sábado, 22 de junio de 2019

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE, VALGA LA REDUNDANCIA


«… la vida de Londres es una rutina aburrida, pues al británico de buena salud le gusta divertirse ilegalmente; y si no encuentra placer en ello, su única idea de lo alegre es meterse en algún jaleo y todo lo que no sea esto no le producirá verdadera satisfacción. Ahora bien, Inglaterra ofrece escasas oportunidades en este terreno y el joven inglés que desee verse envuelto en un lío ha de hacer uso de una enorme dosis de paciente insistencia.» 
Tres ingleses en Alemania, Jerome K. Jerome (Trad. De Ramón Casals)

Sin embargo, le basta abandonar las islas británicas para que el británico se divierta de lo lindo en el extranjero, por supuesto, ilegalmente, y metiéndose en los más tremebundos jaleos.
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Bárbaros. Bárbaros ingleses que en casa han alcanzado la suma civilización, el orden de ajustarse a ritos, cual el del té, a la misma hora. Se autocontrolan, se autodisciplinan incluso sádicamente como en sus colegios de élite. Pero el bárbaro que llevan dentro lo liberan cuando abandonan Inglaterra y el instinto de la tribu se impone. La salvajada del bárbaro supremacista, del pirata, les domina entonces. Cuando fundan una colonia, fundan una nueva Inglaterra; pero nunca pueden mestizarse, integrarse con los indígenas, pues ellos han de ser una isla, la isla de Inglaterra, donde se sienten seguros en su dominio civilizado. No pueden estar fuera, porque entonces la barbarie de su raza se les impondría, la inclinación a la conquista y la rapiña. Envidiables en su refinado país, los ingleses son odiosos cuando dejan de ser un reino isleño y pasan a sentirse imperio.




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