.233-07:00EXILIO EN BRUSELAS<br />
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="font-size: large;">EXILIO EN BRUSELAS<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
<span style="font-size: x-small;">14-6-2019</span></div>
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; orphans: 2; text-align: start; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; widows: 2; word-spacing: 0px;">
<br /></div>
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; orphans: 2; text-align: start; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; widows: 2; word-spacing: 0px;">
<span style="color: black;"><span style="font-size: large;">«Casi todo me parece ridículo
en Bruselas», escribía Octave Mirbeau. «Una ciudad tan perfectamente inútil y tan
absolutamente caricaturesca», añadió a propósito de la capital belga. Aún
le hubiera parecido más caricaturesca si hubiera conocido el “exilio” de un
personaje como Puigdemont, inexistente presidente de una inexistente república
en un inexistente exilio en un país inexistente como Bélgica. «Además, nunca
pudieron [en Bruselas] conservar a ningún exiliado de categoría. Necesitaban
proscritos a su medida, pobres pequeños proscritos de pacotilla…», agregaba
Mirbeau en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">628-E8</i>.<o:p></o:p></span></span></div>
<br />
<br />
<img alt="Resultado de imagen de manneken pis" height="265" src="https://abruselas.com/wp-content/uploads/2017/10/manneken-pis.jpeg" width="400" />Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-54709677444092968222016-03-01T12:08:00.000-08:002019-06-14T10:36:31.321-07:00AFÁN DE CLARIVIDENCIA<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">AFÁN DE CLARIVIDENCIA<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">Como
muchos antes que yo, creo en las coincidencias y a veces también en el don de
clarividencia de los novelistas (la palabra «don» no es exacta porque
sugiere una especie de superioridad; no, eso forma parte del oficio: el
esfuerzo de imaginación imprescindible en la profesión, la necesidad de fijar
la atención en los pequeños detalles —y eso de manera obsesiva— para no perder
el hilo y dejarse llevar por la pereza, toda esa tensión, esa gimnasia
cerebral pueden sin duda provocar a la larga fugaces intuiciones
«concernientes a sucesos pasados y futuros», como dice el diccionario Larousse
en la entrada «Clarividencia».<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">Patrick
Modiano, <i>Dora Bruder</i>, Seix-Barral,
Barcelona, 1999. Traducción de Marina Pino, p. 47<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">Toda una
poética del novelista. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;">Una
palabra, «don», que <i>no es exacta</i>,
pero que ahí está, en la falsa <i>humilitas</i>
del autor. Y todo lo demás tan cierto: <i>el
esfuerzo de imaginación, la atención en los pequeños detalles, esa gimnasia
cerebral</i>... para provocar <i>las fugaces
intuiciones</i>, ¡alcanzar la <i>clarividencia</i>!
Más allá de que el poeta sea un vidente, es necesario que el novelista sea un
clarividente. ¡Ese es el afán, <i>el</i> <i>afán</i> del verdadero escritor!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaCIMb541ijYenxyqDSl7XnSDFio4BtXFd7OnLZis7CLzomFiLjd34nUKun-zKRZhDqOgQRJ-8UN_ojDKhgCeqz6Tp_egseJGhvk_18wSsvJ_TcF8ypiOOuwVdJvpmBw3Y4wRZ6t3CowAs/s1600/Modiano_P26.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaCIMb541ijYenxyqDSl7XnSDFio4BtXFd7OnLZis7CLzomFiLjd34nUKun-zKRZhDqOgQRJ-8UN_ojDKhgCeqz6Tp_egseJGhvk_18wSsvJ_TcF8ypiOOuwVdJvpmBw3Y4wRZ6t3CowAs/s1600/Modiano_P26.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "garamond" , "serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-55311793892202429202016-02-22T09:35:00.000-08:002019-06-14T10:37:00.366-07:00Sic transit gloria mundi "En la nueva sala de sesiones privadas de la Academia, la estatua de Racine ha sido puesta en un rincón y la estatua de Corneille en el centro, detrás del sillón presidencial.<br />
Anteriormente, era Racine quien estaba en el centro, y Corneille en el rincón. Se ha dado un paso. Una demolición más, una reconstrucción más, un paso más, y será Molière quien ocupará el lugar de honor."<br />
<br />
Victor Hugo, <i>Choses vues</i>, 1º de diciembre de 1846<br />
<br />
Si bien observas, querido lector, he ahí una breve historia de la Filología Moderna, y una más breve aún historia de la literatura clásica francesa. Y he aquí un breve apéndice contemporáneo a ambas.<br />
<br />
Pedro Galván, <i>Momentos estelares de textos en el telar</i>, 22 de febrero de 2016<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIgl1yxZpEzkvwG5QdkjaPH10X9gjmkFaBbpcyKwQeh7zlQW4vmcvhRsumGUSeMXBxTibLBMRZNtwWwuE_ASrxQ4OoPTePsz3oLmbRFRXKhcE5JcHqUKsgvFXVzX3pRzXIX8pnjqVLTtJA/s1600/Moliere06.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIgl1yxZpEzkvwG5QdkjaPH10X9gjmkFaBbpcyKwQeh7zlQW4vmcvhRsumGUSeMXBxTibLBMRZNtwWwuE_ASrxQ4OoPTePsz3oLmbRFRXKhcE5JcHqUKsgvFXVzX3pRzXIX8pnjqVLTtJA/s320/Moliere06.jpg" width="286" /></a></div>
<br />Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-66023936549252550002013-11-12T12:43:00.001-08:002020-07-15T03:55:47.175-07:00EN BUSCA DEL TIEMPO DE PROUST. VIAJE A ILLIERS-COMBRAY<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">VIAJE A
ILLIERS–COMBRAY. 26 DE JULIO DE 2011 (DE VUELTA DE BRETAÑA Y NORMANDIA)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Unos veinte kilómetros separan Chartres de Illiers. En el mediodía se suceden las llanuras <i>castellanas</i> de trigo
y maíz, o de tierra marrón roturada para el sembrado, con algunas arboledas
aisladas de cuando en cuando, así como alguna granja a lo lejos. Es la <i>plaine</i>.
No es el paisaje que uno hubiera pintado aproximándose a Combray; siempre nos
pierde nuestro imaginario romántico, que tiende a la fronda o al valle verde,
al río profundo o anchuroso, al sendero acribillado de luces por los
intersticios del bosque. </span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3jXq3pVTJqEJMPvagq0-EX3xcopOKMreAGfhtgbKbyMuYZ8rf56gGkZr_wYv_jMlZIn3fA6m9qy4wM7Fo1AfeKMpqbCUXv-08-dgFhIxSnTyxqNd-xe9m5nBwSLSAibmkc5yABj_FD3Eu/s1600/combray+1.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3jXq3pVTJqEJMPvagq0-EX3xcopOKMreAGfhtgbKbyMuYZ8rf56gGkZr_wYv_jMlZIn3fA6m9qy4wM7Fo1AfeKMpqbCUXv-08-dgFhIxSnTyxqNd-xe9m5nBwSLSAibmkc5yABj_FD3Eu/s320/combray+1.png" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Al fondo ya se divisa la aguda aguja de la torre de la iglesia de <b>Illiers</b>,
la iglesia de Saint-Jacques. La visión de la cercana villa no debe de diferir
mucho de aquella que Proust viera cuando se acercaba a Combray; aunque él
viajaba por ferrocarril, la línea férrea ha de provenir de la misma dirección,
ya que éste es el camino natural desde el no muy lejano París. «Cuando
llegábamos allí, la semana anterior a Pascua, era tan sólo la iglesia
resumiendo y representando al pueblo entero», escribía Proust. Y aún distante,
a la derecha, un poco retirado, creo que se alza un <i>chateau</i>. «Sí,
tú ya como don Quijote, viendo castillos donde sólo hay graneros», me espeta
Rosa. Es un silo gigantesco. </span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Illiers-Combray</span></i><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">, reza el cartel de entrada. Se fusiona la realidad y la literatura, y,
como tantas veces, el lugar de la Mancha acaba nombrándose para que descubramos
que la idea es más concreta que la materia, y que su consistencia es más real
que la realidad que perciben nuestros sentidos. </span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Si uno compara el encanto de Illiers con la mayoría de los pueblos
franceses, no saldría aquél muy bien parado. No es que sea un pueblo feo —es
difícil encontrarlos en Francia, si bien <i>haberlos
haylos</i>—, pero aunque aseado y humano como casi todos, no deja de ser un
tanto vulgar y discreto. La iglesia, un volumen compacto y mazacotudo, tan
diferente de la estilización catedralicia tan habitual en otras localidades,
cierra uno de los lados del triángulo que forma la plaza. </span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-family: garamond, serif; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;">«¿Y cómo hablar del ábside de la iglesia de
Combray? ¡Era tan tosco, y carecía de tal modo de toda belleza artística y
hasta de inspiración religiosa! Por fuera, como el cruce de calles en que se
asentaba el ábside estaba más en bajo, su tosco muro se elevaba sobre un
basamento de morrillos sin labrar, erizados de guijarros y sin ningún carácter
especialmente eclesiástico; las vidrieras parecían estar a demasiada altura, y
el conjunto más semejaba muro de cárcel que de iglesia. Y claro que luego,
pasado el tiempo, al acordarme de todos los gloriosos ábsides que había visto,
no se me ocurrió nunca compararlos con el ábside de Combray. Tan sólo un día,
en un recodo de una callejuela de provincia, vi, frente al cruce de tres
calles, un muro rudo y sobrealzado, con vidrieras abiertas en lo alto, con el
mismo aspecto asimétrico del ábside de Combray, Y entonces no me admiré, como
en Chartres o en Reims, de la fuerza con que allí estaba expresado el
sentimiento religioso, sino que exclamé sin querer: «¡La iglesia!».</span><span style="background-color: white;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeFfgdJgAdMlM7i4aT-189Bc0jbpShyMIZr-gdvn0Mvlf_JigMjAcYrPChaEbQ9g3L8WrplhNrLWiSI0nPwa2myvNKwtWEc46apzP0o_RkdCcbRbt973U-41Tkvj8vRo5PXJ7AscqBXSNT/s1600/combray+2.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeFfgdJgAdMlM7i4aT-189Bc0jbpShyMIZr-gdvn0Mvlf_JigMjAcYrPChaEbQ9g3L8WrplhNrLWiSI0nPwa2myvNKwtWEc46apzP0o_RkdCcbRbt973U-41Tkvj8vRo5PXJ7AscqBXSNT/s400/combray+2.png" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><br /></span>
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Nos adentramos en la iglesia, la
de Saint-Jacques, o la de Saint-Hilare, ya no sabe uno. El interior está oscuro...
no parece haber nadie; las vidrieras, pequeñas y “a demasiada altura”, sólo
crean una sensación coloreada de velada transparencia que se refleja en los
bancos pulidos y barnizados que casi abarrotan toda la nave. Cuando la vista se
adapta a la penumbra, descubrimos que bajo el tosco envoltorio de su fábrica
está el tesoro del templo: la cubierta. Sobre varias finas vigas de madera
decorada se sostiene la techumbre de bóveda de medio cañón —como el casco de un
barco invertido— pintada con gran variedad de colores y ornamentada hasta su
último centímetro cuadrado. Es difícil en la altura y en la oscuridad —y más
para los miopes— adivinar las figuras, las imágenes, pero se percibe una
profusión de trazos capaz de agotar un millón de miradas. No recuerdo que
en una de las vidrieras, la de la capilla dedicada a la Virgen, se supone que
está representado Gilberto el Malo, <i>Gilbert le Mauvais</i>, y escribo se
supone, porque esa vidriera es la proustiana del templo de Saint-Hilare, por
cuanto que la de Saint-Jacques representa al caballero Florent d’Illiers. Sí
recuerdo, en cambio, que en otro cuerpo de esa vidriera se reconoce a Santiago
peregrino. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">En ese triángulo escaleno de la
plaza se concentra una gran parte de la actividad comercial de la villa; no
obstante, apenas si se ve tránsito alguno de personas. Desde la terraza del
Café de la Place, casi frente a la entrada al templo, mientras estamos tomando una
cerveza, observamos el entorno: une coiffure, deux kebab, deux
pharmacie-orthopedie, el Hôtel de L’Image, la tienda del Petit Casino,
Groupama, Oxígene prêt a porter, deux inmobilieres, el ya abandonado
restaurante moracaine Le Sultan, la Maison de Presse, Rema Swiss-Life... Y
nada, absolutamente nada, que recuerde no sé si la presencia o la ausencia de
Marcel Proust (ni tan siquiera un restaurante <i>Le Proust</i>, como el <i>Le
Flaubert </i>de Croisset). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Pero como escribió Hugo Beccacece
(redactor de <i>La Nación</i> de Buenos Aires, y proustiano apasionado), tras
su visita a Illiers, un sábado de mayo —<i>la journée des aubépines</i>, el día
de los espinos blancos— en que la Asociación de Amigos de Proust recuerda a
éste anualmente, </span><br />
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><br /></span>
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;">«según Proust, los peregrinajes a los lugares que inspiraron
una obra están condenados a la decepción. La revelación que nos depara un libro
o una pintura no se halla en el paisaje o en el ser que les sirvió de modelo,
tampoco en los cuartos o en el taller donde vivió y trabajó su autor. Las
verdades sólo se encuentran en uno mismo, jamás en el espejismo de la realidad:
ésa es la enseñanza más profunda de <i>À la recherche du temps perdu</i>. El
encanto de Combray, donde transcurre la primera parte de ese libro, sólo se
puede recuperar en la novela.» </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Es posible regresar a los lugares,
pero no a los lugares de nuestra memoria. Nosotros éramos como «esas personas
que salen de viaje para ver con sus propios ojos una ciudad deseada,
imaginándose que en una cosa real se puede saborear el encanto de lo soñado»,
como escribe el mismo Proust al comienzo de su novela.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Un cuarteto de ancianas se baja
de un coche, tras aparcar en la plaza. Con paso difícil y vacilante suben
pausadamente los escalones de la iglesia; una de ellas está a punto de tropezar
en un peldaño y caerse estrepitosamente, pero logra milagrosamente recomponer
su equilibrio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Cuando nos acercamos a un
restaurante próximo para comer —que ya es hora—, nos dan con la puerta en las
narices, con muestras de verdadera antipatía. La verdad, uno no comprende de
dónde sacan el dinero algunos hosteleros franceses, está claro que no se
hernian trabajando ni echando horas. Finalmente, después de buscar durante un
largo rato por aquí y por allá, hallamos al menos una pizzería, La Toscane, que
nos reconcilia de nuevo con la amabilidad francesa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpWT1w5M3dCCLok3h85LFJ-r02bR7Fd1Ch1461WfGRg57Fs_W5vhEHLIta0noIBRQeSmGBRNdAmwWMfBh8eiOYkH5itxAP979ZEHOa5kJCs3LR7FTOYLpfymoqBWh7MNEBXDBAm8bRZ-wE/s1600/combray+3.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpWT1w5M3dCCLok3h85LFJ-r02bR7Fd1Ch1461WfGRg57Fs_W5vhEHLIta0noIBRQeSmGBRNdAmwWMfBh8eiOYkH5itxAP979ZEHOa5kJCs3LR7FTOYLpfymoqBWh7MNEBXDBAm8bRZ-wE/s320/combray+3.png" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">El encanto de Combray no se
recupera en Illiers, pero sí en la <i>maison de tante Léonie</i>, la casa de la
tía Elisabeth, donde Marcel y su hermano Robert pasaban las vacaciones de
Pascua. Para llegar a ella, nos es necesario preguntar a dos o tres lugareños,
aunque estaba ¡al lado mismo del restaurante antipático! Se halla sita en la
calle de Santa Hildegarda, junto a una <i>boucherie</i>. No es nada especial en
relación a las demás casas de su alrededor; es una vivienda de clase media
—clase media francesa— , con un jardincito que hace esquina a su manzana, y con
puerta también a la calle trasera, el número 4 de la <i>rue du Docteur Proust </i>—en
honor a Adrien, Proust padre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">La casa de la tía Léonie, sede de
la <i>Sociedad de Amigos de Marcel Proust y
de los Amigos de Combray</i> —actualmente declarada monumento histórico, tal
como cuenta el folleto que nos entregan en la peculiar traducción al español (y
que es de agradecer, pues nuestra lengua no se tiene aún demasiado en cuenta en
la Francia escrita, no así a la hora de ser hablada), <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-color: #ead1dc; font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">«...fue propiedad de Jules Amiot
hasta su muerte en 1912. Su esposa, Elisabeth, fallecida en 1886, fue la
hermana del profesor Adrien Proust, padre de Marcel Proust, cuya familia de
pequeños comerciantes formaba parte de la iglesia de Illiers desde el siglo XVI
(vendedores de candelas y capilleres). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-color: #ead1dc; font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Con su familia, Marcel Proust
pasó aquí sus vacaciones desde la infancia hasta el momento en que su primera
crisis de asma le impidiera seguir permaneciendo en el campo. No debería volver
nunca más a Illiers, después de una última estadía en el mes de septiembre de
1886. Ésta fue dedicada a días de lectura, a paseos por los alrededores de
Méséglise y, probablemente, a la escritura, mientras sus padres concluían los
trámites de la herencia de su tía Elisabeth Amiot. Los recuerdos, resurgidos
por la fuerza de impresiones sensitivas, como el gusto del bizcocho mojado en
la taza de tilo, van recreando en <i>La búsqueda del tiempo perdido</i> el
mundo de la niñez en Combray de un narrador, llamado Marcel que, con sus
recuerdos sensibles, sus experiencias y reflexiones, decide, al final, escribir
un libro en el cual cada lector será “el lector de sí mismo”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;">La casa fue comprada de nuevo en
1954 por Germaine Amiot y regalada en 1976 a la Sociedad que P. L. Larcher y su
esposa habían fundado en 1947. El señor Larcher arregló la casa en conformidad
con los textos de Proust. El pequeño salón, la cocina, el comedor conservan su
decoración de origen.»</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiofK-CZ9ua3HvuJbTprciflc9v2mlUgbeW0AVwYaKAYO3RDXJdC8NO-AW-DhfB3nFo_Nbf4lMwW3YKLzHgXWE_5dPw9Tgv3OdoxD65I_33x6Q5ABHt9_Vufxh1Y-cmagQq2Uyd8nOP0yx_/s1600/combray+4.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiofK-CZ9ua3HvuJbTprciflc9v2mlUgbeW0AVwYaKAYO3RDXJdC8NO-AW-DhfB3nFo_Nbf4lMwW3YKLzHgXWE_5dPw9Tgv3OdoxD65I_33x6Q5ABHt9_Vufxh1Y-cmagQq2Uyd8nOP0yx_/s640/combray+4.png" width="640" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Entramos directamente por la
verja al patio —no ha sonado el cascabel—; tras los árboles se abre en medio un
parterre ajardinado con diversas plantas ornamentales, y antes una mesa
metálica redonda frente a un banco; a la derecha se resguarda un antiguo
invernadero, hoy salita de exposiciones y descanso, y a la izquierda un
gabinete donde se sacan las entradas y que sirve de tienda de <i>souvenires</i>.
Y enfrente la casa, de dos pisos, con las ventanas enmarcadas por azulejos
geométricos. «Los ladrillos y los azulejos de media luna de la única avenida
del jardincito bordeaban los arriates de pensamientos...»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Además de nosotros, inician la
visita un joven con una niña y las cuatro ancianitas que viéramos antes en la
plaza. Vamos viendo por libre las distintas habitaciones de la casa, como
cohibidos por la sensación del intruso, embozados en la luz suave y apagada que
filtra el cielo cada vez más nublado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1Iv6bgcyC0VjmrdFyWftI_G_tFiye5NPqhWsHMMmFikkCXksFtyjDrV5s7LQ_tWdKENkuH__24NOyxcbKaONrI2rxBzOklSuYVI5OejWAibdGyPjm02O3YX90plqSKgkFaD-m6F7za29B/s1600/combray+5.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1Iv6bgcyC0VjmrdFyWftI_G_tFiye5NPqhWsHMMmFikkCXksFtyjDrV5s7LQ_tWdKENkuH__24NOyxcbKaONrI2rxBzOklSuYVI5OejWAibdGyPjm02O3YX90plqSKgkFaD-m6F7za29B/s320/combray+5.png" width="320" /></a><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Penetramos en el salón comedor,
uno de esos salones sombríos en los que es necesario poner un reloj para
recordarle al tiempo que no ha de detenerse. La luz se posaba en los muebles de
color caoba como una invitada tímida y nosotros nos movíamos como si a
cualquier paso pudiéramos romper el aire con total estrépito. El mismo que se
habría formado si los platos de cerámica pintada, colgados en la pared de la
izquierda, se hubieran desprendido súbitamente de sus colgaduras si por acaso
el espejo en que se reflejaban hubiera sido herido por la imagen de un rayo. La
chimenea enmarcada de blanco era una amnesia de fuegos. Una mesa con tapete de
hilo blanco redondea el centro de la sala. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-a6N1X_V7FtQgA76O9dsjIuNwioBZXAZOUNl3zoGJh3Rj2lqUw-cErqsW9A7O6x2vkWa-wtYzZqUmHnu2O9gs4aN-ME7SEQNuQW1ChUxeHW_lof1nqFvVzqxGxtkfiQKTYpaa2qhbkZc9/s1600/combray+6.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-a6N1X_V7FtQgA76O9dsjIuNwioBZXAZOUNl3zoGJh3Rj2lqUw-cErqsW9A7O6x2vkWa-wtYzZqUmHnu2O9gs4aN-ME7SEQNuQW1ChUxeHW_lof1nqFvVzqxGxtkfiQKTYpaa2qhbkZc9/s320/combray+6.png" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Pasamos a las otras estancias: a
la cocina, blanca y luminosa, con tonos grises claros y azulados, tonos verdes
y marrones en los azulejos, con los cacharros esperando a estar dispuestos
sobre la cocina de hierro, con la escalerita que sube a la despensa... de donde
esperamos ver salir a la cocinera, «Francisca señoreando las fuerzas de la
naturaleza». Y el gabinete o “cuarto morisco” del tío Jules Amiot, que intentó
convertir en su pequeña Argelia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLyuuRRPdwLrqxKfxnDeUqBxd6X6dYQMGqKsXSRLX3nIJYz0s_urUPM6RMTSH1jwkJUI5DVLbltWvIEN4dRudUuInEakE4tNoa93Xk3ikXBh7cF6w9Gpo1TbSKyIDLnk8f8IBRlRFJLAIl/s1600/combray+7.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLyuuRRPdwLrqxKfxnDeUqBxd6X6dYQMGqKsXSRLX3nIJYz0s_urUPM6RMTSH1jwkJUI5DVLbltWvIEN4dRudUuInEakE4tNoa93Xk3ikXBh7cF6w9Gpo1TbSKyIDLnk8f8IBRlRFJLAIl/s320/combray+7.png" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Cuando uno sube las escaleras, se
imagina los crujidos que anunciarían a Marcel el esperado beso de mamá. Y
cuando topamos con las viejecitas visitantes, y éstas sonríen de manera dulce y
cómplice, nos parecen las figuras de la tía Léonie o de la abuela. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">En la habitación de la tía
Leoncia «A un lado de su cama había una cómoda
amarilla de madera de limonero, mueble que participaba de las funciones de
botiquín y altar; junto a una estatuita de la virgen y una botella de
Vichy-Célestins había libros de misa y recetas del médico, todo lo necesario
para seguir desde el lecho los oficios religiosos y el régimen, y para que no
se pasara la hora de la pepsina ni la de vísperas. Al otro lado de la dama
extendíase la ventana, y así tenía la calle a la vista, y podía leer desde la
mañana hasta por la noche, para no aburrirse, al modo de los príncipes persas,
la crónica diaria, pero inmemorial, de Combray, crónica que luego comentaba con
Francisca.» Y un piano en un rincón espera su mano de nieve.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;">«En el verano, en cambio, cuando volvíamos aún no
se había puesto el sol, y mientras estábamos en el cuarto de la tía Leoncia, su
luz, que descendía y tocaba la ventana, se paraba entre los cortinones y las
abrazaderas, dividida, ramificada, filtrada, incrustando trocitos de oro en la
madera del limonero de la cómoda, e iluminada oblicuamente la habitación con la
misma delicadeza que toma en el bosque, bajo los árboles.»</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Y luego penetramos en el dormitorio de Marcel como
en un sancta santorum: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;">«Esas altas cortinas blancas que ocultaban a las
miradas la cama colocada como en el fondo de un santuario; una cantidad de
cubrepiés de suave seda esparcidos, de coberturas floreadas, de cubrecamas
bordados, de fundas de almohadas de batista, bajo los cuales la cama
desaparecía durante el día, como un altar en el mes de María bajo los festones
y las flores, y que yo, al atardecer, para poder acostarme, acomodaba con
precaución sobre un sillón donde consentían pasar la noche; y al lado de la
cama, la trinidad del vaso con dibujos azules, del azucarero similar y de la
jarra (siempre vacía desde el día de mi llegada, por la orden de mi tía de que
yo la "volcase"...), especie de instrumentos del culto —casi tan
sagrados como el precioso licor de azahar, colocado junto a ellos en una
ampolla de vidrio— que no me hubiera permitido profanar ni aun utilizar para mi
uso personal, como si fuera un cáliz consagrado, que yo apreciaba largamente
antes de desvestirme, con el temor de derramarlo por un falso movimiento.»</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFxtpnRZRag-B09jy3psYJ2-8KTdP8OwK-zQVpYG1Jp-reCD7z817ib-q3y2Fc1mmrw5ZP7V7vDqgqgeEj7DxfXX0GilJU4D2io4XOI9AOrs7iMTiSwh25kDR1nOI5NDgka6mU4IHHvzPX/s1600/combray+8.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFxtpnRZRag-B09jy3psYJ2-8KTdP8OwK-zQVpYG1Jp-reCD7z817ib-q3y2Fc1mmrw5ZP7V7vDqgqgeEj7DxfXX0GilJU4D2io4XOI9AOrs7iMTiSwh25kDR1nOI5NDgka6mU4IHHvzPX/s640/combray+8.png" width="640" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Y sobre otra mesilla, a la izquierda del aparador
de la chimenea donde se encumbra el espejo y se apoya la campana de cristal que
contiene el tiempo en el reloj dorado de sobremesa, se yergue la linterna
mágica que proyectaba nocturna la imagen de Golo, quien al paso sofrenado de su
caballo, «dominado por un atroz designio, salía del bosquecillo triangular que
aterciopelaba con su sombrío verdor la falda de una colina e iba adelantándose
a saltitos hacia el castillo de Genoveva de Bravante». Y a Pedro la historia de
Genoveva le recuerda a su vez su propia infancia, cuando la tía Alberta, su
vecina, se la contaba a él mismo, con las correcciones temerosas de su marido
Hermógenes, y con la promesa, nunca cumplida, de que un día le dejaría el libro
misterioso donde se narraba tan bella y terrible historia, ilustrado con muchos
“santos”. Sólo que a mí no me provocaba angustia alguna, sino la promesa de
otra vida aventurera y misteriosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Subimos luego a la mansarda o desván de madera del
piso superior, donde la <i>Sociedad de
Amigos</i> muestra una exposición, un tanto caótica, de fotografías y
documentos proustianos y de la época.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1vMkqbPwDCOi4fz0F0DFRNOrEO_GpSr9BHuPhIkvHey5B5EULshgy50hR0nb5H3hi6UVjhFdaocq2EG4Ts3DkoEiAo58lERmraJcL1ObhGSxDnZGDmsA3kiWwTvZ58H3fEOUwMKLzxhkK/s1600/COMBRAY+11.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1vMkqbPwDCOi4fz0F0DFRNOrEO_GpSr9BHuPhIkvHey5B5EULshgy50hR0nb5H3hi6UVjhFdaocq2EG4Ts3DkoEiAo58lERmraJcL1ObhGSxDnZGDmsA3kiWwTvZ58H3fEOUwMKLzxhkK/s400/COMBRAY+11.jpg" width="297" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Después de comprar unos pósters y unas postales,
también para un amigo nuestro (uno de esos verdaderos proustianos, proustianos
tácitos, íntimos y verdaderos, de esos que no acuden a congresos pero que conocen
a Proust más que un congreso o asociación enteros, y que son, sin duda, los
lectores que Marcel hubiera deseado para sí),</span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 18.6667px;"> después nos sentamos, antes de despedir</span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">nos de la <i>maison</i>, en un banco del pequeño jardín, allí donde</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-color: #ead1dc; font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">«...algunas noches, cuando estábamos sentados delante
de la casa alrededor de la mesa de hierro, cobijados por el viejo castaño,
oíamos al extremo del jardín, no el cascabel chillón y profuso que regaba y
aturdía a su paso con un ruido ferruginoso, helado e inagotable, a cualquier
persona de casa que le pusiera en movimiento al entrar sin llamar, sino el
doble tintineo, tímido, oval y dorado de la campanilla, que anunciaba a los de
fuera; y en seguida todo el mundo se preguntaba: “Una visita. ¿Quién será?”»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIjG4wt1gY7NgyteLA8YP7LztJpyjI7S0vkp4FJ2xI4z0PUTiszAJGYkst0rkbSDJA2FiWZTYP1UzzmVAMAAeuQSNWtSERC0CGXCKWfFpyz0z4FLzbLrN3AvtsGJ2TKuoiobzQ_QbQpPbu/s1600/combray+9.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIjG4wt1gY7NgyteLA8YP7LztJpyjI7S0vkp4FJ2xI4z0PUTiszAJGYkst0rkbSDJA2FiWZTYP1UzzmVAMAAeuQSNWtSERC0CGXCKWfFpyz0z4FLzbLrN3AvtsGJ2TKuoiobzQ_QbQpPbu/s400/combray+9.png" width="400" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Quizá alguna de las ventanas
superiores correspondiera a esa habitación hoy ignorada, donde cuenta el
narrador que <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;"><span style="background-color: #ead1dc;"><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 18.6667px;">«me subía a llorar a lo más alto de la casa, junto al tejado, a una habitacioncita que estaba al lado de la sala de estudio, que olía a lirio y que estaba aromada, además, por el perfume de un grosellero que crecía afuera, entre las piedras del muro, y que introducía una rama por la entreabierta ventana. Este cuarto, que estaba destinado a un uso más especial y vulgar, y desde el cual se dominaba durante el día claro hasta el torreón de Roussainville-le-Pin, me sirvió de refugio mucho tiempo, sin duda por ser el único donde podía encerrarme con llave, para aquellas de mis ocupaciones que exigían una</span><span style="font-family: garamond, serif; font-size: 18.6667px;"> </span>soledad inviolable: la lectura, el ensueño, el llanto y la
voluptuosidad.»</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Nos acercamos luego al Pré Catelan, el jardín del tío
Amiot, por donde paseamos, bajo un cielo oscurecido, por senderos entre la
arboleda y un pequeño riachuelo que conduce a las ruinas de un viejo torreón. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKGMKMr5RcpKbRcaQHzvFFm3XqW79bEjmhA2NIbReGouSC9brz0ZlRgA1vD5UBQ1-ZgOtvPi0pHbPAY_jjEZGaWbmW2NfRdxJtdbv-AJbKjZtB_PFzWYouxlKN6GtqipABuMIzhByZSi46/s1600/COMBRAY+10.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKGMKMr5RcpKbRcaQHzvFFm3XqW79bEjmhA2NIbReGouSC9brz0ZlRgA1vD5UBQ1-ZgOtvPi0pHbPAY_jjEZGaWbmW2NfRdxJtdbv-AJbKjZtB_PFzWYouxlKN6GtqipABuMIzhByZSi46/s400/COMBRAY+10.png" width="400" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Impelidos por la amenaza de lluvia, retornamos al
interior del pueblo y, antes de llegar a la plaza, ya rompe a llover. Y no es
una lluvia caduca como es habitual en Francia, sino un diluvio feroz, que
estalla sus burbujas sobre las piedras del suelo, y que nos obliga a
refugiarnos en el interior de la iglesia. Ahora se comprende la forma de la
techumbre del templo: es un arca de Noé invertida, que espera algún día un
diluvio como el de esta tarde para volver a mirar al cielo. Permanecemos solos y solitarios, en la penumbra, en el recogimiento, en este detenerse del
tiempo en los relojes, confundidos con las infinitas agujas de la lluvia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">Pero esa prisa interior que nos hace llegar tarde a no se sabe dónde, nos impulsa de nuevo -al cabo de no
sabemos cuánto tiempo- a proseguir el viaje. Me cubro con la chaqueta de
Rosa y voy en busca del coche; mi mujer me esperará en la iglesia para que no se
mojen los pósters y las postales que hemos comprado en la casa de la <i>tante Léonie</i>. Deambulo de acá para allá, perdiéndome bajo el diluvio, calándome bajo
los tilos que conducen a la estación de tren, dando vueltas casi sobre mí
mismo, sin encontrar rastro del coche, imaginando bajo la chaqueta mojada que
esta misma lluvia cayó algún día sobre el pequeño Proust y que éste también
habría de refugiarse en la iglesia como de nuevo tengo que hacer yo. Rosa,
cuando me ve de nuevo y adivina que no he encontrado el automóvil,
mira al cielo abovedado. Y salimos los dos hacia el aparcamiento donde dejamos el
auto, no más lejos quizá de doscientos metros. Había pasado antes dos veces por
allí sin reconocer mi propio vehículo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: garamond, serif; font-size: 14pt;">El limpiaparabrisas deja entrever
otras calles de Illiers, y de nuevo el paseo de la estación de ferrocarril, y
luego se aleja de Combray con un <i>hasta otra ocasión</i>, cuando una más
atenta lectura de <i>En busca del tiempo perdido</i> despierte de nuevo la
necesidad de un tiempo recobrado. Porque pasado el tiempo, sabremos que en
Illiers —o al menos en Combray— existe, sí, de verdad, un castillo, «el castillo de
Tansonville, donde vivía Gilberte, el primer amor del narrador y, por último,
el <i>manoir</i> de Mirougrain, especie de extraño castillejo del siglo XIX,
que sirvió de modelo para Montjouvain, la residencia del músico Vinteuil, el
arquetipo del gran compositor.» También descubriremos que paseamos por el Pré Catelan
bajo el efecto de unos pérfidos encantadores que nos ocultaron la visión de un
«palomar pintado de un color rojizo, que recordaba construcciones árabes», así
como «un pabellón de verano octogonal, la Casa de los Arqueros»... ¿O quizá no
llegamos a pasear por el sendero de espinos blancos, o rosados? Proust llamó a los espinos <i>arbusto católico y delicioso. </i>¡Los espinos blancos -o rosados!<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-18456507234404071332013-10-09T09:32:00.002-07:002013-10-09T09:44:54.647-07:00EL CAPOTE DEL COPISTA. SOBRE EL CAPOTE DE GOGOL<div class="MsoNormal">
<b><i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"> </span></i></b><b><i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"> </span></i></b><b style="font-size: small; text-align: right;"><span style="font-family: 'Calisto MT', serif; line-height: 115%;">ENSAYO SOBRE <i>EL
CAPOTE</i> DE GOGOL </span></b><b style="font-size: small; text-align: right;"><span style="font-family: 'Calisto MT', serif; line-height: 115%;">PARA EL CURSO SOBRE LITERATURA RUSA</span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">EL
CAPOTE DEL COPISTA<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt; text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Y es que, en
nuestra Rusia, todo está contaminado por la manía de la imitación y cada cual
remeda y copia al superior.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt; text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">El capote</span></i><a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">, </span></i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Nicolái V. Gógol<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">El
lenguaje <i>muerto, </i>el lenguaje que se
copia a sí mismo, condena a Akaki Akákievich Bashmachkin desde su nacimiento,
más aún, desde antes de su concepción, cual si estuviese predestinado. Así su
apellido lo ata al suelo, a lo pedestre, a lo más bajo<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>:
«El funcionario se apellidaba Bashmachkin. Salta a la vista que el tal apellido
tuvo algún día su origen en la palabra <i>basahmk</i>
[zapato], aunque se ignore cuándo, en qué época y de qué modo se produjo la
derivación, ya que tanto el padre como el abuelo y hasta el cuñado de nuestro
personaje, o sea, todos los Bashmachkin, usaban botas, limitándose a echarles
medias suelas dos o tres veces al año.» Igualmente su nombre fue producto <i>inevitable</i> del destino: «De nombre y
patronímico se llamaba Akaki Akákievich. Quizá le parezca al lector un poco
extraño y rebuscado, pero podemos asegurar que no lo es en absoluto y que las
circunstancias concurrieron de tal modo que fue absolutamente imposible
llamarlo de otra manera.» Su madre, después de considerar que todos los nombres
que el santoral le propone son ¡<i>muy raros</i>!,
se rinde a la evidencia: «Nada, está visto que así lo quiere el destino —dijo
la madre—. En ese caso prefiero que se llame como su padre. Akaki es el padre y
Akaki será el hijo.» «Con que así fue como ocurrió todo. Si dejamos constancia
de los hechos es para que el lector pueda ver él mismo que ocurrió por
imperiosa necesidad y fue totalmente imposible llamarlo de otra manera.» Nace,
pues, de esta manera el hombre <i>insignificante</i>,
aquel que ni siquiera tiene nombre <i>propio</i>
ni <i>original</i>.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVJ9-Z10WqvdnD50Qg9C71u10RFMFlTbQyVQUTB8QJsZ3_leCEis7oSczVA-gaay4jyB7tI7osZpMdqwnqfRFDKtoY_bRRfcI2L_NlFR8dfIBqKH2UCZDOrgsNoEN4q7n4TISGMbO6xFjm/s1600/nikolaigogol.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVJ9-Z10WqvdnD50Qg9C71u10RFMFlTbQyVQUTB8QJsZ3_leCEis7oSczVA-gaay4jyB7tI7osZpMdqwnqfRFDKtoY_bRRfcI2L_NlFR8dfIBqKH2UCZDOrgsNoEN4q7n4TISGMbO6xFjm/s400/nikolaigogol.jpg" width="325" /></a></div>
<o:p></o:p><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">E igual
que es copia su apellido, igual que lo es su nombre, no podía ser sino <i>copista</i>. El lenguaje <i>muerto</i> le persigue y él lo acepta como
modo de vida, una vida naturalmente muerta. Copiar no es dar vida a un texto,
es simplemente reproducir su cadáver. Es una tarea inerte y, en el fondo, <i>insignificante</i> en sí misma, porque no
aporta más significado que el ya existente en el original. En realidad Akaki
copia letras, no palabras: «Tenía letras predilectas que le enajenaban cuando
aparecían: sonreía, guiñaba los ojos, las modulaba con los labios, de manera
que cualquiera hubiese podido leer en su semblante cada una de las letras
trazadas por su pluma.» Desempeña su trabajo a la perfección; incluso en medio
de las burlas e impertinencias de sus compañeros de oficina «no cometía ni un
error en las copias». Por ello, porque no puede dotar al lenguaje de vida
propia, cuando lo ascienden y se enfrenta a la <i>creatividad</i>, fracasa: «Se trataba de redactar un oficio para otra
instancia a base de un expediente ya terminado. Para ello bastaba con cambiar
el encabezamiento y, en algunos párrafos, pasar los verbos de la primera a la
tercera persona. Pero aquello le costó tanto esfuerzo que, bañado en sudor, al
fin rogó, enjugándose la frente: “No; más vale que me den a copiar algo.” Desde
entonces lo dejaron para siempre de copista.» Pide de nuevo volver a tratar con
el lenguaje <i>muerto</i>, el lenguaje que
es copia de sí mismo, el lenguaje insignificante que él mismo utiliza: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;">«Es de saber que,
las más de las veces, Akaki Akákievich se expresaba por medio de preposiciones,
adverbios y partículas sin ningún significado. Y cuando se trataba de algún
asunto muy espinoso, tenía por costumbre no terminar siquiera las frases, de
manera que muchas veces empezaba diciendo: “Esto, la verdad, pues
verdaderamente...” Y de ahí no pasaba, olvidado del resto y convencido de que
lo había dicho ya todo.»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Akaki
no ve la vida en torno suyo, no asume el lenguaje de la vida, «aunque mirase
algo, en todo veía los renglones impecables de su esmerada caligrafía». Incluso
se llevaba trabajo a casa, para seguir copiando papeles, «y si no tenía ninguno
pendiente, copiaba algo para él, por puro gusto». Y así un día es siempre copia
del anterior. Días insignificantes para un hombre insignificante, que así,
libre de la carga del lenguaje que vive por sí mismo, puede vivir sin más.
«Después de estar escribiendo a su placer, se acostaba todo eufórico, pensando
en el día siguiente y en lo que Dios quisiera mandarle para copiar.»<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSZX2Tf54OuJb7T7bULhcUMFeo2hqHDW9q8x3W79klN9Ijhfia88K45nvNI5myl0pfomeFBgzfa50IVe7ypqa3SWcqToGk5-ac8i-RflFg1_BWRPtVQ6RtWbiQ6ecX0nomgEUEUYTv76Ve/s1600/Gogol_Palto.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSZX2Tf54OuJb7T7bULhcUMFeo2hqHDW9q8x3W79klN9Ijhfia88K45nvNI5myl0pfomeFBgzfa50IVe7ypqa3SWcqToGk5-ac8i-RflFg1_BWRPtVQ6RtWbiQ6ecX0nomgEUEUYTv76Ve/s320/Gogol_Palto.jpg" width="225" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Portada de Igor Grabar, de 1880, para <i>El capote</i></td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Pero he
aquí que Penélope no puede eternamente tejer y destejer la misma rutina.
Siempre ha de surgir lo imprevisto, que suele ser lo inevitable. El capote de
Akaki está tan desgastado que ya no le abriga en el crudo invierno. Acude al
sastre Petróvich («hijo de Piotr»), que a su vez copia de sus antepasados la
afición a la bebida, para que le remiende, es decir, le copie, el capote. El
disgusto es mayúsculo cuando éste le informa de que el capote ya no da para más
y habrá de hacerse uno nuevo («al oír la palabra <i>nuevo</i>, a Akaki se le nubló la vista y todo cuanto había en la
habitación empezó a dar vueltas»); ello hará que el lenguaje de Akaki se
aturulle, que su caminar por las calles sea errático, como el copista que se
distrae en la copia de los renglones... Sin embargo, «cuando tuvo una idea clara
y auténtica de su situación, se puso a hablar consigo, pero ya no de manera
deshilvanada, sino juiciosa y razonablemente, como quien conversa con un amigo
prudente con quien se puede tratar de lo más íntimo y personal». Es decir,
cuando Akaki se desdobla, se copia a sí mismo en un doble más sereno, razona
juiciosamente. Pugnan, pues, en su persona el Akaki <i>insignificante</i> con el Akaki <i>significante</i>,
el que le hace pensar que encontrando al sastre borracho éste accederá a
remendarle el capote. Pero es inútil: ni borracho podrá admitir el sastre que
el capote se pueda remendar. Será necesario hacer una copia nueva del capote
(buscarle un doble al capote viejo). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Superada
la depresión inicial, sobreponiéndose a las adversidades, Akaki encuentra en el
capote nuevo la posibilidad de una nueva ilusión, de una nueva razón para vivir:
el doble del capote puede hacer devenir el doble de Akaki. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;">«A partir de
entonces se hubiera dicho que su existencia adquirió mayor plenitud, algo así
como si se hubiera casado, como si otra persona existiera a su lado [la copia,
el doble], como si no estuviera solo y una amable compañera hubiese accedido a
recorrer junto a él toda la senda de la vida. Y esa supuesta compañía no era ni
más ni menos que el capote de sus sueños, bien acolchado y con el forro fuerte,
intacto. Akaki Akákievich se volvió más animoso y hasta más firme de carácter,
como una persona que se ha trazado ya una meta definida. De su rostro y de sus
actos desaparecieron la duda y la indecisión; en una palabra: todos los rasgos
vacilantes e indeterminados.» <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">El
capote se convierte en la nueva razón para vivir otra vida más <i>original</i>. Así como el enamorado busca
vivir con una persona que de alguna manera sea su otro yo, su copia, su doble, así
Akaki proyecta su ilusión y su destino en el capote nuevo. Este inédito trastorno
vital casi acaba con su vida anterior —monótona y rutinaria, copiada una y otra
vez—: «Estas divagaciones [las ideas ilusionantes sobre el nuevo capote]
estuvieron a punto de distraerlo en su trabajo. Una vez le faltó tan poco para
cometer un error al copiar un documento, que casi se le escapó un “¡huy!” en
voz alta y se santiguó.» Pero no llega a salirse del renglón.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgyYjpyJ-ISdbPbFnQudFQBzd7UNCm4XyPhObY5qOHs-EWok8sbjalr7Ho8UhgCaD1js03jZRp4bIULY_XfKMhMnaqW1V1pNw9q5tAQTH1DRJHB-y0eaGWVrh_rZOWvOaO1BrcfB8Sqq0T/s1600/akashi.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgyYjpyJ-ISdbPbFnQudFQBzd7UNCm4XyPhObY5qOHs-EWok8sbjalr7Ho8UhgCaD1js03jZRp4bIULY_XfKMhMnaqW1V1pNw9q5tAQTH1DRJHB-y0eaGWVrh_rZOWvOaO1BrcfB8Sqq0T/s400/akashi.jpg" width="245" /></a></div>
<o:p></o:p><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Y todo
se confabula, como en la verdadera tragedia clásica, para que, irónicamente, el
destino cruel se precipite y se cumpla. El director le asigna veinte rublos más
de lo esperado. Akaki lucirá al fin su impecable capote nuevo. En esa novedad
extraordinaria, los compañeros del departamento burocrático no ven sino un pretexto
para el jolgorio y la fiesta, que se celebrará en cierta casa de un cierto
funcionario en cierto lugar que el narrador no puede precisar porque «la
memoria empieza a fallarnos mucho». Ello obliga a nuestro héroe a recorrer ese
San Petersburgo —ese texto ilegible para Akaki— cuyas calles y casas «se
mezclan y se embrollan en la cabeza, de modo que resulta sumamente difícil
sacar algo en orden de ese caos. De cualquier forma, una cosa hay cierta, desde
luego: el funcionario vivía en la parte mejor de la ciudad, es decir, lejos de
Akaki Akákievich, quien hubo de recorrer primero ciertas calles desiertas y mal
alumbradas». Por esas calles desiertas y mal alumbradas ha de volver nuestro
héroe tras la vacía fiesta que, no obstante, le ha llenado de euforia, todo sea
dicho, con dos copas de champán. ¡Ah, si hubiera bebido una más! Entonces
probablemente el Akaki <i>significante</i> hubiera
corrido detrás de cierta personita y quizá otro gallo hubiera cantado. Pero no,
el destino manda. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;">«Akaki Akákievich
caminaba eufórico, y hasta hizo intención de echar una carrera detrás de cierta
personita que pasó por su lado como una exhalación con un increíble contoneo de
cada una de las partes de su cuerpo. Claro que Akaki Akákievich se reportó
enseguida y reanudó su pausado caminar, sorprendido él mismo de su inexplicable
repente.»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Si
Akaki se hubiera atrevido a ser un hombre nuevo, no una imitación de sí mismo...
Si el capote nuevo le hubiera servido para enfundarse en una nueva identidad,
en otro doble más fuerte y transgresor... Pero bajo el capote sigue refugiado
el hombre apocado, el copista que se sigue a sí mismo al pie de la letra
—aunque no sin sorprenderse de ese extraño <i>repente</i>—
y que no se atreve a decir no: no a la fiesta de sus compañeros, no a quedarse
un rato más en ella, no a negar su instinto... Si se atreviera a mirar por
dónde va su vida... no hubiera topado (o quién sabe, el destino es el destino)
con ese puño cerrado, con ese hombrón con bigotes que le despoja de su
esperanza, del capote que quizá (sólo quizá) le hubiera (¡vaya, como la capa de
Superman!) conferido fuerzas extraordinarias para vivir una vida superior. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Y la
tragedia se consuma. El héroe es asaltado por las fuerzas oscuras (ese hombre
bigotudo con el gran puño amenazador) y su capa se escapa. En los momentos
supremos de esta tragedia, pareciera que la catarsis también liberara al héroe
de la carga de su destino, porque afloran entonces las fuerzas para luchar
contra él. El Akaki <i>significante</i> increpa
al guardia de la garita, que no ha cumplido con su deber de vigilante. Y cuando
acude al comisario, Akaki «quiso al fin dar prueba de su carácter una vez en la
vida, declaró rotundamente que necesitaba ver al comisario en persona, que
tenían la obligación de dejarlo pasar, que le traía un asunto oficial de su
departamento y que, si presentaba una queja contra ellos, ya verían lo que era
bueno». El lenguaje también, en correspondencia, es significativo.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXoLB7F5y9uURivDmjbluJ2PV9YnWK7QWVsT4NrH0th9S3rTxXbN-h9nV3EVU92c2Lt7YVuJeBG-ho5b8vWakXGr07nDQH86Fhhyk_8tG2C_gtEnnCvd_-2FGxZNnL9rpAHvY6zPzTQeXg/s1600/akashi+segun+kukryniksy.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXoLB7F5y9uURivDmjbluJ2PV9YnWK7QWVsT4NrH0th9S3rTxXbN-h9nV3EVU92c2Lt7YVuJeBG-ho5b8vWakXGr07nDQH86Fhhyk_8tG2C_gtEnnCvd_-2FGxZNnL9rpAHvY6zPzTQeXg/s320/akashi+segun+kukryniksy.jpg" width="261" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Akaki según Kukryniksy</td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Sin
embargo, el engranaje burocrático tritura a quien cae en su maquinaria. El
comisario, «en vez de fijar su atención en el punto esencial, se puso a
interrogar a Akaki Akákievich —que por qué razón regresaba tan tarde a su
domicilio, que si no habría estado en alguna casa de mal vivir—, hasta el punto
de que nuestro hombre salió de allí abochornado y sin saber si el asunto de su
capote seguiría o no el debido cauce». El culpable no crea el proceso, es el
proceso el que crea el culpable. Kafka, que leyó <i>El capote</i>, lo entendió perfectamente. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Nuestro
funcionario ha de buscar ayuda en otra parte. Y es entonces cuando se le
propone que acuda «a cierto <i>personaje</i>,
ya que el <i>personaje</i>, interviniendo
cerca de alguien por escrito o de palabra, podía hacer que el asunto avanzara
favorablemente». Así alcanzamos la cima de la crítica a la copia, al lenguaje
muerto y a la imitación improductiva que corrompe la vida: «Y es que, en
nuestra Rusia, todo está contaminado por la manía de la imitación y cada cual
remeda y copia al superior.» La crítica se ha hecho nacional, pues; mas no se
quedará ahí, pues tiene un alcance existencial.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">El <i>personaje</i>, como señala el narrador, «en
el fondo era un buen hombre, atento y servicial con sus compañeros; pero el
ascenso lo había sacado enteramente de quicio. Equiparado a un general por su
rango, se aturulló, perdió la noción de las cosas y no supo ya cómo
comportarse». El lenguaje del poder vano e imitativo, casi tautológico, pero
efectista, es resumido en las tres frases interrogativas retóricas lanzadas a
los subalternos o a los inferiores: «¿Cómo se atreve usted? ¿Sabe usted con
quién está hablando? ¿Se da cuenta de quién está delante de usted?» El poder se
rodea de tales interrogaciones retóricas como de una muralla ante la cual el
sujeto <i>insignificante</i> queda aislado
en medio de un silencio impotente y sobrecogedor, imposibilitado para la
respuesta. Aunque tras ese bombo retórico no se oculte más que un <i>personaje</i> tras su biombo. A un lenguaje <i>significante</i> se le puede responder,
incluso puede hacerlo el hombre más insignificante, pero ¿cómo hacerlo a un
lenguaje <i>insignificante</i>? Y por lo
demás, muchos son los hombres insignificantes que se han rodeado de lenguajes
insignificantes para que nadie pueda rechistarles, o para que parezca que
esconden significados profundos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Como un
hombre kafkiano ante la ley, solo, fuera del poder, a la intemperie, el viento
helado de la nevisca —el otro gran <i>personaje</i>
de San Petersburgo— se le echa encima a Akaki, y le roba el capote de la vida. Antes
de morir, el delirio de la fiebre le devuelve y le roba su capote de nuevo, le
hace rogar y blasfemar ante su “Excelencia” el <i>personaje</i>, superponiéndose en la agonía el Akaki copista y el Akaki
transgresor que nunca llegó a ser... que nunca llegó a ser —en vida. Porque
tras la muerte...<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX8yrjzKNvKEjX70WV0AO1de57tThyphenhyphenGN1i-Ed6lCADhEvWmHYXz2__gRQ7pijoayRXIrHcek-lZvZER4rcoVimE57jssl1AP8vPvDPbSCOe_7Ppjm5ZIFIVULoUdo0YXnpXZITwTEthBlF/s1600/akaki+segun+altmamn.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX8yrjzKNvKEjX70WV0AO1de57tThyphenhyphenGN1i-Ed6lCADhEvWmHYXz2__gRQ7pijoayRXIrHcek-lZvZER4rcoVimE57jssl1AP8vPvDPbSCOe_7Ppjm5ZIFIVULoUdo0YXnpXZITwTEthBlF/s400/akaki+segun+altmamn.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Akaki según N. Altman</td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Porque
tras la muerte nada hubiera quedado de Akaki ni de sus cosas (respecto a qué
fue de éstas, «confieso que ni aun el narrador de la presente historia se
interesó por saberlo»).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;">«Se llevaron a
Akaki Akákievich como si nunca hubiera existido. Desapareció y se perdió un ser
a quien nadie amparó nunca, a quien nadie tuvo afecto, por quien nadie se
interesó y que ni siquiera llamó la atención<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 11pt; line-height: 115%;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>
de uno de esos naturalistas que no pierden oportunidad de ensartar cualquier
mosca común en un alfiler para observarla por el microscopio; un ser que
soportó con resignación las burlas oficinescas y descendió a la tumba sin haber
realizado ningún hecho relevante, pero que, aunque sólo en sus horas postreras,
vio resplandecer su mísera existencia con un rayo de luz en forma de capote; un
ser sobre quien descargó luego la desgracia igual que descarga sobre los reyes
y los soberanos de la tierra...»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">¡Pero
he aquí el giro copernicano, rematado con esa última e igualitaria generalización
existencial! Nada hubiera quedado de Akaki ni de su paso por la vida terrenal
si el Akaki transgresor no hubiera vuelto del más allá, si no se hubiera
copiado a sí mismo en su doble: en su fantasma. «Pero, ¿quién habría imaginado
que la historia de Akaki Akákievich no terminaría ahí, sino que, a su muerte,
sucederían unos cuantos días de ruidosa existencia, quizá como compensación de
la que había transcurrido antes tan desapercibida? Sin embargo, así ocurrió y
nuestra pobre historia se encuentra de pronto con un final fantástico.»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Akaki
retorna como un fantasma arrebatacapas, un fantástico superhéroe vengador. Y
naturalmente debía vengarse del causante último de su muerte: del <i>personaje</i> que ya casi teníamos olvidado.
«Pero nos hemos desatendido por completo del <i>personaje</i> que en realidad motivó casi el giro fantástico tomado por
esta historia, rigurosamente veraz, por otra parte.» Ese <i>personaje</i> que tras la muerte del funcionario sintió cierta
compasión y remordimiento por la reprimenda que le había dirigido<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>.
Pero que, como la vida sigue, cierta noche decide no volver a casa y sí visitar
a su amante («son cosas que suceden en el mundo y nosotros no tenemos por qué
juzgarlas». ¡Si Akaki hubiera hecho lo mismo la noche infausta, y se hubiera
dejado seducir por aquellos increíbles contoneos...!), y es entonces cuando, siendo
conducido su coche en medio de la nevisca, «el personaje notó que alguien le
echaba la mano al cuello con mucha fuerza. Se volvió y vio, horrorizado, a un
individuo de escasa estatura que vestía un uniforme viejo y raído y en quien
reconoció con espanto a Akaki Akákievich. El funcionario tenía el rostro blanco
como la nieve y parecía enteramente un cadáver». Y el fantasma le arrebata el
capote con estas palabras: «¡Ah, ya te tengo! Por fin..., eso..., te tengo
agarrado por el cuello! Tu capote es lo que necesito. Tú no te interesaste por
el mío y encima me echaste una bronca, ¿verdad? Pues, ¡dame ahora el tuyo!»<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOhHm1ChL12CV-rT06VzbQaMXz8rActHU3RFwrmVcm2WhJo29R5rAW9ijPbZ7uCDja5BgSIatptW8bk6B3-TSxs3zvNkC_xcMdFeZd3aP1yKYcL6CXiNUdRij_M5fogF3LeowoxlbSuJFu/s1600/akaki+altmana.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOhHm1ChL12CV-rT06VzbQaMXz8rActHU3RFwrmVcm2WhJo29R5rAW9ijPbZ7uCDja5BgSIatptW8bk6B3-TSxs3zvNkC_xcMdFeZd3aP1yKYcL6CXiNUdRij_M5fogF3LeowoxlbSuJFu/s400/akaki+altmana.jpg" width="306" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de N. Altman para <i>El capote</i></td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Satisfecha
su venganza justiciera, el fantasma arrebatacapas deja de aparecerse. Akaki
puede descansar siendo no ya una copia de sí mismo, sino un hombre nuevo
—bueno, digamos su fantasma— que se ha rebelado contra el poder y la injusticia
y se ha desprendido de la culpa (ese pecado <i>original</i>
que todos copiamos). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Quien
no puede descansar es ese otro fantasma, siempre bien encarnado en un hombre
alto y fuerte y con bigotes, con un puño que cualquier hombre vivo envidiaría,
que siempre se replica, y se pierde en la noche para acabar provocando la
perdición de hombres bajitos e insignificantes como Akaki Akákievich, <i>pobres gentes</i> ultrajadas que sólo pueden
replicar ante el mal: «Déjenme. ¿Por qué me tratan así?», y cuyas palabras nos
emocionan y conmueven hasta el punto de que no podemos sino exclamar «¡Soy
hermano tuyo!»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">***<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="font-family: "Calisto MT","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES;">Pedro Galván Magro, 7 de mayo de 2013<o:p></o:p></span></i></div>
<br />
<div>
<!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<br />
<div id="ftn1">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span lang="ES-TRAD"> </span><i>El capote</i>, Nicolái V. Gógol, Anaya, Col. Tus libros nº 85, Anaya, Salamanca, 1989.
Traducción de Isabel Vicente.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn2">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span lang="ES-TRAD"> Esta predeterminación —tan propia de los pícaros— nos recuerda a
Lázaro de Tormes, cuyo primer acto de ascensión social fue conseguir sus
primeros zapatos. Es curioso que cuando Lázaro quiere luego ascender
socialmente para parecer un “hombre de bien”, imitando al escudero, una de las
primeras cosas que se compra es una vieja capa.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div id="ftn3">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span lang="ES-TRAD"> </span>No es verdad que nadie
se interesara por él, al menos tras su muerte. Ahí queda la memoria —que
flojea, es cierto— del narrador, la empatía de los lectores, y sobre todo uno
de ellos: Kafka. Pues seguramente Kafka se vio él mismo representado en Akaki
(incluso en la paronomasia de los nombres), y quizá fue la inspiración para su
personaje de Gregor Samsa en <i>La
metamorfosis</i>. Kafka sería «uno de esos naturalistas que no pierden
oportunidad de ensartar cualquier mosca común en un alfiler para observarla por
el microscopio», pero que se sirve de la mosca más inmediata: de ellos mismos.
Convierte a Gregor en insecto para aplicar sobre sí mismo su ojo. Gregor es un
insecto insignificante como Akaki, de quien nos decía el narrador que «los
ordenanzas no es que se levantaran a su paso: es que ni siquiera lo miraban,
como si fuese una simple mosca la que cruzaba la antesala». Muchos son los
puntos en común entre los dos personajes —y muchos son los ya observados por la
crítica—. Es necesario doblarse, <i>desnaturalizarse</i>
uno mismo, porque, si tal como dice el narrador de <i>El capote</i>, «nadie puede penetrar en el alma de una persona para
saber lo que piensa», ninguna alma es más inescrutable que la propia. Como
apunta Dostoievski, en su <i>Diario de un
escritor </i>(hablando de cómo los europeos, en sus prejuicios, se imaginan una
Rusia <i>insignificante</i>), don Quijote
(otro hombre <i>insignificante</i> que decidió
volverse <i>significante</i>) «para salvar
la “verdad” imaginó personas con cuerpo de babosa». Es lo que don Quijote y
Akaki enseñaron a Kafka: a imaginar personas con cuerpo de Gregor Samsa.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn4">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0-%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0-%20PGM%20EL%20CAPOTE%20DEL%20COPISTA%20vf.docx#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></span></a><span lang="ES-TRAD"> </span>Este puede ser el
referente del narrador y <i>personaje</i> de
<i>Bartleby el escribiente </i>de Herman
Melville. Imaginemos, sólo imaginemos, por un momento que el narrador de <i>El capote</i> —de ya menguada memoria—,
remordido por la conciencia quisiera descargarla llevando a cabo una justicia
poética: concediéndole a Akaki la posibilidad de venganza justiciera para que
pudiera recobrar su capote al mismo tiempo que el ofensor cumple su penitencia.
El narrador de <i>Bartleby</i>, que no es
otro que su <i>benévolo</i> jefe, de alguna manera también realiza en su
hipócrita narración un descargo de conciencia. Y no otra cosa es Bartleby que
un Akaki que, sin embargo, renuncia a serlo, que se niega a ser copista, o sea,
una copia más dentro de un sistema alienante (y alineante) que nos trata como
tal: de ahí el «preferiría no hacerlo» de Bartleby, que no se resigna a ser un
hombre <i>insignificante.</i><o:p></o:p></div>
</div>
</div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-48353723459862398542013-05-27T14:05:00.002-07:002020-12-11T13:16:36.637-08:00REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA, LA MEMORIA Y LA LITERATURA<div align="center" class="MsoBodyText2" style="text-align: center;">
<b><i>REFLEXIONES
A VUELAPLUMA SOBRE LA HISTORIA, LA MEMORIA Y LA LITERATURA.<o:p></o:p></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"> </span><span style="font-family: Garamond, serif; font-size: 14pt;"> </span></div>
<div class="MsoBodyText"> <span style="font-family: georgia; font-size: medium;"> La Historia no es la memoria de los hechos, es la codificación de los mismos. Las señales que conforman el código son múltiples: documentos, archivos, imágenes, monumentos, crónicas (historia de la Historia), contabilidades... Toda señal es signo, y todo signo contiene un significado, como tal interpretable. Por eso la Historia es manipulable. </span><br /></div><div class="MsoBodyText"><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"> A veces la falta de los signos, de las
señales de la Historia, se suple o complementa con la <i>memoria histórica</i>.
Durante la Edad Media peninsular, la memoria histórica de “la España perdida”
por la invasión árabe alimentó generaciones enteras: la memoria histórica fue
un verdadero motor para la Reconquista. ¿Cómo pudo perdurar esa memoria durante
siglos? Porque el tiempo al que hacía referencia no se consideraba cerrado
hasta que, completándose el círculo, lo perdido volvió a ser recuperado. Cuando
la Reconquista ya era prácticamente un hecho, la Historia también fue
reconquistando el lugar de la memoria, y lo que aún persistió de ésta no fue ya
sino su leyenda.</span><o:p></o:p></span><br />
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiscmKV-0PO8ECjPeENB3QGH_jRWmqXMTnE7QuEHRoeUO5LtFR8AYAyXbVDDmMm2-N1zF3YyC6pItJT0X0akR49r50FDjUuJ-d9N52voJBbE_ho9si3YFZDeeTRUXdbmipQ7wlnmx9cakJ/s1600/fotocantg2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="191" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiscmKV-0PO8ECjPeENB3QGH_jRWmqXMTnE7QuEHRoeUO5LtFR8AYAyXbVDDmMm2-N1zF3YyC6pItJT0X0akR49r50FDjUuJ-d9N52voJBbE_ho9si3YFZDeeTRUXdbmipQ7wlnmx9cakJ/s400/fotocantg2.jpg" width="400" /></span></a></div>
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">En
este curso de Filosofía y literatura nos hemos centrado en nuestro tiempo, un
tiempo cuyo aspecto también es aún imperfectivo. Señala Carlos Thiebaut que el
pasado está abierto y por tanto se puede rescribir; en efecto, hasta que la
Historia en cierto modo lo fosiliza. Cuanto mayor es la pérdida de la memoria,
paradójicamente mayor es la ganancia de la Historia. Ocurre que a veces la
Historia se da prisa en escribirse, porque ha de servir de justificación al
tiempo histórico y a sus hechos; pero en esos casos su construcción se levanta
sobre cimientos poco profundos, de manera que la memoria puede actuar como
elemento demoledor. Un caso ejemplar es el de nuestra Guerra Civil del 36. Tras
ésta, la Historia se escribió, de una manera u otra, en letras de bronce o
grabadas en mármol. Sin embargo, sobre su escritura actuó desde el principio el
óxido corrosivo de la memoria, lo que impidió una fosilización perenne. Una <i>memoria
histórica</i> subyacente estaba inscrita en las mentes de los que vivieron y
sufrieron la contienda: una memoria mayoritariamente silenciosa, y no sólo por
el temor a posibles represalias, pues también afectó en gran parte a los
“vencedores”. Los que hemos vivido en pueblos pequeños sabíamos que el tema de
la guerra, y quizá aún más el de la postguerra,
era, en el ágora, tabú (algo que hemos confirmado en nuestras
conversaciones adultas con compañeros de distinta procedencia), si bien en los
ámbitos privados no necesariamente hubo de ser así. Nada se había olvidado, lo que
ocurría era que no se quería <i>rememorar</i>, es decir, significar, convertir
la memoria en signo y darle un significado a lo que a todas luces se entendía
generalmente como un sinsentido. Era una forma, al fin y al cabo, de negar la
Historia oficial, aquella a la que se había dotado de sentido con signos y
símbolos.</span><br />
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><br /></span>
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUJqmpT7Bu8GjbS-7n4C7RZP5Z6J23QlvUa9tyJaRQbtquy9RY6Ra3AybJ1BXywFvABY0-lV9ZhjFBe0AwgM7aqJBH4SEhJ0oaIg1lARZZf6B9wk660_lkXATMLK4kQE3d7BSPnn55o7xS/s1600/ni%C3%B1os-jugando-a-fusilar-en-la-guerra-civil-espa%C3%B1ola-1600x1301.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUJqmpT7Bu8GjbS-7n4C7RZP5Z6J23QlvUa9tyJaRQbtquy9RY6Ra3AybJ1BXywFvABY0-lV9ZhjFBe0AwgM7aqJBH4SEhJ0oaIg1lARZZf6B9wk660_lkXATMLK4kQE3d7BSPnn55o7xS/s400/ni%C3%B1os-jugando-a-fusilar-en-la-guerra-civil-espa%C3%B1ola-1600x1301.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Niños jugando a los fusilamientos durante la Guerra Civil</td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif">La
Historia inacabada o no cerrada, por escribirse en un tiempo en que aún no ha
ocupado el lugar de la memoria o se ha asimilado a ésta, podemos llamarla
Historia <i>imperfecta</i> (o, si se quiere, <i>imperfectiva</i>, en analogía
con lo escrito en un tiempo verbal con aspecto imperfectivo). </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><br /></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">Ahora
que en nuestros días, en España, esa Historia que se intentó consolidar,
fosilizar al cabo de los años, dado su carácter </span><i style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">incierto</i><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">, se quiere
rescribir (pues sigue estando abierta, </span><i style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">imperfecta</i><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">), se pretende hacerlo
con el material de la </span><i style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">memoria histórica</i><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">, dotando a ésta del rasgo de
señal histórica, y, por tanto, como elemento del código de una nueva Historia;
esto implica que pueda así rescribirse, y siempre —recordemos— interpretarse,
mientras no se fosilice del todo (la memoria en la Historia, como el insecto en
el ámbar). Ello no es algo necesariamente negativo en una sociedad madura y
libre que sea capaz de absorber las distintas memorias (incluso una memoria
está configurada de memorias); pero mucho nos tememos que la nuestra no lo es.
Y una prueba evidente de ello es que se niega tanto a los historiadores que
reivindican “una” </span><i style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">memoria histórica</i><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;"> como a aquellos que revisionan
“otra”. Una nueva guerra civil incruenta de memorias. Además, la
judicialización y administración de la memoria convierte a ésta en hechos de
memoria, no en memoria de los hechos; siendo </span><i style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">hechos</i><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;"> se buscan culpables
y víctimas, testigos, condenas y se administra el proceso... ¡Qué pinta, por
ejemplo, un juez —casi tres cuartos de siglo después— abriendo una
investigación sobre las fosas del franquismo! Lo mismo que pintaría otro
enjuiciando las persecuciones estalinianas al POUM o los fusilamientos de
Paracuellos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif">Estamos
ante la memoria de esos hechos, no ante los hechos mismos. La memoria histórica
vuelve al pasado y cree <i>estar presente</i> de ese modo en el pasado mismo y,
en consecuencia, puede sentir la tentación de manipularlo o rescribirlo, para
significarse como Historia. Sin prejuicios ni juicios históricos, pasado el
tiempo, la disociación entre hecho y memoria debería permitir a una sociedad la
serena rehabilitación tanto de lo primero como de lo segundo. La sociedad
civil, apoyada —no dirigida— por las instituciones es la que ha de promover la recuperación de
los muertos de las fosas, la necesaria reivindicación de la dignidad de las
víctimas, la aclaración de sucesos siniestros... debe contribuir al <i>Memorial</i>
de memorias colectivo y civil que ha quedar como hito de la Historia. Necesitamos
una sociedad capaz de vincular otra vez la memoria a los hechos para,
inversamente, poder devolver a los hechos la rememoración, libre de culpas y
rencores, que permita la construcción de una Historia sin gusanos ni termitas
que la devoren, una Historia que permita conformarse como un solo signo con un
solo sentido: el del horror que no hemos de volver a repetir. No hay que tener
miedo a la memoria ni a las revisiones, sino a los hechos. El problema es que,
si se instrumentaliza la memoria para <i>rehacer</i> los hechos, podemos perder
la memoria de los hechos reales y volver a repetirlos. Sería la historia de
nunca acabar.</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: medium;"> El silencio
de la memoria y su posterior “recuerdo” (más o menos significativo) no es
privativo de España. Alemania es un caso bastante semejante. Tras la Segunda
Guerra Mundial los supervivientes alemanes hubieron de aceptar —entonando el <i>mea
culpa</i> o no— una Historia que ellos no habían escrito, aunque sí
protagonizado: la Historia de los aliados vencedores. Los alemanes asumieron esa
Historia (rubricada con los procesos de Nuremberg) mientras enterraban en las
ruinas los hechos y, en lo posible, su memoria (y tampoco sólo por temor).
Hechos y memoria estaban aún bastante asociados. Y mientras ambos lo estuvieron
los sentimientos de culpa y victimización también estuvieron coligados. Los
alemanes de la guerra se sentían al mismo tiempo culpables y víctimas. Por eso
incluso alemanes que participaron, dentro de la tipificación de Nuremberg, en
crímenes de guerra, ni siquiera se habían molestado en ocultar sus identidades.
Convivían con sus vecinos bajo un mismo manto de silencio que ocultaba la
rememoración. Cuando la disociación se produjo en las generaciones siguientes,
entonces la <i>memoria histórica</i> exigió ser memoria de la Historia, y ser
algo más que signo: señal que señaliza a los culpables: la generación de los
padres. Los procesos de Frankfurt en los
años 60 fueron una muestra de ello. Alemania se juzgó a sí misma culpable. Esa
judicialización era necesaria, pues para la víctimas hechos y memoria seguían
unidos, y era necesaria una <i>reparación</i> que permitiera al fin separarlos
para su superación. El problema alemán —y europeo, pues Europa no se ha
cuestionado nunca sus guerras, sí la de los demás— es que, al declararse
culpable y renegar del sentimiento alternativo de víctima, también judicializa
(¡casi siete décadas después!) cualquier “revisionismo” (para utilizar el
término asumido) de la <i>memoria histórica</i> o de la Historia misma.
Alemania ha querido acelerar la fosilización de su Historia sin haber
significado definitivamente su memoria histórica, debido a lo cual aquella no
ha quedado bien cerrada en un tiempo <i>perfectivo</i>. Ejemplo de ello son los
procesos contra revisionistas alemanes o la polémica desencadenada a partir de
la publicación de <i>El incendio</i>, del nada sospechoso de <i>negacionismo</i>
Jörg Friedrich.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2UsDddtCVQuswnDon2IKzWqfAsoJYedrUPPqLKe2jLL9hhRrZ8vluJYu-Ho0jwdx7hkgRY6-VyIR4Fxt3lezxkB7JPJEz8-vVaudEi6SxHtPWN6UnCpXoS47fj4dbxK8KM3RvXIUlslXF/s1600/s_w11_3a42267u.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2UsDddtCVQuswnDon2IKzWqfAsoJYedrUPPqLKe2jLL9hhRrZ8vluJYu-Ho0jwdx7hkgRY6-VyIR4Fxt3lezxkB7JPJEz8-vVaudEi6SxHtPWN6UnCpXoS47fj4dbxK8KM3RvXIUlslXF/w400-h260/s_w11_3a42267u.jpg" width="400" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><i><span style="font-size: x-small;">Matanza de Lidice (Checoslovaquia), en junio de 1942</span></i></span></td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><span style="font-size: medium;">Las sociedades traumatizadas
no asumen fácilmente desligarse de unos hechos que se han fosilizado pronto y
mal desde una sola perspectiva histórica y que han redireccionado —o contaminado
si queremos a posteriori— la memoria de los mismos. Basta mencionar las
críticas feroces que recibió Hanna Arendt en Israel cuando, como cronista del
proceso contra Eichmann, publicó <i>Eichmann en Jerusalén</i>, y evidenció la
responsabilidad de los Consejos Judíos en el Holocausto. </span><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"> <span style="font-size: medium;"> Un intento
de trascender la dualidad conflictiva entre Historia <i>imperfecta</i> y <i>memoria
histórica</i> puede ser una tercera vía: la literatura. Una literatura que se
consagra a la <i>historia de la memoria</i>. La <i>historia de la memoria</i> en
sí misma es un ejercicio ficcional y estructural. Con los retazos de la memoria
(el cúmulo de vivencias, experiencias, conocimientos de las <i>Historias</i> y
de la <i>memoria histórica</i>...) es posible entretejer la historia de la
misma, es decir, <i>el relato de la memoria</i>, tanto de la <i>memoria
histórica</i> como de <i>la memoria de la Historia</i>, desde la perspectiva
del narrador de la memoria (con todas sus posibilidades). En su condición de
relato de la memoria es donde la literatura puede suplir el “sentido
unidireccional” de la Historia (sea cual sea, <i>perfecta</i> o <i>imperfecta</i>)
y el “sinsentido” de la memoria histórica que quiere equipararse a memoria de
la Historia para así poder significarse. La literatura pretende en muchas
ocasiones su propia descodificación de la realidad mediante una codificación de
lo ficcional. Como señala Jacques Rancière
en <i>El reparto de lo sensible. Estética y política</i>: «Lo real debe
ser ficcionado para ser pensado». El signo literario, dado su carácter
polisémico y connotativo, puede superar los “sentidos unidereccionales”y los
“sinsentidos” fragmentarios. El signo literario permite, no reinterpretar ni
revisionar, sino interpretar y visionar los hechos sin apechugar con ellos.
Tiene esta ventaja: vencer la resistencia de la “eticidad”. La literatura (en
mayor medida que el cine, la pintura, la fotografía u otras artes) no implica
una ética interna (y, tal vez, ni siquiera externa). Es cierto que la confusión
de ética y moral ha provocado procesos famosos. ¿Quién condenaría <i>moralmente</i>
hoy a Emma Bovary?, ¿quién a <i>Madame Bovary</i> o al propio Flaubert? <i>Las
flores del mal</i> pueden crecer libremente (todavía) en los jardines de
Occidente, si bien, en otros lugares más exóticos es más peligroso que la
siembra de opio (baste recordar el caso de <i>Los versos satánicos</i> de
Salman Rushdie). Que no implique una ética (de autor o de obra) no nos exime de
la discusión sobre su posible necesidad; un caso significativo es la polémica
en Francia sobre si se debería conmemorar el 50 aniversario de la muerte de
Louis Ferdinand Céline el mes de julio de 2011.</span><o:p></o:p></span></div><div style="text-align: justify;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><span style="font-size: medium;"><br /></span></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitL8Dxf-hh1WWtyOU-cOTvB0m2-THgZnD3SfdnnEeRp4UvbrAzls90dJVA0mrUwMoJGH8-SpJD0yxYoVfNqv-09xzOTs492AAu6Jsnjk8ltxXgbiv0hF6AAGySdLBCFLP4zEnK8SUq9vf1/s1600/louis-ferdinand-celine-a-meudon_1222763465.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="396" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitL8Dxf-hh1WWtyOU-cOTvB0m2-THgZnD3SfdnnEeRp4UvbrAzls90dJVA0mrUwMoJGH8-SpJD0yxYoVfNqv-09xzOTs492AAu6Jsnjk8ltxXgbiv0hF6AAGySdLBCFLP4zEnK8SUq9vf1/w400-h396/louis-ferdinand-celine-a-meudon_1222763465.jpg" width="400" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: x-small;"><i>Louis-Ferninand Céline</i></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"> <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"> <span style="font-size: medium;"> No se trata
de narrar la Historia al modo de la novela histórica. Ésta lo que pretende es
simular la Historia <i>perfecta</i>: un simulacro híbrido entre lo ficcional y
lo histórico. El simulacro suplanta a la Historia cerrada mediante un relato
que quiere liberarla, resolverla <i>imperfectivamente</i>. Sobre todo con el
recurso de la impresión de veracidad histórica más que de realidad, desea
narrar <i>lo que pudo ser</i> porque nos gustaría <i>que así fuese</i>. No se
crea la Historia, se recrea en cartón piedra, se reinventa de algún modo para
dar la sensación de veracidad; dicho de otro modo, se trata de ponerle hojas
verdes de plástico al árbol fosilizado para que parezca el árbol de la vida, de
liberar el insecto del ámbar; para dotarlos de nuevos significados y sentidos.
No es extraño que el Romanticismo desarrollase la novela histórica: el
romántico (a su manera racional) gusta de encontrar sentido al sinsentido,
aunque el sentido sea el propio sinsentido de las cosas. La Historia se
subjetiviza, y ya sean los individuos o los pueblos, se <i>protagoniza</i>. El
romántico aspira a ser el protagonista de la Historia igualmente que lo es en
cuanto a la Naturaleza, con la intención de lograr el anhelo de vida y libertad
plenas. Para el románrico sólo lo imperfecto es perfecto, por eso crea
monstruos con retazos de vida. La novela histórica es el monstruo de
Frankestein de la literatura, al mismo tiempo tan vivo y tan muerto. En nuestro
tiempo, tan <i>imperfectivo</i> en la mente de las gentes, ahora que <i>el fin
de la Historia</i> queda otra vez lejano, este género cobra nueva vida en
formas no menos monstruosas (en el sentido de ir contra el orden regular no ya
de la naturaleza, sino de la Historia). Creo también que la novela histórica es
igualmente un intento de dotar a la Historia de memoria, y, en consecuencia, de
identidad (otra pretensión tan romántica y moderna); el problema es que el <i>monstruo</i>
no se recuerda a sí mismo, sino a los muertos de que se compone. Por eso la
novela histórica raramente rebasa sus límites genéricos. El sueño de la
Historia produce monstruos de poco recorrido. </span><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"> <span style="font-size: medium;">Tampoco nos
referimos a la narración de la intrahistoria al modo realista y
noventayochista. Podemos crear personajes intrahistóricos que, en el entramado
histórico <i>imperfecto</i>, nos permita seguir el hilo de los hechos de la
Historia <i>perfecta</i>, como Galdós en sus <i>Episodios Nacionales</i>.
Meterse en la Historia, como un viaje en el tiempo, no es otra cosa que un
vivir para contarlo: en cierto modo una memoria de la Historia también
reinventada y rescrita. Eso es novelar la historia de la Historia. En cierto
modo lo que propone —con distinta intención— García Márquez en <i>Los funerales
de Mamá Grande</i>: «Es hora de contar los pormenores de esta conmoción
nacional antes de que lleguen los historiadores.» En la intrahistoria se relata
el tiempo de vida del insecto atrapado en el ámbar de la Historia. Creemos
entender la memoria de la Historia <i>perfecta</i>, pero lo que en realidad se
significa es la memoria de la memoria <i>imperfecta</i> de la Historia. </span><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEispfeNvfvtECSMZh6Ki6u7hE0HN2m68wdi4YVNv2ZSv5fkKkV6GxW5JKo2MG4_d4CXlbeHt9jY1d3s9CKuCIOP9dK1HqR8X_Z_6Wg7MyfDBIySXAxkrFRo8VUGETZWQPKfCXZYftPdTDCX/s1600/450px-Benito_P%C3%A9rez_Gald%C3%B3s.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEispfeNvfvtECSMZh6Ki6u7hE0HN2m68wdi4YVNv2ZSv5fkKkV6GxW5JKo2MG4_d4CXlbeHt9jY1d3s9CKuCIOP9dK1HqR8X_Z_6Wg7MyfDBIySXAxkrFRo8VUGETZWQPKfCXZYftPdTDCX/s400/450px-Benito_P%C3%A9rez_Gald%C3%B3s.jpg" width="300" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: x-small;"><i>Don Benito Pérez Galdós</i></span></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"> <span style="font-size: medium;"> A lo que
nos estamos refiriendo al hablar de la literatura como <i>historia de la
memoria</i> es al relato que trata no de contar, reinventar o rememorar la
Historia <i>perfecta</i>, sino la percepción <i>imperfecta</i> que tenemos de
ella en el tiempo de nuestra memoria. La historia de la memoria no es absoluta
ni cerrada, porque la memoria nunca lo es; es selectiva, parcial y
fragmentaria, sin una identidad claramente definida, <i>imperfecta</i>. Exige
una narración múltiple, muchas veces diversa, a veces colectiva, repetitiva,
contradictoria, dudosa e <i>incierta</i>. Así es la literatura moderna, y así
es la historia de la memoria moderna. Todo ello intensificado cuando la
historia de la memoria se conforma como signo y relato de tiempos terribles.
Algo así es lo que han pretendido —fallidamente en parte— obras sobre la Guerra
Civil o la posguerra como <i>Soldados de Salamina</i>, de Javier Cercas, o, de
otro modo más puramente ficcional, <i>Los girasoles ciegos</i> de Alberto
Méndez. Es lo que podemos encontrar en diversos textos literarios europeos
marcados por la Segunda Guerra Mundial o sus efectos (recordemos, por ejemplo,
algunas obras de W. G. Sebald; <i>A paso de cangrejo</i>, de Günter Grass; o
desde otros supuestos <i>Vida y destino</i> de Vasilii Grosman). La historia no
la percibimos en el envés de su entramado intrahistórico <i>imperfecto</i>, ni
en el tapiz histórico <i>perfecto</i>, sino en la impresión —<i>imperfecta</i>
como tal— que queda en nuestra memoria del propio tapiz. No novelamos ni lo que
desearíamos que fuese nuestra memoria histórica, ni la historia de la Historia;
nuestra pretensión es relatar <i>nuestra</i> historia de la memoria de la
Historia. Nos hemos olvidado <i>realmente</i> del insecto y del ámbar:
relatamos <i>nuestra</i> historia, esa triste historia en que tenemos la
impresión de que nuestra memoria nos acabará recordando que somos el insecto
que cae en la trampa del ámbar. Olvidamos la Historia <i>perfecta</i> para
recordar la historia <i>imperfecta</i> de la memoria que, en busca del pasado,
siempre avanza hacia el futuro: para poder recordar o rememorar necesitamos
futuro; en la historia está el pasado, en la memoria el futuro.</span></span><span style="font-size: medium;"><br /></span>
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPF-aYyKdBCh_n5ROzMJkTj9fRJHwJFGQK8kucPlTHndsyEg875ixLjSuVul2WYAnzSstb63sNl-O9LT2gqCTAXBVjNRjssojeqfdO_rKbjgMZGiNMZP6Z6x50uFkiXZmIn1JxLtoVAmGr/s1600/soldados-de-salamina-1.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPF-aYyKdBCh_n5ROzMJkTj9fRJHwJFGQK8kucPlTHndsyEg875ixLjSuVul2WYAnzSstb63sNl-O9LT2gqCTAXBVjNRjssojeqfdO_rKbjgMZGiNMZP6Z6x50uFkiXZmIn1JxLtoVAmGr/s320/soldados-de-salamina-1.jpg" width="210" /></span></a></div>
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><span style="font-size: medium;">Sin embargo, no pensemos que <i>la
historia de la memoria</i> siempre se ha formulado <i>modernamente</i>. <i>La
Ilíada</i> de Homero no es Historia, no es intrahistoria, no es novela
histórica, no es memoria de la Historia (pues no trata de recomponer
significativamente la Historia a través de la memoria de los hechos), es, si se
me permite, también <i>historia de la memoria</i>; pero una historia <i>perfecta</i>
de la memoria. El relato homérico intenta historiar la memoria que debe guardar
el futuro <i>perfecto</i> de los aqueos, no el pasado; es la historia de la
memoria <i>cierta</i> que debe prevalecer. Algunos de los cantares de gesta
medievales tienen una función semejante: el <i>Cantar de Mío Cid</i> no trata
únicamente de ensalzar las virtudes del héroe Rodrigo Díaz de Vivar, sino de
generar un sentimiento de heroicidad en Castilla, y sobre todo —he ahí la carga
ideológica <i>perfecta</i> y <i>futura</i> de todo su extenso relato ficcional—
prevenir a los castellanos (sin mucho éxito, indudablemente) contra la rancia
nobleza leonesa, que traicionaría los modos de vida y organización del antiguo
condado en cuanto se consumase la unión, en analogía con la afrenta de Corpes.
Y hablando del condado de Castilla, el <i>Poema de Fernán González</i>, ¿acaso
no es una historia <i>perfecta</i> de la memoria mesiánica del personaje que se
confunde y asimila con la de su pueblo? Son obras encaminadas al futuro, más
que al pasado.</span><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-autospace: none; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9tOk5h5QE3_7j6iOSHMNBNRYGZLB52ArHfuRYCNPgz2QXS-SEyjmhYkku4qeUbmtwwdi1TRuxwH_eBzQHClqlGc42yG78q-aRtIbNXXoUDrNZ-559eIFl-lpPlJi8hTyqcHAS6CBS3Qqu/s1600/estoria-de-fernan-gonzalez.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9tOk5h5QE3_7j6iOSHMNBNRYGZLB52ArHfuRYCNPgz2QXS-SEyjmhYkku4qeUbmtwwdi1TRuxwH_eBzQHClqlGc42yG78q-aRtIbNXXoUDrNZ-559eIFl-lpPlJi8hTyqcHAS6CBS3Qqu/s320/estoria-de-fernan-gonzalez.jpg" width="280" /></span></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif"><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Más arriba hemos mencionado la no
necesaria eticidad expresa de la literatura. Gracias a ello, sin escandalizarnos,
podemos ampliar las perspectivas de las distintas historias de la memoria. El
silencio es cómplice del pasado cuando nos impide hablar para el futuro. La
historia de la memoria puede significar <i>la literatura del daño</i>, porque
no está presa del pasado (aunque pueda estarlo del futuro); así puede encontrar
su libre expresión, en un lenguaje no atado al horror, aunque sí entintado por
él. El lenguaje ya no está fosilizado tampoco y, por tanto, tampoco el
pensamiento. Günter Grass escribe en su obra citada más arriba: </span><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">«Nunca
deberíamos haber silenciado este sufrimiento [el del pueblo alemán durante la
Segunda Guerra Mundial] solo por el hecho de que nuestra culpa era omnipresente
y nuestros lamentos ocuparon todos esos años, mientras dejábamos que la
ultraderecha se apropiara de esa realidad». </span><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Cuando Borges, al
poco de terminar la Guerra Mundial, y seguramente con motivo del proceso de
Nuremberg, se adentró en la mente del nazi —hombre cultísimo y sensible— Otto
Dietrich zur Linde (“Deutsches Requiem”, en <i>El Aleph</i>, 1949), realizó en
su relato un ejercicio de comprensión desde dentro, que a los lectores les
pudiera servir como historia de la memoria del sinsentido nazi: Otto, que va a
ser fusilado al amanecer, relata la historia de su memoria —si bien con una
intención justificativa— y declara: «No pretendo ser
perdonado, porque no hay culpa en mí, pero quiero ser comprendido. Quienes
sepan oírme, comprenderán la historia de Alemania y la futura historia del
mundo.» Este relato sin duda anticipó novelas como la del escritor
francés Jonathan Littell, <i>Las benévolas</i>, las memorias de un oficial de
las SS. Lo que queda de esas obras no es la Historia ni su memoria, sino la
historia de <i>nuestra</i> memoria sobre ella: el relato que puede dar sentido
a los sinsentidos sin obcecarse en la unidireccionalidad ni en el revisionismo
ni en la moralidad (la ética siempre está implícita). </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRtqfJlBz_cS0Zd3SNZw1hat3CXUD_KmQ8PmsaVv257GJ6JQ-K4AwlTkKOOhvFGvxXmJkyTZUfhjN5ma-kLrzrejkK9r__iQAeQSjloVjcVIHYhOeKEn_Sk7YuBAZdYa82cCU8TD9E1fC/s1600/bucherverbrennung33.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinRtqfJlBz_cS0Zd3SNZw1hat3CXUD_KmQ8PmsaVv257GJ6JQ-K4AwlTkKOOhvFGvxXmJkyTZUfhjN5ma-kLrzrejkK9r__iQAeQSjloVjcVIHYhOeKEn_Sk7YuBAZdYa82cCU8TD9E1fC/w272-h400/bucherverbrennung33.jpg" width="272" /></span></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span face="Trebuchet MS, sans-serif">Una literatura que quiera
comprender sin obligar a la comprensión, una literatura que no supone ni impone
una visión del pasado, sino que propone una visión del futuro. Ahí estaríamos
tentando la posibilidad de la literatura de <i>previsión</i>, como la de Kafka,
pero eso es materia para otra reflexión. Dejemos que Gregorio Samsa sea <i>todavía</i>
un insecto fuera de la gota de ámbar.</span><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText2">
<br /></div>
<div class="MsoBodyText2">
<b>Pedro Galván Magro, 28 de marzo de 2011<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoBodyText2">
<br /></div>
<div class="MsoBodyText2">
<b>TRABAJO PARA EL CURSO DE FILOSOFÍA Y LITERATURA (28 DE
FEBRERO AL 29 DE MARZO DE 2011). </b>Curso impartido por Carlos Thiebaut,
Alfredo Kramarz, Alberto Sebastián Lago, Alberto Murcia y Gregorio Saravia
(Universidad Carlos III de Madrid)<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoBodyText2">
<br /></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-46749082643869225172013-05-16T14:31:00.002-07:002020-12-11T13:19:58.415-08:00ENSAYO SOBRE CARTA DE LORD CHANDOS, DE HUGO VON HOFMANNSTHAL<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">LORD
CHANDOS O EL LENGUAJE ENFERMO DE LENGUAJE<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 70.5pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">«El
sentimiento infinito sigue siendo tan infinito en las palabras como lo era en
el corazón […]. Por eso, no debe inquietarnos el lenguaje; pues, ante las
palabras, sólo por nosotros mismos debemos inquietarnos.» <i>Cartas a Felice</i>, Franz Kafka.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> La crisis de conciencia de finales del siglo XIX tiene
muchas facetas. Y una de ellas, verdaderamente importante, es la crisis del
lenguaje y del propio pensamiento. Es el objetivo de este trabajo estudiar esa
crisis en una de las obras que más claramente la expresan: la <i>Carta de Lord Chandos</i> (1902)<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn1" name="_ftnref1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>, del escritor austriaco
Hugo von Hofmannsthal. Este breve pero denso escrito ha sido entendido como un
exponente de la disolución del lenguaje, un lenguaje incapaz ya de representar
y conformar la realidad; un anticipo de Wittgenstein y su célebre afirmación:
«de lo que no se puede hablar, hay que callar»<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn2" name="_ftnref2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_607yAi1hnQxjhnIK4vR7ol9m_AWn3OXxZKj-A2MO03xpbeiD3HfDliCaMfOPRa9cez8fvgiI7OxeuYOmzD2KUzO-NnobwHl2E8rChyfX59Uhc4qGq9bnUZBflQM4kLGZjX_W504wgi8A/s1600/Carta+a+lord+Chandos+ALIANZA.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_607yAi1hnQxjhnIK4vR7ol9m_AWn3OXxZKj-A2MO03xpbeiD3HfDliCaMfOPRa9cez8fvgiI7OxeuYOmzD2KUzO-NnobwHl2E8rChyfX59Uhc4qGq9bnUZBflQM4kLGZjX_W504wgi8A/s1600/Carta+a+lord+Chandos+ALIANZA.jpg" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> En el cortísimo prefacio de la obra, el autor declara: «Esta
es la carta que Philip, lord Chandos, hijo menor del conde de Bath, escribió a
Francis Bacon, más tarde lord Verulam y vizconde de St. Alban, para disculparse
ante este amigo por su renuncia total a la actividad literaria». La causa de
esa renuncia, el <i>quid</i> de la cuestión,
lo expone, con perfecta claridad y coherencia (¡una gran paradoja!), el propio
lord Chandos: «Mi caso es, en resumen, el siguiente: he perdido por completo la
capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa» (pág. 17). Esa
incapacidad, ese <i>entumecimiento mental</i>,
ya lo había catalogado el destinatario de la carta, Francis Bacon, en una carta
suya previa, como un mal mental, asociándolo al aforismo de Hipócrates: <i>Qui gravi morbo correpti dolores non
sentiunt, iis mens aegrotat<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn3" name="_ftnref3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><b><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[3]</span></b></span><!--[endif]--></span></a></i>.
Y el propio Philip asume el diagnóstico parcialmente: «Pero yo tengo que
explicarle mi interior, una rareza, una mala costumbre, si usted quiere, una
enfermedad del espíritu…» (pág. 11). No una enfermedad mental propiamente
dicha, sino una <i>enfermedad del espíritu</i>,
ya que si se tratara de una enfermedad mental ésta impediría totalmente la
lucidez expresiva; en cambio, la enfermedad del espíritu, no, es más,
probablemente agudizaría en cierto modo la lucidez misma. Cómo ha llegado lord
Chandos a ese estado espiritual, a ser un <i>caso</i>—más
literario que clínico—, es el propósito de este trabajo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Garamond, serif;"><span style="font-size: 19px; line-height: 21px;"><br /></span></span><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgE1-5JejgMtJCOjaUd8aAD0KVDDB50EAImoEnmcrKFcb9caXwJWxdeBifegjLIi7DZj3F1xI9PBIZ7YxDEmZE7ib5LaTMifZL_yoiPaX3s2_o8aUHgcCbrz0XEtSu9PkrtuAb5kDyL6Qtl/s1600/220px-Francis_Bacon.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgE1-5JejgMtJCOjaUd8aAD0KVDDB50EAImoEnmcrKFcb9caXwJWxdeBifegjLIi7DZj3F1xI9PBIZ7YxDEmZE7ib5LaTMifZL_yoiPaX3s2_o8aUHgcCbrz0XEtSu9PkrtuAb5kDyL6Qtl/s1600/220px-Francis_Bacon.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">FRANCIS BACON</td></tr>
</tbody></table>
<i><o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">La infección del espíritu<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">¿Cuándo
contrae esa <i>enfermedad del espíritu</i>
lord Chandos? ¿Dónde se infecta tal vez? En Venecia, la maravillosa y pestífera
ciudad que emerge de las aguas, y que, por tanto, tiene esa rara virtud de manifestar
la ambigüedad de la vida y la putrefacción; la ciudad exultante que refleja en
la superficie del agua la forma de lo amorfo que late en el abismo y en lo
profundo; la ciudad que encuentra en sí misma la expresión máxima del arte: la
constatación de que toda belleza es inestable y vacilante y caduca, y que ello
no es sino reflejo, <i>imago </i>de la vida;
constatación turbadora, como un <i>síndrome
de Stendhal</i>, que incluso puede llegar al punto de perturbar nuestra propia
identidad. Así le sucedió, por ejemplo, a Gustav von Aschenbad, el personaje
protagonista de <i>La Muerte en Venecia</i>
de Thomas Mann, que se cuestiona su identidad burguesa (estructurada, formal,
estética, <i>lingüística</i>) y la <i>abre en canal</i> para dejar aflorar la
identidad sumergida y entregarse —recatadamente tras una máscara veneciana de
sí mismo— a Eros y Thanatos<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn4" name="_ftnref4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>. Aschenbad cambia el
lenguaje de su propiedad (la propiedad del burgués) por un lenguaje <i>impropio</i> que se silencia y le silencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> Pues bien, en esa <i>ciudad
de los extravíos</i>, ambigua donde las haya, Lord Chandos encuentra <i>dentro de sí</i> el orden interno de los
periodos latinos, podríamos decir el orden interno del lenguaje, su <i>estructura</i>: «¿Y soy yo, de nuevo, el que
con veintitrés años encontró dentro de sí, bajo los pórticos de piedra de la
gran Plaza de Venecia, aquel orden interno de los periodos latinos cuya planta
y construcción intelectuales le entusiasmaron interiormente más que los
edificios de Palladio y Sansovino que emergen del mar?» (pág. 10 y s.). Von
Aschenbad encontró allí al adolescente Tadzio; lord Chandos encontró el orden
interno del lenguaje. Ambos los encontraron <i>porque
los buscaban</i>, los habían convertido en su <i>designio</i>. Y por ellos se entregarán a la peste y a la putrefacción.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Lord
Chandos, al <i>interiorizar</i> el orden interno
del lenguaje, se inocula <i>formalmente</i>
el virus del lenguaje, virus que ataca al lenguaje y al pensamiento mismo. El
lenguaje, infectado de sí, deja de ser el orden interno del mundo, el <i>formalizador</i> de la realidad, para ser un
orden en sí mismo, una rígida estructura de la estructura, un devorador de su
propia naturaleza. Cuando entendemos el lenguaje como estructura y aprehendemos
su orden interno, las infinitas relaciones entre sus elementos, entonces caemos
en su propia red. El lenguaje pasa a ser un ente <i>anquilosado</i> en nosotros, que ya no opera como intermediario entre
el sujeto y el objeto, sino que se enrosca en el sujeto como un círculo vicioso
<i>de sí mismo</i>. Entonces el lenguaje
sólo habla de sí y para sí y, como un virus, todo lo infecta de lenguaje hasta
anular la otredad y, con ella, al propio sujeto y su identidad.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibHM3DRmrFkjTl8LA94cGKufvhu333tY4odtc3KG2StjP1m1c-E_FvpOIJNTkWwivmD1nEV-FBzYdP9dT4wWsQR63yszD-cBYcBF78ANibWKNhlkj2KstwrWFekIteavzgdFrEtwJapf7_/s1600/250px-Hofmannsthal_1893.jpg" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibHM3DRmrFkjTl8LA94cGKufvhu333tY4odtc3KG2StjP1m1c-E_FvpOIJNTkWwivmD1nEV-FBzYdP9dT4wWsQR63yszD-cBYcBF78ANibWKNhlkj2KstwrWFekIteavzgdFrEtwJapf7_/s320/250px-Hofmannsthal_1893.jpg" width="176" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">HUGO VON HOFMANNSTHAL</td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Cuando
lord Chandos tenía en mente el proyecto de describir los primeros años del
reinado de Enrique VIII, aquél veía fluir de la prosa de Salustio «la
comprensión de la forma, aquella forma interior, auténtica, profunda que sólo
puede intuirse más allá del terreno acotado de los artificios retóricos, la
forma de la que ya no se puede decir que ordena lo material pues lo penetra, lo
neutraliza creando ficción y verdad al mismo tiempo, un juego de alternancias
eterno, una cosa maravillosa como la música y el álgebra.» (pág. 12 y s.)
Philip, en su ingenuidad, creía que comer de ese fruto del conocimiento no era
peligroso; sin embargo, al morder la comprensión de la forma, <i>aquella forma interior, auténtica, que
penetra lo material</i>, también estaba dejando que penetrara en su interior el
veneno del lenguaje. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Cuando
el lenguaje nos posee, ya no nos permite penetrar, a través de su forma, la
materia del mundo, como sí permite la música o el álgebra (o como Zeus
penetraba con su lluvia de oro a Dánae), sino que, al penetrar en nosotros, nos
convierte en su propio mundo, en su territorio, pudiendo violar incluso nuestra
identidad. Y el mundo pasa a sernos ancho y ajeno, y el lenguaje que nos penetra
también. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Pues
el lenguaje, ya enfermo de sí mismo (la función del lenguaje ha creado un
órgano devorador de sí mismo), enferma el pensamiento y el espíritu. Lo
percibimos entonces como algo ajeno (pero que ya está en nuestro interior, es
nuestro intruso), que nos mira <i>con un
aire extraño y frío</i>. El lenguaje ya no es nuestra obra, sino que el
lenguaje obra por sí mismo. Por ello lord Chandos ya no reconoce sus escritos,
sus tratados «como una imagen familiar de palabras enlazadas, sino sólo palabra
por palabra, como si esas palabras latinas, reunidas así, apareciesen por
primera vez ante mis ojos» (pág. 11). El lenguaje ya no es <i>la casa del ser</i>, la casa <i>familiar</i>
del ser, sino el <i>ser</i> extraño de la
casa, su invasor<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn5" name="_ftnref5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">El
lenguaje propio se ha vuelto ajeno: «… quiero que comprenda que de los trabajos
literarios que aparentemente se encuentran delante de mí me separa el mismo
abismo insalvable que de aquellos que están detrás de mí y que resultan tan
ajenos que dudo en llamarlos de mi propiedad.» (pág. 11 y s.)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Quien
cree poseer el lenguaje encontrando su orden interno, trazando su planta y
construcción, desglosando todos sus elementos y las relaciones entre los
mismos… quien cree poseer el lenguaje <i>totalmente</i>,
es poseído por él y dominado por su <i>totalitarismo</i>
que nos impide hablar por nosotros mismos, libremente. Si el lenguaje invade
nuestra consciencia, nos paraliza, nos calla. Cuando permitimos que el lenguaje
hable por nosotros, siempre termina hablando de sí mismo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Si se
intelectualiza el lenguaje, si se interioriza, se convierte en enfermedad: no
es la enfermedad del silencio, sino la del ruido del lenguaje, un <i>tinnitus</i> del lenguaje. Los significantes
son acúfenos, no fonemas; los significados sólo son sumas infinitas de
significados, donde todas las relaciones son posibles porque ya no impera <i>un sentido</i>, sino la posibilidad de todos
los sentidos, es decir, de ninguno. Lord Chandos hubiera querido titular su
obra, la obra total, <i>Nosce te ipsum</i>,
sin darse cuenta de que el lenguaje ya obraba por él y ese <i>nosce te ipsum</i> no era sino una gran ironía, porque quien, en su
caso, se conocería a sí mismo sería <i>el
lenguaje</i>. Cuando el lenguaje nos inunda, nos sumerge, cuando habla el
lenguaje, a nosotros sólo nos cabe callar y escuchar su ruido. Pero lo más
terrible es que el lenguaje usurpa nuestra identidad al tiempo que nos
desmorona la auténtica, como una grave enfermedad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">El
lenguaje nos enferma y así somos <i>su</i>
enfermedad. El lenguaje, como los virus, tiende a infectarlo todo y, en su
ansia de totalidad, nos obliga a callar, nos produce afonía, y nuestro silencio
se llena de ruidos. Pero el propio lenguaje no cae en la cuenta de que no se
puede decir todo, pues decir todo es decir nada, es solo <i>ruido y furia que no significa nada</i>. Es nuestro límite -nuestro
cuerpo y su devenir- el que limita el lenguaje, el que le <i>ordena</i>, el que le da sentido. No sabe el lenguaje que sin nosotros,
él, que todo lo quiere decir, no dice nada. Wittgenstein no se equivocaba
cuando proclamaba que <i>los límites de mi
lenguaje son los límites de mi mundo</i>; pero <i>mi</i> yo debería procurar que los límites de <i>mi</i> mundo fueran los límites de <i>mi</i>
lenguaje, ya que si no le pongo límites al lenguaje éste acabará invadiendo <i>mi</i> mundo, y hasta <i>mi</i> propia identidad.<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1yboW687SAOfX9ZLtpNNgvvyUg4OdfA2bNvkdO-6ynmueyFTi4jDw_2tDNHDhEBcbSFNvN4pauHWsJ_z5_auT-J7LiOBgAouNdCdpnwVpyej1dklYEizeP0qlzSmwNz9-h67DccMYZfJy/s1600/wittgenstein1-big.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1yboW687SAOfX9ZLtpNNgvvyUg4OdfA2bNvkdO-6ynmueyFTi4jDw_2tDNHDhEBcbSFNvN4pauHWsJ_z5_auT-J7LiOBgAouNdCdpnwVpyej1dklYEizeP0qlzSmwNz9-h67DccMYZfJy/s400/wittgenstein1-big.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">WITTGENSTEIN</td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">In illo tempore</span></i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">,
cuando lord Chandos soñaba con su obra total, «toda la existencia se me
aparecía en aquella época como una gran unidad: entre el mundo espiritual y el
mundo físico no veía ninguna contradicción, como tampoco entre la naturaleza
cortesana y la animal, el arte y la carencia de arte, la soledad y la
compañía…» (pág. 14 y s.) Tal como hemos indicado, si el lenguaje se apropia
del todo, de la <i>gran unidad</i>, no puede
decir nada. Si todas las correspondencias y combinaciones están dadas, no hay
en realidad ni correspondencias ni combinaciones: lo que es todo en el todo no
tiene identidad fuera del todo y, por tanto, no es nada. No puede suceder el
acontecimiento ni la experiencia individualizada: «Una experiencia era como la
otra; ninguna era inferior, ni en la naturaleza sobrenatural y fantástica, ni
en fuerza material, y eso se repetía a todo lo ancho de la vida, a un lado y a
otro; por todas partes estaba yo justo en medio y jamás percibí en ello una
mera apariencia: o intuía que todo era una metáfora y cada criatura una llave
de la otra y sentía que sería afortunado quien fuese capaz de empuñar una tras
otra y abrir con ella tantas de las otras como pudiese abrir. Hasta aquí se
explica el título que pensaba dar a aquel libro enciclopédico.» (pág. 15 y s.)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWb3vFqNT2n3JjQuyUiAZWTjCNbuinivYY3-J65z9PNQn_i6gTyrt4ZKzKOjyzdCJ6tbsMl_G21oikxVYq7JfnB6_KSQyd5qTt6Ok-YYIzzSLXjYlAIq06pu00H9ZdghcsC5DND1d22gZ5/s1600/528px-Punishment_sisyph.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWb3vFqNT2n3JjQuyUiAZWTjCNbuinivYY3-J65z9PNQn_i6gTyrt4ZKzKOjyzdCJ6tbsMl_G21oikxVYq7JfnB6_KSQyd5qTt6Ok-YYIzzSLXjYlAIq06pu00H9ZdghcsC5DND1d22gZ5/s640/528px-Punishment_sisyph.jpg" width="564" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>SÍSIFO</i>, POR TIZIANO, 1548-1549 http://www.museodelprado.es/</td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Ignoraba
lord Chandos que quien tiene la llave absoluta del lenguaje verá en cada
criatura una llave, que abrirá una nueva criatura, la cual aportará otra llave
que abrirá otra criatura… en un círculo vicioso sin fin. Para quien todo es
llave, no posee la clave de todo, sino la llave de nada. Las palabras llaman en
las cosas a otras palabras y éstas se expresan con otras palabras que llaman a
otras cosas, cosas que a su vez llaman a otras palabras que llaman a otras
palabras que llaman a otras cosas… Las llaves necesitan cerraduras; las palabras
necesitan no sólo abrir las cosas sino también cerrarlas. «… Sentía que sería
afortunado quien fuese capaz de empuñar una tras otra y abrir con ella tantas
de las otras como pudiese abrir…»; pero ¿podría sentirse afortunado Sísifo? Por
eso incluso «los misterios de la fe se me han condensado en una alegoría
sublime que se tiende sobre los campos de mi vida como un luminoso arcoíris, en
una lejanía constante, siempre dispuesto a retroceder si se me ocurriese correr
hacia él para envolverme en el borde de su manto.» Aquello que se intenta
aprehender con un lenguaje sin límites siempre se distancia con el lenguaje
mismo. El lenguaje es la maldición de Sísifo, la maldición de Tántalo: «¿Cómo
tratar de describirle esos extraños tormentos del espíritu, esa brusca
elevación de las ramas cargadas de frutos que cuelgan sobre mis manos
extendidas, ese retroceso del agua murmurante que fluye ante mis labios
sedientos?» (pág. 17)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">¿Qué
sucede entonces cuando el lenguaje enferma de sí mismo —triunfa en cierto
sentido— y toca todas las cosas y las traspasa, cuando el lenguaje es «la forma
de la que ya no se puede decir que ordena lo material pues lo penetra, lo
neutraliza creando ficción y verdad al mismo tiempo…?» (pág. 13). Pues sucede lo que resumía lord Chandos: «he perdido
por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna
cosa.» (pág. 17)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">El
lenguaje que llega a ser <i>todo</i>, no
puede responder de las cosas, de las <i>partes</i>
del todo, porque carecen de identidad propia ante su <i>totalitarismo</i>. Pero el todo tampoco tiene identidad porque no se
puede objetivar al haber absorbido al sujeto. Al no poder responder de las
cosas, las partes se disgregan en todas direcciones, en un sinsentido (el
totalitarismo, al admitir sólo el todo, no puede encontrar ni dar sentido a las
partes). No hay concepto de algo —es decir, de nada— cuando el todo es el
concepto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Recuerdo
una vez que, siendo niño, vi una obra de teatro en televisión, cuyo título no
recuerdo: un investigador médico vendía su alma al diablo y éste le permitía
ver toda la materia directamente como a través de un microscopio o rayos equis.
Si al rey Midas todo lo que tocaba se le transformaba en oro, a ese científico
todo se le transformaba en tejidos, huesos, células, microbios… incluso la
mujer amada. Lord Chandos recuerda una experiencia semejante: «igual que en una
ocasión había visto a través de una lente de aumento un trozo de la piel de mi
dedo meñique que semejaba una llanura con surcos y cuevas, me ocurría ahora con
las personas y sus actos. Ya no lograba aprehenderlas con la mirada
simplificadora de la costumbre. Todo se me deshacía en partes, las partes otra
vez en partes, y nada se dejaba ya abarcar con un concepto.» (pág. 19)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Y
además, si el lenguaje se ha conformado como estructura total, todo lo que
designa es parte de esa estructura, un subsistema del sistema, donde todos los
elementos aparecen en continuas réplicas de relaciones de combinación y
permutación posibles. La oposición entre los elementos desaparece y, por tanto,
las cosas no se identifican, son inabarcables, «son remolinos a los que me da
vértigo asomarme, que giran sin cesar y a través de los cuales se llega al
vacío» (pág. 20).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Llegado
a ese punto, el lenguaje <i>enfermo</i> se
ha vuelto en sí mismo sólo un objeto que usurpa nuestra condición de sujeto.
¡El símbolo se ha constituido en una forma que usurpa el concepto! ¡El signo
penetra a la cosa y se encarna en ella <i>dándole
su forma</i>! El medio es el mensaje <i>del
mensaje del medio</i>. El lenguaje ha dejado de ser funcional para convertirse
en funcionario y burócrata del lenguaje mismo, en una especie de <i>no-lenguaje</i>. El no-lenguaje ya no es el
lenguaje que era: el vínculo que unía las cosas (los objetos <i>de verdad</i>) con nosotros (los sujetos <i>de verdad</i>) y que dotaba de sentido tanto
a unos como a otros. El lenguaje <i>verdadero</i>
ha perdido su función primera: <i>dar
sentido</i>, ser el vínculo que unifica el sentido del mundo y el sentido del
yo; en ese lenguaje convergían el mundo y el yo, el lenguaje los estructuraba y
les daba sentido. Podríamos decir que el lenguaje <i>verdadero</i> es nuestro sexto sentido. Lord Chandos intenta recuperar
ese sentido perdido acudiendo a los textos de Séneca y Cicerón, cuya «armonía
de conceptos limitados y ordenados» podría devolverle la claridad y la salud
del sentido. Pero el vínculo con el lenguaje ya está roto, pensamiento y
lenguaje se han disociado, el lenguaje se ha vuelto ajeno al cobrar vida propia.
Los conceptos sólo <i>forman concepto</i> de
sí mismos: «Podía moverme a su alrededor y ver cómo jugaban entre sí; pero sólo
se ocupaban de ellos mismos, y lo más profundo, lo personal de mi pensamiento
quedaba excluido de su corro.» (pág. 20). Si el lenguaje se ha desvinculado del
pensamiento, entonces ya no tiene límites y por tanto sentido, es puro juego,
el juego del corro, del círculo vicioso <i>de
sí mismo</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">La morbosidad del lenguaje<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"> Padecer la enfermedad del lenguaje también tiene
contrapartidas. Si uno renuncia a la expresión, es decir, acepta la totalidad
del lenguaje y, en consecuencia, la nada y vacuidad del mismo, entonces la vida
no estará «del todo exenta de momentos dichosos y estimulantes». Las pequeñas
cosas ya no necesitarán grandes palabras y así podrán revelarse, sin el velo
del lenguaje, en sí mismas, no ya como objetos lingüísticos. Si uno acepta el
totalitarismo del lenguaje se despreocupará de dar sentido al mundo y, por
tanto, de crear signos <i>conflictivos</i>.
Y podrá contentarse con las pequeñas cosas <i>insignificantes.
</i>Es la felicidad del <i>tonto</i> o del
que se hace tal, por el que habla lo sagrado (lo no concernido por el lenguaje,
lo que no tiene signo)<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn6" name="_ftnref6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Las
pequeñas cosas volverán a ser cosas en sí mismas, sin la máscara del lenguaje;
dejarán de ser referentes lingüísticos, volverán a brillar puras, limpias del
moho del lenguaje. Las cosas se nos revelarán como lo que son, no como lo que
el lenguaje revela de ellas: «Una regadera, un rastrillo abandonado en el
campo, un perro tumbado al sol, un cementerio humilde, un lisiado, una granja
pequeña, todo eso puede convertirse en el recipiente de mi revelación.» (pág.
21) «Es más, también puede ser la idea determinada de un objeto ausente, a la
que se depara la increíble opción de ser llenada hasta el borde con aquel
caudal de sentimiento divino que crece suave y súbitamente.» (pág. 22) Lord
Chandos pone como ejemplo de un <i>objeto
ausente</i> el recuerdo del veneno para ratas que ha ordenado echar en los
sótanos de una de sus granjas. El veneno ausente es la idea del veneno, no las
palabras que conforman la idea; y al igual que las palabras siempre convocan a
otras palabras, las ideas de las cosas (no sus significados) pueden convocar un
desbordamiento de ideas. Estas ideas no son nada platónicas, pues son formas en
sí; no son esencias, son devenir; no están idealizadas; por eso la descripción
de las mismas (las ideas —las ideas de la idea de las ratas envenenadas) es, a
propósito, ciertamente espantosa: «Todo estaba dentro de mí: el aire fresco y
lóbrego del sótano, saturado del olor fuerte y dulzón del veneno, y el eco de
los chillidos de muerte que se estrellaban contra los muros enmohecidos; esas
convulsiones apelotonadas de impotencia, de desesperaciones frenéticas; la
búsqueda enloquecida de las salidas; la mirada fría de la cólera cuando
coinciden dos ante la rendija taponada.» (pág. 23) El sentir las cosas, el
sentir las ideas de las cosas sin el lenguaje, eso ha de ser el <i>sentimiento divino</i>: la facultad de un
Dios sin lenguaje; también la del animal. Quizá el don de la ubicuidad sólo es
posible sin el lenguaje (<i>los límites de
mi lenguaje son los límites de mi mundo</i>), pues uno puede estar en un mundo
sin la diacronía del relato, sin el fluir del lenguaje, sin el tiempo de los
signos y su <i>herrumbre</i> (como diría
Claudio Magris); tal vez por ello afirma Lord Chandos: «pero era más, era más
divino, más animal; y era presente, el presente más pleno y sublime.» (pág. 23)<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOb15iMd_MnczXH606ac2O-foKuqIb3kaTV8_gDPiQdQ6f3P1dqlio3ib3vqafol4ZTeQGQKw4Q3jGGKFfFYgIrey3Ezm3jovVHjZKHCF0bbO0ydSlK-OwEkf4DwhU704zyvyxdmKNF4Uw/s1600/magris.jpeg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOb15iMd_MnczXH606ac2O-foKuqIb3kaTV8_gDPiQdQ6f3P1dqlio3ib3vqafol4ZTeQGQKw4Q3jGGKFfFYgIrey3Ezm3jovVHjZKHCF0bbO0ydSlK-OwEkf4DwhU704zyvyxdmKNF4Uw/s400/magris.jpeg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">CLAUDIO MAGRIS (UN POCO CHANDOS)</td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Las
cosas y las ideas se aprehenden, para Philip, como tales, sin la red del
lenguaje que nos atrapa y limita también a nosotros mismos. Sin el lenguaje, la
relación entre nosotros y las cosas sería directa, natural, como ha de serlo
quizá para un animal y como, sin duda, ha de serlo para Dios. El mundo se
percibe entonces como un todo en el que estamos integrados; y ese <i>todo</i> será un <i>algo</i> para nosotros, un <i>algo</i>
en el que puede transfundirse nuestro <i>alguien</i>:
«siento en mí y alrededor de mí una equivalencia maravillosa, absolutamente
infinita y entre las materias que juegan contraponiéndose no hay ninguna en la
que yo no pudiese transfundirme. Entonces es como si mi cuerpo estuviese
compuesto de claves que me lo revelasen todo. O como si pudiésemos establecer
una nueva y premonitoria relación con toda la existencia, si empezásemos a
pensar con el corazón.» (pág. 26). Una nueva relación con toda la existencia <i>sin el lenguaje</i>, pensando con el
corazón, no con el lenguaje sino con lo que llamamos antes el <i>no-lenguaje</i>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Podríamos
decir que la relación del sujeto (de un sujeto consciente) con los objetos no
es posible sin una intermediación <i>necesaria</i>,
intermediación que hace posible la distinción sujeto/objeto (la barra que opone
toda dualidad y oposición) y que al mismo tiempo posibilita la vinculación
entre los mismos. Si esa relación <i>humana,
demasiado humana,</i> no se establece, sólo cabe una relación animal o divina. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Sin
embargo, ese estado animal (libre del lenguaje primordial y natural y
necesario) es insatisfactorio: el hombre es un ser que nace para contarlo.
Necesitamos del lenguaje como el lenguaje necesita de nosotros. «Vivo una vida
de un vacío apenas imaginable», confiesa lord Chandos; es la vida del animal
que no puede expresar <i>lo que piensa con
el corazón</i>, que no puede expresar con el lenguaje el no-lenguaje. La lengua
del no-lenguaje, como dice al final de la carta el propio Lord Chandos, es «una
lengua de cuyas palabras no conozco ni una sola, una lengua en la que me hablan
las cosas mudas y en la que quizá un día, en la tumba, rendiré cuentas ante un
juez desconocido.» (pág. 31) Es una lengua de mudos (¿la lengua de los
sordomudos?), y una lengua que tal vez hable un dios desconocido, que no es el
Dios del lenguaje<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn7" name="_ftnref7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>.<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY0NzYn6gbdNbl9ZmubuTd1AyTk7ZuMDjIR19ojXx25GLvB263WG5hjlnW_XMvxJ4jOL1cZhsopRGV9wMmaTynYdy59QOdHIvhTAq2U703Gb0CIHvv7ZTHUUPE9UzN5IqH_LUiQPe2CyBS/s1600/Copia+%25282%2529+de+IMG_3908.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY0NzYn6gbdNbl9ZmubuTd1AyTk7ZuMDjIR19ojXx25GLvB263WG5hjlnW_XMvxJ4jOL1cZhsopRGV9wMmaTynYdy59QOdHIvhTAq2U703Gb0CIHvv7ZTHUUPE9UzN5IqH_LUiQPe2CyBS/s320/Copia+%25282%2529+de+IMG_3908.JPG" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="http://derecoquinaria-sagunt.blogspot.com.es/2011/12/vivaria-piscium-para-nuestro-hermes.html">http://derecoquinaria-sagunt.blogspot.com.es</a></td></tr>
</tbody></table>
<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">La <i>enfermedad del lenguaje</i> vuelve a Philip
morboso, despierta su interés por cosas minúsculas, incluso insanas y
asquerosas: recordemos las ratas; los tablones podridos bajo los cuales se
buscan los gusanos para pescar; las sábanas multicolores de las camas en los
rincones de los lúgubres cuartos de los campesinos; los feos perros jóvenes…
¿Pero por qué el lenguaje enfermo de lord Chandos se regodea en esas cosas
minúsculas, asquerosas incluso, insignificantes? Pues quizá por eso, porque son
<i>insignificantes</i>, y por tanto no son <i>significantes</i> que necesiten <i>significados</i>: están más lejos del
lenguaje, pues. Es decir, son un <i>sinsentido</i>.
Como era un <i>sinsentido</i> que Craso le
cogiera cariño a la morena de su estanque y llorase por ella cuando ésta muere.
Philip se identifica con Craso («pero a mí el asunto me afecta, el asunto»),
porque reconoce en el <i>asunto</i> de Craso
el asunto del <i>sinsentido</i>. Y ahí
llegamos a la consideración de si el asunto del sinsentido (<i>perder el sentido, quedarse sin sentido</i>)
es el asunto de la locura<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn8" name="_ftnref8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">«La
imagen de ese Craso está a veces en mi cerebro como una astilla alrededor de la
que todo supura, late y hierve. Entonces siento como si yo mismo entrase en
fermentación, borbotease, bullese y reluciese. Y el conjunto es una especie de
pensar febril, pero un pensar con un material que es más directo, líquido y
ardiente que las palabras. Son también remolinos, pero no de los que parecen
conducir, como los remolinos del lenguaje, a un fondo sin límite, sino, de
algún modo, a mí mismo y al más profundo seno de la paz.» (pág. 30). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">La
enfermedad del lenguaje cuando deja de ser meramente espiritual y se <i>psicosomatiza</i> (de alguna manera) como
mental, permite la ebullición del <i>verdadero</i> sinsentido del <i>no-lenguaje</i>: la manifestación del
inconsciente, manifestación <i>consciente</i>
del inconsciente. El loco es consciente de su inconsciencia, no de su
consciencia. Lord Chandos aún es consciente de su consciencia, por tanto aún no
ha sido subsumido por entero por el remolino del no-lenguaje, pero está en
proceso de disociación. Afirma que <i>los
remolinos del lenguaje</i> conducen <i>a un
fondo sin límite</i>; se refiere al lenguaje enfermo. Por tanto su consciencia
—lingüística— está enferma; y, por el contrario, el remolino del no-lenguaje le
conduce «a sí mismo y al más profundo seno de la paz», ese mundo vacío de
signos siempre en oposición y conflicto, una especie de nirvana de los signos.
Lord Chandos está dejándose caer en la indolencia del enfermo que se abandona,
mata <i>su mundo como voluntad de
representación</i>. Busca la paz de quien nada desea; el lenguaje para él ya no es <i>deseo</i> del mundo. Lord Chandos puede
vivir como San Antonio libre de las tentaciones del lenguaje. Al estar poseído
por el lenguaje ya no está poseído por él, pues <i>está fuera de sí</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Con
todo, lord Chandos aún habla de sí mismo, aún se siente individualizado,
paradójicamente, por el lenguaje: la carta es la prueba de que aún no ha
entrado en el mundo absoluto del no-lenguaje, de que aún no ha perdido el
sentido, de que la locura aún no habla por él. «Con su carta, en la que
describe el naufragio de su identidad, intenta por última vez dominar su
dispersión representándola», afirma Claudio Magris<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftn9" name="_ftnref9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-size: 14pt; line-height: 115%;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>. ¿Pero es del todo cierta
esa afirmación? ¿Acaso el lenguaje no habla ya sólo del lenguaje y no de la
identidad de Philips? ¿A Lord Chandos todo se le ha transformado en lenguaje y
el lenguaje, por tanto, lo es todo, con lo cual es imposible que hable de lord
Chandos, pues hablar ya es hablar sólo del lenguaje? ¿Esta es la carta del
lenguaje a Francis Bacon en la que lord Chandos es su mero instrumento, la
carta del lenguaje a los lectores en que Hofmannsthal es un intermediario que
da voz a la crisis del lenguaje? <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Nunca
unas preguntas han sido más retóricas, pues el lenguaje produce sus propios
anticuerpos. El lenguaje ha triunfado en lord Chandos sobre el no-lenguaje,
aunque se convierte en enfermedad crónica en esta carta que es la crónica de
una enfermedad. <o:p></o:p></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWJZvBWmuzP9tSHEd2zxbqgYIVNct9hGLHdvCeOd5_1TV1CoiBS42oCf20JaFKo48kVMfjQqhbnpL6_KnLK1GbWsmGShB9i6ofbskGbzcrwd0UKoo1xf3rKhSKXd-vMJT9U8oVl8E2XpAk/s1600/inconcluso_3.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWJZvBWmuzP9tSHEd2zxbqgYIVNct9hGLHdvCeOd5_1TV1CoiBS42oCf20JaFKo48kVMfjQqhbnpL6_KnLK1GbWsmGShB9i6ofbskGbzcrwd0UKoo1xf3rKhSKXd-vMJT9U8oVl8E2XpAk/s320/inconcluso_3.jpg" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">FRANZ KAFKA</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">El
lenguaje es un antídoto contra la disolución en el mundo. El hombre debe ser
individuo, y su identidad se establece en gran manera con el lenguaje. Él nos
impide disolvernos en la <i>res extensa</i>.
El no-lenguaje nos disuelve, nos transfunde en esa <i>res extensa</i>, donde al perder la posición y la oposición a las
cosas, el choque necesario con las cosas, perdemos la consciencia de nuestra
identidad. Si algo tenemos de más propio, son los átomos del lenguaje. El
lenguaje nos individualiza como humanos, aunque detrás esté amenazador el
no-lenguaje desintegrador, como ruido de fondo. Pero como decía Kafka, ante el
lenguaje <i>sólo por nosotros debemos
inquietarnos</i>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">Pedro Galván Magro, mayo de 2012<o:p></o:p></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14pt; line-height: 115%;">(Trabajo para el curso Filosofía y Literatura)</span></b></div>
<div>
<!--[if !supportFootnotes]--><br clear="all" />
<hr align="left" size="1" width="33%" />
<!--[endif]-->
<br />
<div id="ftn1">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref1" name="_ftn1" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[1]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Hugo von Hofmannsthal, <i>Carta de lord
Chandos</i>, seguida de <i>La herrumbre de
los signos</i>, de Claudio Magris, Alianza Editorial, Madrid, 2008.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn2">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref2" name="_ftn2" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[2]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Ludwig Wittgenstein, <i>Tractatus logico-philosophicus</i>,
Tecnos, Madrid, 2007.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn3">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref3" name="_ftn3" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[3]</span></span><!--[endif]--></span></a>
<i>Quienes aquejados por una grave
enfermedad no sienten dolores, están mentalmente enfermos</i>. (Nota del
traductor Antón Dieterich, en edición citada.)<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn4">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref4" name="_ftn4" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[4]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Véase el interesantísimo estudio de Jaime Fernández Martín: <i>La ciudad de los extravíos</i>, Fórcola,
Madrid, 2010, donde se analiza dicha obra de Thomas Mann desde perspectivas
nuevas.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn5">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref5" name="_ftn5" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[5]</span></span><!--[endif]--></span></a>
De alguna manera, aunque en otro sentido, es lo que le ocurre a Gregorio Samsa
en <i>La metamorfosis</i> de Kafka. Véase mi
ensayo: <i>Kafka: la metamorfosis del
leguaje, el lenguaje de la metamorfosis. </i><o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn6">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref6" name="_ftn6" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[6]</span></span><!--[endif]--></span></a> También podría suceder lo
contrario, que la enfermedad del lenguaje convierta las cosas en <i>supersignificantes</i> y, en consecuencia,
éstas adquieran un <i>supersentido</i> que
deforme la realidad y el lenguaje mismo. Ello es más habitual de lo que se
piensa en la política y en los demagogos del lenguaje. También puede darse el
caso distinto de la idealización del lenguaje como medio para idealizar la
realidad -o volverla loca; don Quijote enloqueció con el lenguaje la realidad y
los demás creyeron que el loco era él.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn7">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref7" name="_ftn7" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[7]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Incluso la mística necesita el lenguaje para dar sentido a su relación de
no-lenguaje entre Dios y el alma. Al lenguaje lo que es del hombre (y de Dios) y
al no-lenguaje lo que <i>sólo</i> es de
Dios.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn8">
<div class="MsoFootnoteText" style="text-align: justify;">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref8" name="_ftn8" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[8]</span></span><!--[endif]--></span></a> Philip no está loco,
porque, al poder reconocer la disociación que ha operado el lenguaje en él,
reconoce aún su identidad. Conoce, pues, el sentido en que opera la enfermedad
del lenguaje. Por eso puede contarlo.<o:p></o:p></div>
</div>
<div id="ftn9">
<div class="MsoFootnoteText">
<a href="file:///C:/Users/Pedro/Dropbox/0Q%20PGM%20Y%20MIS%20CIRCUNSTANCIAS/0a%20ENSAYOS%20PGM/0Q%20LORD%20CHANDOS%20O%20LA%20ENFERMEDAD%20DEL%20LENGUAJE.doc#_ftnref9" name="_ftn9" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span face=""Calibri","sans-serif"" style="font-size: 10pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">[9]</span></span><!--[endif]--></span></a>
Op. cit.<o:p></o:p></div>
</div>
</div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-14066762742139559782013-02-25T14:35:00.000-08:002019-10-22T10:46:25.195-07:00VIAJE A LA TORRE DE MONTAIGNE<br />
<div class="MsoTitle" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Montaigne, 31
de abril de 2010, miércoles</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div>
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoBodyText">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSzhwV6qM6qtLka3ivC5CuGR9OQCSnVhEEi3cm_pzlO8Q86IxCewPAsSvGyzbppLxP4yiZQnZjS1Y_3D8wbWy0OVWduDHielFHJcON0TOIRC3w_X5nUOGAv00ysIB2WDBoz3N3pLlk3aH1/s1600/MONTAIGNE+PASEO.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSzhwV6qM6qtLka3ivC5CuGR9OQCSnVhEEi3cm_pzlO8Q86IxCewPAsSvGyzbppLxP4yiZQnZjS1Y_3D8wbWy0OVWduDHielFHJcON0TOIRC3w_X5nUOGAv00ysIB2WDBoz3N3pLlk3aH1/s320/MONTAIGNE+PASEO.jpg" width="320" /></span></a><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">El día se ha levantado lluvioso en Burdeos. Es
la tranquila lluvia francesa a la que no le gusta correr por las calles ni
dejar su recuerdo en el espejo de los charcos. Y cuando menos lo esperas,
deja luego de lloviznar, como por descuido. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Cruzamos el Garona por el largo y
moderno pont d’Aquitaine —una versión B del puente de San Francisco—, que nos
deja en la autopista. La abandonamos pronto para adentrarnos en las típicas
carreteras galas, lentas y estrechas pero cuidadas, con sus clonados paisajes,
de lomas verdes y suaves, con rebaños aquí y allá de bosques frondosos, campos
con filas de viñedos delineadas cartesianamente. Francia es toda ella un jardín
francés. Esta comarca de Aquitania ha sido declarada por la UNESCO Paisaje
Cultural, pero por ello mismo debería colgarse ese título a gran parte del
país..</span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><o:p></o:p></span><br /></span>
<!--[if gte vml 1]><v:shapetype id="_x0000_t75"
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</v:shape><![endif]--><!--[if !vml]--><!--[endif]-->
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<!--[if gte vml 1]><v:shape
id="_x0000_s1027" type="#_x0000_t75" style='position:absolute;left:0;
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</v:shape><![endif]--><!--[if !vml]--><!--[endif]--><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Saint Michel de Montaigne es casi todavía una
aldea. A diferencia de España, los pueblos crecen despacio y a lo lejos, porque
la Francia rural no tiene prisas por ser París. Dejamos el coche junto a la
pequeña iglesia. A su lado, una placa con la efigie de Montaigne en un sencillo
pilar nos hace pensar que el pueblo no se conforma con un Michel humano, tan
grandemente humano, y ha querido canonizarlo para tomar su nombre. «A la gloire
de Michel Eyquem de Montaigne, 1533-1592»<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Un paseo flanqueado por
altos cedros centenarios y verdes praderas conduce al castillo. Antes pasamos
junto a una hacienda que anuncia los vinos de Montaigne. Al final del sendero,
tras los jardines floridos, uno se topa con la torre, que preside la entrada al
conjunto. La reconocemos sin haberla <!--[if gte vml 1]><v:shape id="_x0000_s1028"
type="#_x0000_t75" style='position:absolute;left:0;text-align:left;
margin-left:126pt;margin-top:0;width:298.05pt;height:223.4pt;z-index:251656192;
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<v:imagedata src="file:///C:\Users\Pedro\AppData\Local\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image005.png"
o:title=""/>
<w:wrap type="square"/>
</v:shape><![endif]--><!--[if !vml]--><!--[endif]-->visto realmente nunca: ésta es la Tour; la
verdadera <i>Tour de la France</i>. Cruzamos
un romántico arco de piedra propio de un grabado inglés, y luego el gran
portalón cabe el torreón, tras el que se abre un gran patio cuadrangular con
habitaciones de servicio y presumibles cuadras a los lados, y enfrente la
hermosa y equilibrada fachada del castillo, reconstruido en el siglo XVIII tras
un incendio. No hay nadie. Llamamos, pero ninguna voz responde. «¡Señor Michel! Sabemos que usted nos observa desde lo alto de la
torre. Venimos desde España, donde conversamos con usted en las páginas de sus <i>Ensayos</i>.
Si nuestra visita no le es grata, no tiene usted más que decirlo; pero
ciertamente nos complacería gustar de su hospitalidad para alimentar nuestro
flaco espíritu. Nuestra contraseña es “Que sais-je?”» <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEij5HKJlGKY7Zd-e29O4qcsg5yN1yP4QqFRwZOewS0dVhtDcpwQGQqjViLWS0yb08TMI-AADa0NOMF3yUIETn92glPsyNxj_7O6vScuTnIyGltGEBv5oB65EP7KrHyD1vEzoMdUzNKLXn/s1600/MONTAIGNE+PALACIO+INTERIOR.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEij5HKJlGKY7Zd-e29O4qcsg5yN1yP4QqFRwZOewS0dVhtDcpwQGQqjViLWS0yb08TMI-AADa0NOMF3yUIETn92glPsyNxj_7O6vScuTnIyGltGEBv5oB65EP7KrHyD1vEzoMdUzNKLXn/s640/MONTAIGNE+PALACIO+INTERIOR.jpg" width="640" /></span></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Cerca de la torre, vigía de
la entrada, a mano izquierda en el corral, una habitación sirve de recibidor, y
de pequeña sala de exposiciones. Después de un buen rato, de una de las muchas
puertas del patio salen una mujer y una niña de siete u ocho años, de rasgos
árabes. La mujer nos informa que los tickets de entrada se recogen en el
caserío que antes dejamos atrás, <i>la-bas</i>, y manda a la niña que nos
conduzca hacia allí; ésta, de mala gana, pero sin rechistar, nos guía, aunque
no sea necesario. Por eso Pedro le regala a la niña un euro para chuches por la
molestia. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFwX4AWggeKV3pCpZcJNH7UbC_-qIuBIAXAW8KhqB8RkcDVTIm-2qKl5ZZWnNAWIqeoj97WOIBmZz5Ta5qnWxvzuaVKUyTZIOyOtNS9RR1jpIF7hj6nRsK-JL3cyAkCTKvAKWIALPs6beH/s1600/MONTAIGNE+PALACIO+INTERIOR.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFwX4AWggeKV3pCpZcJNH7UbC_-qIuBIAXAW8KhqB8RkcDVTIm-2qKl5ZZWnNAWIqeoj97WOIBmZz5Ta5qnWxvzuaVKUyTZIOyOtNS9RR1jpIF7hj6nRsK-JL3cyAkCTKvAKWIALPs6beH/s400/MONTAIGNE+PALACIO+INTERIOR.jpg" width="400" /></span></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Otras tres parejas nos
acompañarán en la visita, guiada por una chica joven que trata de hablar un
francés pausado para que lo entendamos mejor. Otra chiquilla quinceañera,
tímida y como con miedo a estorbar, la acompaña; es su primer día de
aprendizaje para convertirse ella misma en la futura guía. Una de las parejas
es alemana, pues el caballero porta en alemán el gran cartelón informativo que
nos pasan a los que no comprendemos demasiado bien el francés. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Del conjunto del castillo
sólo se puede visitar la torre, que no fue afectada por el incendio
dieciochesco; no necesitamos más: ahí es donde habita aún el espíritu de Michel
de Montaigne. La puerta de acceso es baja y estrecha, a la medida terrenal del
hombre que la engrandeció. En el suelo de la torre se halla la capilla,
circular, sobria y un tanto tétrica y lóbrega, con cierto aire de cripta. Sobre
el pequeño altar se adivina una imagen decimonónica del Arcángel San Miguel en
lucha contra el Maligno que sustituyó al parecer a otra semejante que presidía
en tiempos de nuestro escritor. En ese altarcillo, Michel pondría, según la
ocasión, «una vela a San Miguel, otra a su serpiente». Un conducto acústico en
el techo llevaba la voz de las ceremonias al dormitorio, a donde se sube por
una escalera de caracol. Las puertas son de vanos bajos, de modo que tanto yo
como el propio Montaigne
no tenemos necesidad de agachar la cabeza, lo que sí deben hacer humildemente
los altos presuntuosos. </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIlUEYrlALlEsH4i1ijq9XNYxTkbwCZlnLgVIx45VNh4UcLRDKU7wtyT84RJz4biEenL9-jJgvwJw94nywASAgAtMsKppf9IgHyfo4c40cNLImR6b8wsmzD5Bjy1CsUXAmeAxfbycVdUEs/s1600/MONTAIGNE+CAMA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIlUEYrlALlEsH4i1ijq9XNYxTkbwCZlnLgVIx45VNh4UcLRDKU7wtyT84RJz4biEenL9-jJgvwJw94nywASAgAtMsKppf9IgHyfo4c40cNLImR6b8wsmzD5Bjy1CsUXAmeAxfbycVdUEs/s400/MONTAIGNE+CAMA.jpg" width="400" /></span></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">El dormitorio, escueto, sencillo, austero, contiene una
cama pequeña con dosel ("el dosel y cortinillas del lecho me parecen necesarios"), y el ventanal junto al que se esconde el hueco —una
alacena del pensamiento— donde se refugiaba nuestro ensayista para sentarse a
leer o para refugiarse ante visitas incómodas. En esta estancia un busto del
autor vigila su cofre auténticamente del tesoro,
el que Montaigne portaba lleno de libros en sus andanzas por Francia y Europa,
y donde al cabo de un par de siglos —algo inexplicable— se resucitó el
manuscrito de algunos de esos diarios de viaje. La cama es una réplica de la
original sobre la que encomendó su espíritu el ensayista el 13 de septiembre de
1592. Y anejo está el habitáculo para la letrina (que también el cuerpo reclama
sus necesidades: "Todos defecan, incluso los reyes, los filósofos y las damas"). </span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPfypXFwgdFOFtuuyFtbiqxPTnEabhyphenhyphen_8NbDQDsBTut4APpd7SjITw5-Sc4wiUDE_3RTerkqaGi1tjcsKDFLvjUAFwEDa7eEiCjuDu858biNbBrmmoBFf1ZK69x2SzSRDR6hAIIXKTvNGN/s1600/MONTAIGNE+TECHO.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPfypXFwgdFOFtuuyFtbiqxPTnEabhyphenhyphen_8NbDQDsBTut4APpd7SjITw5-Sc4wiUDE_3RTerkqaGi1tjcsKDFLvjUAFwEDa7eEiCjuDu858biNbBrmmoBFf1ZK69x2SzSRDR6hAIIXKTvNGN/s640/MONTAIGNE+TECHO.jpg" width="640" /></span></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Arriba, en el piso alto y noble, se encuentra el estudio
donde Michel paseaba para escribir, donde leía y consultaba su amplia
biblioteca de mil volúmenes —enorme para la época—, algunos heredados de su
amigo La Boëtie, hoy desaparecidos unos y desperdigados casi todos. </span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPfypXFwgdFOFtuuyFtbiqxPTnEabhyphenhyphen_8NbDQDsBTut4APpd7SjITw5-Sc4wiUDE_3RTerkqaGi1tjcsKDFLvjUAFwEDa7eEiCjuDu858biNbBrmmoBFf1ZK69x2SzSRDR6hAIIXKTvNGN/s1600/MONTAIGNE+TECHO.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; display: inline !important; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"></span></a></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><span style="text-indent: 35.4pt;">Aún quedan
en las vigas y maderos del techo las inscripciones griegas y latinas con las
citas preferidas de nuestro escritor.
Pero las paredes circulares, antes revestidas de aquellos libros y de
tapices y frescos, hoy lucen blanqueadas y desnudas, decoradas con algunos
cuadros, reproducciones de motivos </span><span style="text-indent: 35.4pt;">montaignescos. Aún se adivinan, sin embargo, en
la habitación anexa de al lado, donde la chimenea hacía más llevaderos los días
fríos del invierno, las pinturas al fresco (ahora apenas si ojos especialistas
han podido recrear alguna vaga referencia a <i>Las metamorfosis</i> ovidianas).
Las vistas desde las ventanas, orientadas a los puntos cardinales, invitan a la
meditación o a la contemplación tranquila de la </span><span style="text-indent: 35.4pt;">obra de la naturaleza y del artificio del
hombre. En esta torre circular uno comprende que todo girase sobre el
pensamiento del autor, sobre la observación redonda de uno mismo y la perspectiva escéptica, alta y equidistante
sobre lo que queda afuera, tras los muros protectores que guardan la vieja
sabiduría clásica y perenne. Los ensayos de Montaigne son los ensayos de la
torre misma.</span></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"><span style="font-size: large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Uno quisiera encerrarse aquí
y ponerse a escribir y meditar, móvil en lo inmóvil, o sentado en el sillón
renacentista ante la mesa donde descansa una reproducción de las correcciones
sobre impreso del ensayista; pero ha de bajar al mundo que, ese sí —también
redondo—, no deja de girar. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3BcCjFUHrnW4bGB8lyds_hrTm19JbkiPJa9i8we1cYp0LQyfAhMjcyRS3yoWL5W5o4mEHz82gn09avgc-5yJ6ZIP3QQRSGG3jiMJmGwqeC_Br4yBEtzqWrc1JgxqiBrHH0OrmcD_2KSkh/s1600/MONTAIGNE+CORRAL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3BcCjFUHrnW4bGB8lyds_hrTm19JbkiPJa9i8we1cYp0LQyfAhMjcyRS3yoWL5W5o4mEHz82gn09avgc-5yJ6ZIP3QQRSGG3jiMJmGwqeC_Br4yBEtzqWrc1JgxqiBrHH0OrmcD_2KSkh/s640/MONTAIGNE+CORRAL.jpg" width="640" /></span></a></div>
<div class="MsoBodyTextIndent">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Junto
a la torre se construyó un invernadero, hoy día ruinoso, con muchas de sus
cristaleras rotas y empolvadas de tiempo. Es característica de Francia esa
mezcla de cuidado y dejadez casi artística —como si fuera intencionada—. Damos
luego una vuelta al castillo, a su cercado anejo donde pastan sabiamente un par
de pequeños burros; pareciera que llevasen aquí desde épocas medievales.
Contemplamos luego desde una terraza a la espalda del castillo, hacia el norte, las
floridas praderas, la campiña verde y arbolada, los prados mansos, los
perfectos sembrados y viñedos.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<!--[if gte vml 1]><v:shape
id="_x0000_s1030" type="#_x0000_t75" style='position:absolute;left:0;
text-align:left;margin-left:90pt;margin-top:6.1pt;width:289.05pt;height:216.65pt;
z-index:251658240'>
<v:imagedata src="file:///C:\Users\Pedro\AppData\Local\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image011.png"
o:title=""/>
<w:wrap type="square"/>
</v:shape><![endif]--><!--[if !vml]--><!--[endif]--><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Más tarde, comprarán en la tienda de la hacienda, <i>la-bas</i>,
unas botellas de la propia bodega y unos recuerdos, especialmente para Jaime,
gran amigo y lector apasionado de Montaigne.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;">Empieza a diluviar cuando
abandonamos Saint Michel. Es como si el tiempo hubiese olvidado sus charpazos
de la mañana y ahora tuviera prisa por lloverlo todo de golpe. Nos perdemos por estrechas carreterillas, que
parecen garabateadas en el terreno por la mano caprichosa de un niño. No
importa, bajo la lluvia los campos y los viñedos y las pequeñas villas
solitarias tienen un encanto original, reciente. Saint-Emilion está cerca: allí
es el vino el que llueve desde la tierra al cielo.</span><span style="font-family: "futura std book" , sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "futura std book" , "sans-serif"; font-size: large;">Pedro Galván Magro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "futura std book" , "sans-serif"; font-size: large;">«<i>En mi vivienda me recojo
con mayor frecuencia, en mi biblioteca, donde, teniéndolo todo a la mira, doy
órdenes a mis gentes. Me coloco a la entrada y veo por bajo mi jardín, el
patio, el corral así como a la mayor parte de las personas de mi casa. Allí
hojeo unas veces un libro, otras otro, sin orden ni designio, al desgaire: unas
veces fantaseo, otras registro y otras dicto paseándome lo que aquí veis. Está
instalada en el piso tercero de una torre: el primero es mi capilla; el
segundo, un dormitorio con sus accesorios, donde me acuesto con frecuencia para
encontrarme solo, que tiene por encima un espacioso guardarropa; antaño era el
lugar más inútil de mi casa. Allí paso la mayor parte de los días de mi vida y
casi todas las horas del día, pero nunca por la noche permanezco. Contiguo al
dormitorio hay un pulido gabinete, donde en invierno puede encenderse fuego,
con pintorescas vistas. Si yo no temiera más que los gastos los cuidados que
todo trabajo acarrea, podría fácilmente instalar a cada lado una galería de
cien pasos de largo y doce de ancho, a nivel, habiendo encontrado todos los
muros montados para otro uso, a la altura que me precisa. Todo lugar retirado
requiere un paseo; mis pensamientos duermen cuando los siento; mi espíritu no
va solo como al ser agitado por las piernas: todos los que sin libros estudian
experimentan impresión idéntica. La figura de mi biblioteca es circular, y la
pared no tiene de plano sino el lugar preciso para la mesa y el sitial; al
ondularse, me ofrece de una ojeada todos mis libros, colocados en estantes de
cinco peldaños, todo alrededor. Tiene tres vistas que de frente se extienden a
lo lejos, y hasta dieciséis pasos de diámetro completamente libres. En invierno
me instalo en ella más raramente, pues mi casa está colgada en un cerro, como
su nombre reza, y ninguna habitación más que ésta está expuesta a los
elementos; y me place por eso para mantenerme apartado, tanto por el provecho
que a la ejercitación acompaña, como para alejar de mí a las gentes. Allí está
mi residencia; allí intento convertirme a mi propia dominación y sustraerme en
ese solo rincón de la comunidad conyugal, filial y civil; en todo otro aposento
mi autoridad es sólo verbal, confusa y teórica. ¡Miserable a mi ver quien en su
agujero no tiene donde meterse; donde hacer particularmente su corte, donde
ocultarse!</i>»<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: right;">
<i><span style="font-family: "futura std book" , "sans-serif"; font-size: large;">Ensayos</span></i><span style="font-family: "futura std book" , "sans-serif";"><span style="font-size: large;">, Libro III, capítulo III,
Michel de Montaigne</span><o:p></o:p></span></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-54334118059396754282012-11-30T14:01:00.002-08:002012-11-30T14:01:09.658-08:00Esto es un verso...<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14.0pt;">Esto
es un verso. Quien lo escribió lo sabe.<o:p></o:p></span></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-61255691303078203622012-11-30T13:54:00.002-08:002012-11-30T13:54:58.763-08:00Tantos otoños...<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Garamond","serif"; font-size: 14.0pt;">¡Tantos otoños hay en tanto otoño!<o:p></o:p></span></div>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6495932766443479981.post-21889659175941748322012-11-14T16:12:00.001-08:002012-11-14T16:13:55.997-08:00<br />
<pre><span style="font-family: 'Bookman Old Style', serif; font-size: 12pt;">Sólo dos versos más en mi memoria,</span></pre>
<pre><span style="font-family: 'Bookman Old Style', serif; font-size: 12pt;">y uno de ellos recuerda que aún te quiero.</span></pre>
Pedro Galván Magrohttp://www.blogger.com/profile/18439600735672889823noreply@blogger.com0