sábado, 1 de agosto de 2020

LEOPOLDO LUGONES Y EL TALISMAN DE LA DICHA

Hay un maravilloso —en todos los sentidos—, un maravilloso relato de Leopoldo Lugones, “El talismán de la dicha”, en un librito (un pequeño joyero) titulado Filosofícula (1). En ese breve relato un príncipe mogrebino decide buscar el anillo de Salomón, el talismán de la dicha. No contaré sus peripecias ni sus avatares, sólo citaré su doble moraleja final, grabada en el reverso del pectoral de cobre que cubría la momia de Salomón: «Para ser dichoso, no hay más que afrontar el secreto de la muerte. Pídela si quieres.» Y a continuación se ofrece otra opción: «Mas, para no ser desdichado, basta alcanzar con dificultad las satisfacciones de la vida.» El príncipe mogrebino «decidió simplemente no ser desdichado…»

Leopoldo Lugones, tras haber optado por la primera al igual que el príncipe, el 18 de febrero de 1938, en Tigre (Buenos Aires), decidió finalmente afrontar el secreto de la muerte. Como un Sócrates moderno, ingirió whisky con cianuro.

(1) Eneida, colección Confabulaciones, Madrid, 2013


Leopoldo Lugones junto a su esposa Juana Agudelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario