«… la vida de Londres es una
rutina aburrida, pues al británico de buena salud le gusta divertirse
ilegalmente; y si no encuentra placer en ello, su única idea de lo alegre es
meterse en algún jaleo y todo lo que no sea esto no le producirá verdadera
satisfacción. Ahora bien, Inglaterra ofrece escasas oportunidades en este
terreno y el joven inglés que desee verse envuelto en un lío ha de hacer uso de
una enorme dosis de paciente insistencia.»
Tres ingleses en
Alemania, Jerome K. Jerome (Trad. De Ramón Casals)
Sin
embargo, le basta abandonar las islas británicas para que el británico se
divierta de lo lindo en el extranjero, por supuesto, ilegalmente, y metiéndose
en los más tremebundos jaleos.
***
Bárbaros.
Bárbaros ingleses que en casa han alcanzado la suma civilización, el orden de
ajustarse a ritos, cual el del té, a la misma hora. Se autocontrolan, se
autodisciplinan incluso sádicamente como en sus colegios de élite. Pero el
bárbaro que llevan dentro lo liberan cuando abandonan Inglaterra y el instinto
de la tribu se impone. La salvajada del bárbaro supremacista, del pirata, les
domina entonces. Cuando fundan una colonia, fundan una nueva Inglaterra; pero
nunca pueden mestizarse, integrarse con los indígenas, pues ellos han de ser
una isla, la isla de Inglaterra, donde se sienten seguros en su dominio
civilizado. No pueden estar fuera,
porque entonces la barbarie de su raza se les impondría, la inclinación a la
conquista y la rapiña. Envidiables en su refinado país, los ingleses son odiosos
cuando dejan de ser un reino isleño y pasan a sentirse imperio.
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